010

406 35 0
                                    

-Bien, de acuerdo. Iré contigo.- le dije una vez a Matt cuando me acerqué.

-Sabía desde antes que vendrías conmigo, no te me resistes.- contestó.

-Si claro, acompáñame a mi 
casa.- lo tomé de la mano.

- ¿Para?

-Debo ir a buscarme ropa, no estaré hasta mañana con la misma ropa.

-Puedes usar la mía como piyama.- alzó las cejas.

-No te pases.

Caminamos las siete cuadras que dividían la secundaria de mi casa. Se siente raro decir "secundaria."

- ¿Son recién las cuatro de la tarde? Pensé que era más temprano.- informó una vez que entramos a mi habitación.

-Pasas demasiado tiempo en la cafetería hablando estupideces.

Agarré un pequeño bolso y comencé a poner ropa; ropa interior, una campera, dos jeans, dos remeras y un par de zapatos.

-Hayley, estarás sólo un día; no una semana.

-Por las dudas, tema de chicas.

-No me meto entonces.- respondió.

[. . .]

Ya era tarde y habíamos terminado de hacer toda la tarea, pero luego de un rato recordé que la madre de Matt trabajaba con mi padre por lo cual ella no estaría.

« ¿Por qué demonios me metí en esto? »

- ¿Sabes cocinar, Hay?- cuestionó saliendo del baño.

-Si eso implica también quemar tostadas, entonces sí.

-Enserio, tonta- sonrió- Moriremos de hambre sino.

-Y también de hipotermia si no podes al máximo la calefacción.

-Si nos besáramos no tendrías frío.

- ¡Matthew!- lo regañé y él comenzó a reírse- Pide algo y listo, ni tú ni yo vamos a tocar la cocina.

- ¿Crees qué el repartidor vendrá con todo este frío?- preguntó sentándose al lado mío cubriéndose con la manta que tenía sobre mí.

-Puede ser, es su trabajo.

-Jamás trabajarás para recursos humanos, ¿No?

-Never is ever.

-No entendí nada pero no importa.

- ¿Y entonces?

-Más tarde veremos, volviendo al tema de tu cumpleaños...- lo interrumpí.

-Basta con eso, era mucho más importante tu motivo que un cumpleaños que es cada año.

-Pero quiero recompensarte.

-Shh- lo callé poniendo un dedo en sus labios- Ya está.

Al decirlo me mordió mi dedo.

- ¡Idiota! ¡Podrías haberme deformado el dedo!- lo insulté.

-Tu sensual dedo.- sonrió.

-Que gracioso, Espinosa.- dije sarcásticamente.

-Gracias, no era necesario que me halagues tanto.

-Tonto.- lo empujé del sofá haciendo que se cayera al suelo.

- ¿Y ahora yo soy el tonto?

-Mmm, sí, creo que sí.

She made me smile again.| Matt EspinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora