Todo estaba tranquilo, aunque no nos habíamos dirigido la palabra, era un silencio bastante cómodo.
Siento que he estado roja todo el camino.
Qué vergüenza.
Llegamos al edificio y fuimos al ascensor. Con nosotras se subió mi vecino Thomás, un viejo demasiado amargado.
Dylan se acercó tomándome del brazo de inmediato al verlo entrar. Se ve realmente nerviosa.
—¿Estás bien?—Le pregunté en un susurro.
—Sí, seguro.
No creo que esté bien, puedo sentir incluso que está temblando, pero ¿por qué razón estaría asustada?
El ascensor se detuvo y todos salimos. Introduje la llave, abrí la puerta y entramos.
Como era de esperarse, Toby vino corriendo hasta nosotras al escuchar la puerta. Se acercó a Dylan olfateando.
—¡Qué lindo! ¿cuál es su nombre?
—Toby—Le respondí con una sonrisa al verla jugar un poco con mi perro. Esto es muy adorable.
—Bueno ¿empezamos con química?
—Sí, vamos a mi cuarto—Caminé en dirección a mi cuarto pero al ver que Dylan no caminaba me detuve.
—¿A tu cuarto? ¿No será que enserio quieres que me siente en tu cara, bonita?—Si he estado roja todo el camino a casa, pues ahora le hacía competencia al tomate.
—Bueno, lo haremos acá, si te sientes más cómoda—Dije arrojando mi mochila en el sofá para luego quitarme mi chaqueta.
—Vaya, qué atrevida, bonita.
—¿Qué? ¿De qué hablas?—Y fue cuando caí en cuenta de cómo se podría mal interpretar perfectamente lo que dije—Oh no, Dios, yo ha-hablo de hacer l-la tarea aquí—¡Perfecto! Ahora tengo complejo del cerdito Porky.
Qué vergüenza, qué vergüenza, qué vergüenza.
—Está bien, tranquila, estoy bromeando—Dijo intentando controlar su risa—Es que amo ver cómo te sonrojas tan fácilmente, eres realmente tierna y muy linda, bonita—¿Mencioné que estoy roja? ¿No? Pues estoy rojisima.
—Entonces ¿vamos a mi cuarto?—Decidí ignorar lo que me dijo ya qué no estoy segura de cómo responder a eso.
—Oh, ¿enserio quieres hacerlo?
—¡Dylan, basta!—Le grité con la vergüenza a millón, pero al parecer aquello le resultaba muy divertido ya que empezó a reír más fuerte.
—Está bien, está bien—Rió—Lo siento—Volvió a reír—Bueno, ¿empezamos química? Tengo que irme temprano—Logró decir cuando por fin había callado su muy linda risa.
—Sígueme.
Entramos a mi cuarto, le dije que me esperara en una de las sillas del escritorio y fui a la cocina. Regresé a la habitación con un plato de galletas y dos vasos de agua y noté que Dylan ya había comenzado.
Me quedé un rato en el marco de la puerta solo admirándola, ella al parecer está muy concentrada sacando cuentas y calculando cosas para las que yo soy muy mala. Tengo que admitir que se ve realmente hermosa de esa manera, la forma en que su cabello se mueve mientras escribe es muy encantadora, tal vez estoy siendo rara, pero es de verdad muy linda.
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Querida Jade
Short StoryJade Collins sólo trata de llevar su vida de adolescente de la manera más equilibrada posible. Dylan Miller solo quiere ser feliz. Esta historia es mía de mi. No se permiten copias ni adaptaciones.