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Jisoo se alegró de que ninguna de sus compañeras había intentado seguirla. Ella había cruzado la calle al pequeño parque. Jisoo siempre vino aquí cuando necesitaba pensar. Y chico, tenía mucho en que pensar. Sabía que debía darle una oportunidad a Jennie, pero eso era demasiado difícil. Cuando miraba a la chica, veía la misma cara que había sus mensajes de textos privados delante de toda la cafetería. Eso es una razón para estar así con ella ¿cierto?

Pero al mismo tiempo, la Jennie que había aparecido de pie delante de su puerta parecía completamente otra persona. Las cuatro amigas sabían que algo iba mal pero no tenían ni idea de que era.

Jisoo gimió, se sentó en un banco del parque, llevando las manos hacia arriba para peinar su pelo. Levantó la cabeza pausando un momento de peinarse. Un puñado de margaritas a lo largo del camino captaron su atención. Era un milagro que siguiesen sobreviviendo, considerando como se habían cerrado cuando llegó el invierno.

Inmediatamente inspiró, Jisoo sacó su cuaderno de dibujo de la mochila y sujetó el lapicero en medio de sus dientes mientras buscaba una hoja limpia. La razón por la cual Jisoo amaba dibujar era porque podía capturar la esencia de cualquier momento. Ella disfrutaba tomandose su tiempo para observar el sujeto que iba a dibujar, quería saber cada curva, cada sombra, cada parte luminosa, cada pequeña imperfección. Así era como encontraba la belleza en las cosas.

Empezó con el tallo curvo de las margaritas, asegurandose de que los puntos de luz provinientes del sol estuviesen rodeando las flores. Su lápiz que rasgó contra aquel papel grueso, trabajando a una velocidad impresionante. Su pelo colgaba delante de su cara y te tomó el labio inferior entre los dientes en forma de concentración.

Su mano se congeló cuando miró hacia arriba. Su vista de las flores había sido tapada por una figura. Jisoo instantaneamente reconoció su camisa.

"Jennie, ¿qué estás-?" La voz de Jisoo se apagó cuando Jennie se dió la vuelta agarrando un ramo de flores. Las flores que Jisoo estaba dibujando ahora estaban recogidas en la mano de Jennie.

La chica más pequeña parecía más que satisfecha de sí misma y alzó las flores para que Jisoo las viese.

"Las encontré." Jennie sonrió ampliamente, caminando hacia Jisoo y practicamente llevandole las flores a la cara. Jisoo espetó empujando las manos de Jennie fuera de su cara, lo que causó que las flores cayeran al suelo.

"Ouch." Jennie murmuró agachandose y recogiendo cada flor una a una, levantandolas al sol como si estuviese comprobando que estén bien. Jisoo cruzó los brazos y se colocó delante de la chica.

"¿Por qué elegiste esas?" Jisoo resopló cerrando su cuaderno de dibujo y llevandolo de nuevo a su mochila. Jennie se puso de pie y se llevó las flores al pecho, abrazandolas.

"Eran bonitas." dijo mirando las margaritas y riendose.

"Sí, ¿sabes qué?" Jisoo preguntó sin esperar ninguna respuesta. "Las has matado." la chica de cabello oscuro señaló el trozo de cesped en el cual habían estado las flores.

"¿Qué?" Jennie murmuró. "Oh." murmuró de nuevo sacudiendo su cabeza.

"Algunas veces necesitas mirar las cosas bonitas desde lejos." Jisoo suspiró. Como si no estuviese ya frustrada, esto hacía las cosas peor.

Jennie levantó la mirada del cesped y miró a los ojos de Jisoo por un momento.

"¿Cómo tú?" Jennie preguntó inclinando la cabeza como un cachorro confuso. Jisoo simplemente rodó los ojos.

"Adiós, Jennie." murmuró. Agarró su mochila y alejandose sin que la chica pudiese responder.

Jennie miró a Jisoo alejarse hasta que la chica no era más que un punto en la distancia. La joven se giró hacia las margaritas pasando las manos por el cesped donde antes estaban las flores que había arrancado.

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