Capítulo 1

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Cada año a medida que se acercaba el invierno, Adelaida O'Donell debía comenzar a comportarse como una princesa por al menos un par de días mientras se celebraba el día de la Fundación. Para su mala suerte, este año se celebraría en su reinado, por lo que toda su familia ya estaba enloqueciendo desde hace varias semanas, pero especialmente su abuela quien estaría a cargo de ser la anfitriona este año.

Para Adelaida fiesta de la Fundación tenía dos propósitos principales. Primero, era el unico momento en el cual los siete reinos se reunían para celebrar a sus antecesores, por ende, era su momento para ver a sus amigos que los veía pocas veces al año. Y en segundo lugar, aquellas fiestas se habían transformado los últimos años en el mecanismo principal de su abuela y de muchas otras familias, para intentar encontrar marido o esposas para sus hijos solteros.

A pesar de que la reina Chloe, llevaba ya un par de años buscándole esposo a su nieta menor sin los resultados esperados, sospechaba que algo estaba tramando este año. La semana anterior le había llevado a casa un arsenal de ropa de alta costura, maquillajes e incluso le duplicó su mesada para que estuviera decente para el día de la Fundación. Los años anteriores ella simplemente le decía directamente a Adelaida que se preparara para conocer chicos y le contrataba estilistas para viajar con ellos, pero este año sabía que algo extraño estaba tramando.

El aeropuerto de Londres era un absoluto caos desde hace una semana, llegaban equipos periodísticos de todas partes del mundo a cubrir el evento del año, todas las familias reales llegaban un par de días, junto con sus equipo de seguridad, muchos de ellos llegaban incluso con chefs y asistentes personales con ellos a pesar de que era un viaje de no más de una semana. Este era el momento en que todo mundo quería lucir reluciente y perfecto, después de todo la prensa mundial tenía los ojos sobre ellos.

Apenas Adelaida terminó su última clase del día jueves el sol ya comenzaba a ponerse y su chofer debía de estar llegando en cualquier minuto a buscarla para trasladarse al palacio. Había tenido que inventarle a su abuela que tenía un examen para que la dejara quedarse hasta hoy en la noche y evitar la mayor cantidad de drama posible que probablemente estaba pasando en el palacio en ese minuto. Luego de salir tenia algo de tiempo, pasó a comprar algunas donas donas y le tecleó a su Iñaki mientras caminaba en medio de la multitud. A pesar de que el campus era enorme y tenías cientos de calles que dirigían hacia todas partes, cada vez que terminaba el bloque de clase apenas se podía caminar por las calles.

-¿estás libre?- preguntó ella sosteniendo su paquete de donas

-si, ¿vendrás a verme?- preguntó el con la voz adormilada, en ese momento supo que lo había despertado

-voy caminando- dijo Adelaida antes de colgar el teléfono.

Desde la facultad de ingeniería hasta el hospital de la universidad no eran más de diez minutos caminando, estaba a punto de largarse a llover pero a Adelaida ya nada la importaba, saludaba a algunos amigos que veía pasar por la calle mientras veía caer resto de hojas que quedaban en los árboles. Pensó que su ropa quedaría empapada en un segundo si se largaba a llover, llevaba unos jeans anchos, tenis y una sudadera color lila que apenas la cubría del frío que estaba haciendo.

A pesar de todas las restricciones que ha tenido toda su vida, era una tradición familiar residir en los dormitorios universitarios por al menos un semestre, claramente Adelaida llevaba en el mismo dormitorio durante todos sus años de universidad, era él único lugar en el que podía hacer lo que ella quisiera, pero luego de graduarse a pesar de que tenía planeado mudarse sola, dudaba que su familia lo permitiera, pero había una cosa tenía clara, no viviría en el palacio por ningún motivo.

Iñaki estaba en la entrada de emergencias del hospital con su bata blanca saludando con su mano. Parecía ser que su cabello rubio estaba creciendo a toda velocidad desde que había comenzado el internado, lucía más desaliñado y cansado que la última vez que lo había visto hace solo un par de días atrás. Le extendió  la bolsa de donas recién compradas y pareció por un segundo que se iba a largar a llorar de la emoción.

NormanbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora