Todo lo que quería de Lee Donghae era que me dejara solo. Que retrocediera —ya saben, que me diera un poco de espacio. Todo comenzó el verano después de segundo grado, cuando nuestro camión de mudanzas se detuvo en su barrio. Y considerando que ahora estamos a punto de terminar el octavo grado, eso hace más de media década de evasión estratégica y malestar social.
Él no sólo irrumpió en mi vida. Él irrumpió, moldeó e hizo su camino en mi vida. ¿Acaso lo invitamos a entrar en nuestro camión de mudanzas y comenzar a mover las cajas? ¡No! Pero eso es exactamente lo que hizo, tomando el mando y mostrándose solo como Lee Donghae podía hacerlo.
Mi padre intentó detenerlo.
—¡Oye! —dijo mientras él movía todo—. ¿Qué haces? ¡Estás dejando barro por todas partes! —lo que era cierto, también. Sus zapatos estaban totalmente impregnados de barro.
Sin embargo, él no se detuvo. En cambio, plantó su trasero en el suelo y comenzó a empujar una caja grande con los pies.
—¿No quieren un poco de ayuda? —me miró—. Parece como si tú la necesitaras.
No me gustó aquella implicación. Y a pesar de que mi padre me había estado echando el mismo tipo de mirada toda la semana, me di cuenta de que este chico no le gustaba tampoco.
—¡Hey! No hagas eso —le advirtió—. Hay algunas cosas muy valiosas en esa caja.
— Oh. Bueno, ¿qué tal esta? —se escabulle a una caja etiquetada como LENOX y me mira nuevamente—. ¡Deberíamos empujarla juntos!
—¡No, no, no! —dice mi papá, y luego lo levanta por el brazo—. ¿Por qué no te vas a tu casa? Tu madre probablemente estará preguntándose dónde te encuentras.
Esta fue la raíz de mi presentimiento de que el chico no sabía interpretar las indirectas, de cualquier tipo. ¿Huyó hacia su casa, cómo haría cualquier niño normal al ser echado? No. Él dijo:
—Oh, mi madre sabe dónde estoy. Me dijo que estaba bien —luego señala hacia la calle y dice—: Sólo vivimos por allá.
Mi padre mira hacia donde señala y murmura:
—Oh, cielos —entonces él me mira y gruñendo me ordena—: Hyukjae, ¿no es hora de que entres y ayudes a tu madre?
Supe inmediatamente que quería matar dos pájaros de un solo tiro. Y no pensé en ello hasta más tarde. Frente a él, hacer algo así no podía estar permitido. Es como si estuviera en contra de las leyes parentales el deshacerse de alguien, sin importa cuán molesto o cubierto de barro estuviese. Sonreí y le dije:
—¡Claro que sí! —entonces salté por la puerta trasera y me dirigí a mi nueva puerta de entrada.
Lo oí venir detrás de mí, pero no podía creerlo. Quizás sólo sonaba como que estuviera persiguiéndome; tal vez él estuviera yendo en el sentido contrario. Pero antes de que tuviera el valor suficiente para mirar, llegó junto a mí, agarrando mi brazo y tirando de mí.
Eso fue demasiado. Me planté en el piso y estaba a punto de decirle que se perdiera, cuando la cosa más extraña pasó. Haciendo un movimiento brusco para alejar mi brazo de él, de alguna manera durante la bajada mi mano terminó enredándose con la suya. No lo podía creer. ¡Allí estaba yo, sosteniendo las manos del tonto lleno de barro!
Intenté quitármelo de encima, pero él me sujetó y tiró con fuerza, diciendo:
—¡Vamos!
Mi madre salió de la casa y automáticamente su mirada se transformó en la más cursi del mundo.
—Bueno, hola —le dijo a Donghae.
—¡Hola!
Todavía estaba tratando de librarme, pero el chico me había agarrado en un abrazo mortal. Mi madre sonrió mirando nuestras manos unidas y mi ardiente cara al rojo vivo.
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Delirando
RomanceEsta es una historia narrada en dos voces. La primera vez que Donghae vio a Lee Hyukjae, perdió la cabeza. La primera vez que Hyukjae vio a Hae, corrió. Así ha sido más o menos el patrón para estos dos vecinos hasta el octavo grado, cuando, mient...