Capítulo 5.
MINDY
-¡Vamos! ¡Más rápido!
Respiro agitada, el sudor corriéndome por la frente y a ambos lados de la cara. Estoy cansada, agitada, sudada y muriéndome, sin duda me dará un paro cardíaco.
-¡Vamos Mindy! ¡No seas floja! -vuelve a gritar y juro que si no estuviera a punto de sufrir un problema al corazón ya lo estuviera pateando en las pelotas.
Cómo no puedo hacer nada, solo le dedico una mirada no muy linda que digamos.
-No... puedo... más -digo, con el poco aliento que me queda-. Me... voy a... morir.
Él se ríe y niega.
-Dramática si eres -se burla-. Pero vamos, sigue. Aún faltan dos minutos.
Dramática tus nalgas.
Pedaleo más rápido como lo pidió sintiendo mis piernas cada vez agotarse más. Inhalo por la nariz, exhalo por la boca como he aprendido para que ningún gas me entre y después este muriéndome en serio. Mi corazón se agita muchísimo más y mis pulmones seriamente me piden un largo, largo descanso.
Ayuda.
Es sábado, mi precioso día de descanso. Nada de copias, reuniones, organizar papeles y sobre todo, nada de McClaren y sus caprichos. Siempre me consideré una persona muy abierta y carismática, ¿sabes? Siempre le doy segundas oportunidades a las personas para que demuestren su verdadero yo, pero ya con tan solo días me he dado cuenta que Matthew McClaren no se merece ni un cuarto de oportunidad.
Irritante, molesto, respetuoso pero irrespetuoso, egocéntrico a leguas, tipo: señor, ya sabemos que tienes la colección entera de trajes de Gucci y todos los perfumes de Antonio Banderas. O sea, querido ya.
De verdad que quería darle una segunda oportunidad; quería empezar de nuevo y por eso le ofrecí mi preciada ayuda, pero no, el señor tengo mucho dinero y clase se creyó la última coca cola de la ciudad y negó mi ayuda que muy humildemente le ofrecí, pero no es el hecho de que negó mi ayuda que me pone tan indignada, sino el modo que lo hizo. ¡Ahg!, me cae tan mal. Y yo que pensaba que el patán del carrito de tacos (el que le arrojé guacamole) era el peor jefe que había tenido.
-Hey correcaminos, ya parale dos que ya se acabó el tiempo -comenta Gabriel, mi entrenador personal y amigo. Me mira un poco sorprendido haciéndome dar cuenta que he aumentado significativamente la rapidez del pedaleo en la bicicleta estática.
Bajo poco a poco la velocidad hasta quedar quieta, aún sentada en la bici. Literalmente estoy que me muero, creo que mi corazón no puede latir más rápido. Dios, ya parezco una fuente humana de tanto sudor que expulsa mi piel.
Gabriel suelta un silbido impresionado.
-Y yo que pensaba que esos espagueticos se rendirían al minuto de cumplirse los dos -se burla, refiriéndose a mis piernas, ganando otra mirada para nada linda de mi parte.
-Ja ja ja, que gracioso tú. Ve que estos "espagueticos" -hago comillas con mis dedos- son capaces de patearte los bajos si sigues provocándome.
-Claaro -se vuelve a burlar ganándose una patada en el trasero de mi parte luego de bajarme de la bici-. ¿Con que recurrimos a los golpes, eh? -levanta una ceja y se pone en una exagerada posición de ataque.
Hago lo mismo y cuando vamos a empezar nuestra batalla, nos comenzamos a reír.
-Okey Julie-San, vamos a seguir -dice, refiriéndose al ejercicio.
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Repulsivamente limpio
Teen FictionTrastorno obsesivo compulsivo: es una condición en la que la persona tiene pensamientos, imágenes o ideas intrusivas. Se relaciona con la ansiedad y pueden asociarse sensaciones de angustia, temor y estrés continuado.