El domingo me levanté con la sensación de haber tenido gripe. Como si hubiera tenido uno de esos malos, complicados e inexplicables sueños febriles.
Y lo que he descubierto sobre los malos, complicados e inexplicables sueños de cualquier tipo es que sólo tienes que quitártelos de encima. Tratar de olvidar que alguna vez sucedieron.
Lo sacudí lejos, y salí de la cama temprano porque no había comido casi nada la noche anterior y estaba muriéndome de hambre. Pero mientras me arrastraba hacia la cocina, miré hacia la sala familiar y noté a mi padre tendido en el sofá.
Eso no era bueno. Era un signo de batallas todavía en progreso, y me hacía sentir como un intruso en mi propio territorio.
Se dio la vuelta e hizo una especie de gemido, luego se acurrucó debajo de la delgada y pequeña colcha y murmuró algunos bastante desagradables sonidos en su almohada.
Llegué hasta la cocina y me serví a mí mismo un asesino tazón de cereales. Y estaba a punto de inundarlo con leche cuando mi madre entró bailando un vals y lo llevó lejos de mí.
—Vas a tener que esperar, jovencito —dice—. Esta familia va a tener un desayuno de domingo todos juntos.
—¡Pero me muero de hambre!
—Al igual que el resto de nosotros. ¡Ahora vete! Voy a hacer panqueques, y tú tomaras una ducha. ¡Ve!
Como si una ducha fuera a prevenir una hambruna inminente.
Pero me dirigí hasta el baño, y en mi camino noté que la sala familiar estaba vacía. La colcha estaba doblada y de vuelta en el apoya brazos, la almohada había desaparecido... era como si hubiese imaginado todo.
Durante el desayuno mi padre no lucía como si hubiese dormido en el sofá. No tenía ojeras, no tenía bigote. Estaba engalanado en shorts de tenis y una remera polo color lavanda, y su cabello estaba todo arreglado como si fuese un día de trabajo. Personalmente pensaba que la remera le sentaba un poco femenino, pero mi madre dijo:
—Luces muy bien esta mañana, Kang.
Mi padre sólo la miró sospechosamente.
Luego mi abuelo entró, diciendo:
—Deokboon, ¡la casa huele impresionante! Buenos días, Kangheon. Hola Hyukjae —y me guiñó un ojo mientras se sentaba y ponía su servilleta en su regazo.
—¡So-ra! —cantó mi madre—. ¡De-sa-yu-no!
Mi hermana apareció en una triple-X minifalda y zapatos con plataforma, con sus ojos estilo mapache. Mi madre jadeó, pero luego tomó una respiración profunda y dijo:
—Buenos días, cariño. Estás...Estás...Pensé que ibas a ir a la iglesia esta mañana con tus amigos.
—Iré —Sora frunció el ceño y se sentó.
Mamá trajo panqueques, huevos fritos, y patatas fritas a la mesa. Mi padre sólo se sentó ahí rígido como una tabla por un minuto, pero finalmente sacó la servilleta de su regazo y la metió en su cuello.
—Bueno—dijo mi madre mientras se sentaba—. Se me ocurrió una solución a nuestra situación.
—Aquí viene... —murmuró mi padre, pero mi madre le dirigió una mirada y lo calló con una mirada gélida.
—La solución es... —dijo mi madre mientras se servía a ella misma algunos panqueques—... Vamos a invitar a los Lee a cenar.
—¿Qué? —mi padre deja escapar.
—¿A todos ellos? —pregunta Sora.
—¿Hablas en serio? —interfiero.
Pero mi abuelo toma otro huevo frito y dice:
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Delirando
RomanceEsta es una historia narrada en dos voces. La primera vez que Donghae vio a Lee Hyukjae, perdió la cabeza. La primera vez que Hyukjae vio a Hae, corrió. Así ha sido más o menos el patrón para estos dos vecinos hasta el octavo grado, cuando, mient...