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El tiempo parecía haberse detenido en ese instante.
El viento había dejado de soplar, ya no oía el rumor de las olas rompiendo contra las rocas del acantilado que había frente a él y el sonido de las gaviotas que sobrevolaban el cielo teñido de rojo también se había silenciado. Incluso dejó de ser consciente del movimiento de las gotas de agua que resbalaban de sus ropas y su cabello para precipitarse sobre el suelo de arena.
Ranma soltó la tetera y mantuvo el ceño fruncido unos instantes más. Lo único que oía era su propio corazón retumbando a todo volumen. No había nada más y de hecho, cuando se aclaró la voz temió que tampoco la oiría.
—Akane... —murmuró. La oyó pero no le gustó como vaciló su voz; sonó asustado. Tragó saliva con dificultad, pues tenía la garganta seca y el regusto de la sal del mar pegado al paladar—. ¿Ya...te has enamorado de mí?
Su rostro se ruborizó y antes de ser consciente, sus manos se apretaron contra su pecho, luego se retorcieron y finalmente sus dedos jugaron entre sí con un nerviosismo infantil del que no era del todo consciente.
Akane estaba frente a él, acuclillada en el suelo, mirándole fijamente. Su expresión era demasiado desconcertada como para leer nada en ella. Tenía su puño cerrado apretado contra sus labios y los pómulos ligeramente encendidos.
Lentamente bajó el puño hasta su pecho y parpadeó. Sus pupilas descendieron un momento pero rápidamente volvieron a él.
—¡Sí!
Solo lo dijo una vez y después esbozó una insegura sonrisa. Ranma espatarró sus ojos, volvió a tragar y esta vez la aspereza de su garganta le hizo daño.
—¿Sí? — repitió, incrédulo. Cabeceó y tuvo que hincar su otra rodilla en el suelo para no perder el equilibrio. ¡Cielos, si llevaba un rato arrodillado ante ella! En una posición que parecía que le estuviera pidiendo en... —. ¿Has dicho... que sí?
—¡Sí!
La sonrisa de la chica se hizo aún mayor y sus enormes ojos marrones robaron la luz de los últimos rayos del sol que los observaba desde el horizonte de aquel paisaje playero.
¡Le había dicho que sí! ¡Era algo increíble!
¿Qué debía decir ahora?
—Ah... —Ranma se quedó estático, con los brazos caídos, hincado en la arena. Por dentro, en lo más hondo de su pecho sentía como si su corazón estuviera atado con algo que no dejaba de apretar más y más—. ¿Estás... segura?
—¡Sí! ¡Sí, estoy segura! ¡Ranma! —Akane se levantó de un salto y se arrojó sobre él. Sus brazos apresaron su cuello y apretaron al tiempo que su cuerpo se acurrucaba contra el de él—. ¡Te quiero! ¡Te quiero muchísimo! ¡Te querré siempre!
Ranma, temeroso, aguantó la respiración y con los brazos en el aire, como un ridículo espantapájaros. Aún no se fiaba, así que los mantuvo lejos de su prometida durante unos segundos pero ella no se alejó ni redujo la fuerza o el ímpetu de su agarre.
¿Es verdad, entonces? Se preguntó él.
Pasó un minuto y después dos, pero Akane no le soltaba... No debía estar fingiendo. Todo era real. La pastilla del brazalete mágico había hecho su efecto y ahora su prometida estaba loca e irremediablemente enamorada de él. Y había dicho bien; sería para siempre, pues Cologne le había asegurado que se trataba de la píldora de "toda una vida".
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¡Te la debía! (Ranma 1/2)
FanfictionFanfic de Ranma 1/2 Todos los personajes y parte de la trama son propiedad de Rumiko Takahashi. Fanfic basado en el capítulo del anime/manga "Las pastillas del amor" ¿Recordais aquella vez que Ranma creyó que Akane se había tragado una píldora mágic...