CAPÍTULO 10

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Un hombre con el rostro completamente negro sujetaba la puerta del sótano, estaba nervioso como si la muerte le acechara desde la espalda, el peso de algo sobre mis brazos me recordaba que Vit estaba acurrucado en ellos.

—Quedarse aquí, los voy a distraer, luego entro yo —la voz sonaba tan distorsionada que era difícil de entender.

Un sonido nítido como si se produciera en mi propia oreja se escuchaba en el ambiente, el sonido cuando algo va demasiado rápido, eso que sabes que nunca podrás esquivar por mucho que lo intentes.

Los gritos que sonaban de coro se detuvieron y vino el esperado objeto que ya por su sonido sabías que no podías esquivar. Se siguió de un golpe seco, la puerta se había cerrado y junto al sonido de su portazo el sonido de la carne golpeando la madera.

Él estaba muerto.

El sótano era frío y húmedo, tan oscuro como el miedo, tan fino para escuchar los gritos que no cesaban, los llantos y la desesperación.

Había comida y agua para unos dos o tres días, podríamos estar ahí hasta que todo cesará, todo estaría bien cuando saliéramos, esa era nuestra esperanza.

Cuando el hambre empezó a convivir con nosotros salir se hizo una opción, los gritos habían cesado y lo único que se escuchaba desde hacía días era tan sólo el silencio.

Abrir la puerta fue difícil tuve que embestir contra ella para hacerlo, un peso la bloqueaba por completo. Un olor dulce y asqueroso a la vez inundó el sótano como si se hubiera abierto la caja de Pandora, estaba mezclado con olor a quemado, era lo que me esperaba.

—Vit, tienes que quedarte aquí un poquito ¿si? vendré a por ti en nada —mi voz sonaba tan distorsionada como la del hombre de la cara negra.

Abrí la escotilla por completo, lo que antes había sido mi casa no era más que escombros de ladrillos y muebles polvorientos y quemados. Los animales obviamente habían estado ahí, sus huellas se veían sobre la capa de cenizas, atraídos por los cuerpos quemados como el señor de la cara negra, la razón de porque la puerta no abría.

Las demás casas no estaban mejor, quizás incluso peor, todo era ruinas y cenizas, apenas se salvaba alguna que otra cosa. Muebles que habían protegido alguna tela u objeto del fuego porque no llegaron a arder.

Pasear por el pueblo entero me había revuelto el estómago, gente que conocía perfectamente estaban muertas, quemadas, heridas hasta la muerte, mordidas por los animales salvajes y todos tipo de situaciones grotescas.

No había nadie que nos pudiera ayudar, no había literalmente nadie más que yo y mi hermano, me las arregle para sacar de entre las ruinas y las pocas cosas que no se había quemado un pañuelo sucio y lleno de cenizas y una bolsa con semillas que o me pare a mirar de que eran.

Volví a mi casa (lo que algún día pasado llamé casa), el hombre con la cara negra seguía ahí,chamuscado sobre su charco de sangre que solo dejó mancha y mordido por los animales, nos había salvado.

Baje por la escotilla y espere a que mis ojos se acostumbraran de nuevo, Vit me miraba, aliviado porque volviese a estar con él pero sabía que en su mente todavía estaba el terror de la noche que lo perdimos todo y además el terror de volver a tener que enfrentarte a algo nuevo, lo sabía porque yo sentía lo mismo.

La dama de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora