Capítulo 4

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A medida que pasaba el rato, meseros salían entraban con copas vacías y llenas en un par de segundos, el ruido ambiente era cada vez más alto, la música lentamente comenzaba a subir a medida que los invitados más jóvenes comenzaban a moverse al ritmo de la música, en la pista de baile ya no había solo niños jugando a la lucha libre, habían varias parejas conversando y moviéndose al ritmo de la música y otras simplemente se comenzaban a conocer allí.

Adelaida a esa altura de la tarde ya tenía la garganta seca de tanto hablar y saludar a los invitados, si había algo que se le daba bien era conversar con gente extraña. Denver y ella simplemente estaban derrotados y sentados en el sillón de una sala secundaria al fondo del palacio para que nadie interrumpiera su descanso por al menos un par de minutos. Hacía tanto tiempo que no usaba tacones que ya había tenido que cambiar un par de veces la curación que tenía en su talón. Por suerte durante la mañana había dejado un par de tenis allí en caso de emergencia, simplemente se los puso, ya nada le importaba y tampoco esperaba que alguien fuera a mirar sus pies a esa altura de la velada.

Los hermanos se quedaron mirando el techo por algunos segundos sin decir ni una sola palabra simplemente descansando sus cuerpos antes de que alguien descubriera su escondite.
-¿Qué te pareció Minho?- preguntó él de pronto.
-no lo sé, no parece mala persona- respondió Adelaida bebiendo de la botella de agua que tenía a su lado.
De pronto apareció Emma tan compuesta como siempre con un par de papeles en su mano mientras se ponía la mano en el auricular de su oreja- Adela, te buscan- dijo ella abriendo la puerta de sorpresa. Se levantó sin ninguna intención de volver a ponerse tacones y vió a la reina de Asia esperándola a solo algunos metros de la sala mientras caminaba de un lado a otro.
-perdón por hacerla esperar, estaba tomando un descanso- dijo Adelaida, la mujer movió su vista hacia abajo y simplemente río.

-no te preocupes- dijo ella sonriendo- quería conversar contigo- comenzaron a caminar hacia el salón principal mientras vislumbraba a Minho a lo lejos conversando con una de sus hermanas y otras personas que no reconocía- creo que Minho realmente está considerando cortejarte, quería saber si tu estabas de acuerdo con ello.

A ella le llamaba la atención que aún se siguiera usando la palabra cortejo, de todas formas no había otras formas de expresar lo que realmente era. Cada vez que se lo decían sentía que retrocedía un siglo y medio.

Sintió la vista de Minho a lo lejos- claro que estoy de acuerdo- dijo Adelaida desviando su vista hacia la reina- es guapo e inteligente- a esa altura ya no sabía qué más inventar, fue lo que se le vino a la mente al ver a Minho caminar en dirección a ellas.

Pero una escena a un par de metros de allí la dejó estupefacta. Cada vez que tenía emociones muy fuertes sus ojos se llenaban de lágrimas sin siquiera tener ganas de llorar. En aquel momento la rabia y la impresión inundaban todos sus sentidos. Una pareja de rostros conocidos se acercaba en dirección a ellos en todo su esplendor tomados del brazo.

Parecía ser que la cabellera negra y sus largas piernas captaron la atención lo suficiente como para llamar la atención ante su entrada. Sintió la presencia de Minho a su lado justo en el momento en que sus ojos se encontraron con los de Brent. Los ojos de Minho se movían hacia ambos lados sin entender que sucedía, pero definitivamente podía sentir la tensión, tomó su copa y comenzó a beber.

-hola Brent- dijo Adelaida intentando mantener la compostura y ser lo más educada posible. Vió los ojos verdes de él recorrerla de pies a cabeza mientras la princesa y futura heredera al trono de América aferraba su mano a la cintura de él

-hola Adelaida- respondió Alice. Contó hasta cinco antes de querer pegarle a él un puñetazo en la cara -¿cómo has estado?

-muy bien- respondió Adelaida- he estado estupendo, gracias, ¿y ustedes?

NormanbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora