En los últimos momentos de su vida, Elisa, solo fue capaz de pensar en el recuerdo más doloroso que había tenido en su vida. La pérdida de su niña mayor, de su pequeña Liv y con ella se fue su marido.
Liv acababa de cumplir cinco años y nada, no manifestaba ni un mísero rastro del más mínimo poder, se espero un poco para que manifestase algo, unos cuantos meses por si su pequeña rubita maduraba lenta. Tenía de plazo medio año o el consejo de reunión secreto obligaría a que matasen sin compasión alguna a la niña.
Los meses se acercaban y nada, la angustia, el miedo, los llantos callados en la noche y el no poder decir nada a nadie la estaban matando, se veía más vieja, más delgada y demacrada. Pero al quinto mes lo consiguieron, unas pequeñas llamas salían de las manos de la niña, ese día Elisa lloro de pura alegría durante todo el día y comió todo lo que no había comido antes, se sentía hambrienta y con toda la energía del mundo aunque apenas había dormido algo más que dos o tres horas todas las noches desde hacía cinco meses.
Pero al consejo no le pareció sufiente, si iba a ser la heredera necesitaba que sus poderes principales y más fuertes fueran el hielo, querían quitarla del medio y poner a su hermana como princesa, si es que manifestaba poderes de hielo, lo harían matando a su pobre Liv.
Aún recordaba la conversación palabra por palabra y el como dijo «La mataré yo».
Elisa sabía bien donde estaban estaban las habitaciones secretas del castillo y como llevaban a una planta por debajo del sótano, todo allí era húmedo y mohoso pero si no llevaba allí a la niña luego no habría nada que llevar, ya se ocuparía más tarde de hacerlo un sitio habitable. Había telarañas por todas partes pero todo estaba amueblado y no había nada peligroso con lo que Liv se pudiera hacer daño, era una habitación normal pero tan vieja y cerrada que parecía de hacia cien años, quizás más.
Aun podía recordar la carita de su niña cuando le dijo «Luego vuelvo», como su pequeña sólo pidió su muñeca y ella fue corriendo a por ella pero la rompió y con ello le rompió el corazón a su otra hija cuando se dio cuenta de que su hermana nunca iba a volver.
Recordó también la charla que tuvo con su marido esa noche.
''-No puedo dejarla sola con un extraño que la cuide, Elisa, soy su padre.
-¿Y qué quieres que haga? ¿Dejar que la maten?
-Eli, dejame quedarme con ella.
-¿Y Lira? ¿Qué haremos con ella?
-Cuidala tu, y yo cuido a Liv ¿vale?
-Está bien''
El llanto vino después al darse cuenta de que no podía demostrar ni un poquito de cariño por su hija, Lira, porque si lo hicieran la obligarían a desarcese de ella, porque así de horribles eran en el consejo. Y con todo el dolor y amor del mundo se vería obligada a ser la peor madre que pudiera interpretar, solo para salvar a su pequeña mientras ella se destruía.
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La dama de hielo
Fantasy¿Qué harías si lo único que quedara de tu pueblo fueran ruinas? ¿Qué harías si la única familia viva que tienes es un hermano de 5 años? ¿Matarías a la reina que dejó a tu pueblo en ruinas?