Capítulo 23.

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"La vida es una perra injusta a la que hay que joder con fuerza para que no te arroje mierda"

Dexter Jefferson.

Arreglando cosas.

Ainhoa.

Las dudas de si Liam estuvo demasiado borracho anoche como para olvidar nuestra conversación se desvanecieron cuando en el desayuno me senté junto a él y formule un hola con una sonrisa.

Claro que el si se acordaba de lo que nos habíamos dicho y sobre todo él creía que yo seguía huyendo cuando en realidad había tenido una fuerte conversación con la almohada, donde tome una decisión con respecto a nosotros.

Liam era maravilloso, comprensible, amable y miles de miles de calificativos que no le harían justicia a su personalidad que me traía loca, entonces luego de hablar conmigo misma toda la noche en las que reí y llore conmigo misma me di cuenta que chicos como él había pocos y yo tenía la suerte de que el gustase de mí y no podía dejar de ponerle peros y altos a mis sentimientos.

Aun no sabía con certeza que sentía en específico pero lo que si sabía era que me gustaba y atraía desde hace tiempo y yo durante todos estos meses me he justificado con que era una pequeña justificación de la falta de atención de Josh hacia mi cuando en realidad era que me estaba comenzando a encantar cada parte que Liam me dejaba ver de él.

Y no estaba dispuesta a perderlo, menos por mis inseguridades generadas por mí misma. Tenía que aceptar el hecho de que Liam gustaba de mí y que era enserio, y que yo también sentía cosas hacia él.

Aunque había necesitado un poco de presión de su parte para poder decirlo a voz alta cuando no lo había hecho antes por qué así se hacía real.

Entonces cuando simplemente me ignoro y paso de sentarse junto a mí lo comprendí. Desde fuera podía verse como si yo fuera la que jugaba con el aquí, cuando en realidad era que necesitaba asegurarme de lo que sentía para no lastimarlo.

Liam fue quien ofreció a los chicos jugar en la cancha de tenis después del desayuno, sentí una punzada de remordimiento, era claro que no quería estar en el mismo espacio que yo, más cuando me miraba atreves de esos lentes de sol que parecía no querer quitarse.

Y ahora mismo mientras veía como Aleix le hacia las uñas a Lexie era cuando me di cuenta que extrañaba tener a Liam revoloteando encima, aunque me pusiera de los nervios que no pudiera quedarse quieto. Siempre había algo que decir o hacer, era lo que lo definía.

Me obligue a dejar de pensar en el cuándo Aleix me hablo. Mordí mi labio.

—...Nos contaras algún día por qué terminaste con el deportista ¿o no? —trague saliva. No quería hablar sobre el— ¿Y por qué malditas mierdas no te estas comiendo semejante bombón de mejor amigo que me gasto?

Ignore completamente cuando hablo de Liam.

—No quiero hablar de mi ex novio ¿Podemos pasar a otro tema?

Pero Aleix parecía no querer hacerme caso. Y Lixi tampoco.

—No, no podemos. O al menos háblanos de mi hermano ¿Qué sucede entre vosotros?

Mordí mi labio. Podría decir lo que verdaderamente pasa y ellos no harían preguntas.

—Si les digo la verdad... no tengo ni la menor idea —me encogí de hombros cuando Lexie alzo una ceja. Tenía que hablar primero con su hermano antes de hablar con ella.

—Comisario Aleix...

—Comisaria Pirule...

—¡No digas eso, suena menos profesional! —se quejó Lexie. Yo solo pude reír y acomodarme, era gracioso cuando ellos comenzaban con la cosa de comisarios.

Sedúceme como quieras #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora