Capítulo 23: Metas de la vida: felicidad, amor, sueños cumplidos...

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La música era tenue, la gente reía mientras los niños corrían y algunos curiosos sólo miraban la decoración color pastel del lugar. La banda en vivo daba un toque de elegancia al evento. Las flores destilaban su particular aroma y se envolvía a cada cuerpo que se movía en la pista de baile. El murmuro era insípido, las miradas y los diálogos sólo se centraban en dos personas: Rachel y Quinn.

Ambas abrazadas bailaban rodeadas de personas que las acompañaban en su dicha, las recién casadas contagiaban a todos los presentes con su felicidad infinita.

La fiesta estaba en pleno auge, los invitados contentos y las recién casadas más que enamoradas. Cuando ambas dieron el "Sí, acepto" la gente estalló en gritos, el regocijo fue inmenso, Quinn besó a Rachel y los gritos se intensificaron, la felicidad era completa.

En medio de la fiesta y disfrutando del baile con mi novia, Quinn se acercó a mí y me dijo al oído "López, es hora". Si no fuera porque ella se casaba, hubiera girado los ojos hacia arriba por lo cursi que era, sin embargo, el detalle me parecía de lo más tierno. Como la típica loca enamorada que siempre fue, le preparó a Rachel una sorpresa. Rachel ama la voz de Quinn y se derrite al escucharla cantar, más aún si las canciones van dedicadas a ella.

Quinn comenzó a cantar sin dejar de mirar a Rachel quien ya comenzaba a llorar, estaba quieta escuchando la suave voz de mi amiga, lo único que hacía paralizar a Rachel era esa voz. En un momento Quinn separó el micrófono de la base y se encaminó hacia el lugar en donde su esposa estaba. Quinn me lo había anticipado, se acercaría a besarla. Ni bien estuvo cerca le dio el micrófono a una persona que estaba ahí observando, sus manos se posaron en la cintura de Rachel y como un imán, sus cuerpos se unieron, Quinn jamás dejó de mirarla, Rachel jamás dejó de llorar y mientras mi amiga seguía cantándole, sus rostros iban acercándose de a poco de modo que sus labios se fundieron en un beso apasionado. Los invitados, conmovidos, aplaudían sin cesar. Quinn sin alejar su agarre del cuerpo de Rachel, la hizo girar en el aire, ambas sonreían y giraban en el centro del salón compartiendo la alegría junto a sus seres queridos.

Al terminar la canción la banda regreso a cantar y yo me acerqué a Britt para bailar. Ella me tomó de la cintura y guió mi cuerpo por el salón. La gente parecía desaparecer del lugar, no éramos nosotras las afortunadas de habernos casado pero, parecía que así era dado que la felicidad de nosotras se lograba mostrar a través de un simple baile, la alegría era contagiosa, razón por la cual, de a poco la pista comenzaba a llenarse de más gente que se unía al festejo.

El tiempo pasó y fue el momento del discurso, James Fabray fue el encargado de decirlo. Tomó un micrófono y comenzó: "¿Se escucha? ¿Sí? ¡Genial! No es fácil hablar frente a tanta gente, hablar sobre los sentimientos más que todo. Mi hija se ha casado y no con cualquier persona, ha elegido como pareja a una mujer, recuerdo cuando me dijo 'Papá, Rachel es la mujer más bella del mundo, estoy enamorada de ella', créanme que no supe cómo actuar, miré a mi hija y no entendía lo que quería decirme; con el tiempo comencé a observarla para tratar de entender ese amor que consideraba raro, miré como los ojos de mi hija brillaban al ver a Rachel, como su actitud salía a flote, la actitud de una mujer locamente enamorada. Confieso que he temido por ella, el amor nos vuelve débiles, nos creemos las personas más fuertes y capaces de todo cuando nos enamoramos, pero, a veces, el amor nos consume y nos volvemos vulnerables. Confió en que mi hija sabe defenderse muy bien y que al lado de una mujer como Rachel podrá reunir todas las fuerzas necesarias para enfrentarse ante cualquier eventualidad de la vida. Por eso, chicas, que ese amor que las unió, permanezca siempre presente en ustedes para que juntas sean felices. Las amo. ¡Salud!"

Todos levantamos nuestras copas y bebimos el licor que nos sirvieron mientras Quinn se abrazaba a su padre envuelta en un manto de lágrimas, Rachel se sumó al abrazo y James desde la distancia nos dirigió una mirada cómplice, como insinuando que aquel discurso también iba dirigido a mí y a Britt.

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