El lunes antes de la cena de los Lee, Dara me siguió en la escuela y forzó que Lee Hyukjae volviera a mi mente.
—¡Donghae! Whoa, chico, ¡espera! ¿Cómo estás?
—Estoy bien, Dara, ¿y tú?
—No, en serio —susurró—, ¿estás bien? —cambió su mochila de hombro y miró sobre ellos—. Estuve pensando, ya sabes, que eso fue muy frío por parte de Hyukjae. Especialmente desde que tienes una debilidad por él.
—¿Quién te dijo eso?
—Como si no tuviera ojos. Vamos. Es un hecho. Eso es lo que me preocupa. ¿Estás bien de verdad?
—Sí, lo estoy. Pero gracias por pensar en mí —la miré y dije—: Y, ¿Dara? Ya no es un hecho.
Ella rio.
—¿Cuánto tiempo durará esta dieta?
—No es una dieta, yo sólo, uhm, perdí el gusto por él.
Me miró escéptica.
—Ajá.
—Bueno, lo hice. Pero gracias por, ya sabes, preocuparte.
A lo largo del primer periodo aún me sentía fuerte, bien, y seguro, pero luego la Srta. Yoon terminó la lección unos quince minutos más temprano y dijo:
—Quiten todo de sus escritorios excepto un lápiz o un bolígrafo.
—¿Qué? —todos lloraron, y créanme, yo no era diferente. ¡No estaba preparado para un exámen!
—¡Todo! —dijo—. Vamos, están perdiendo tiempo valioso.
El salón se llenó de quejas y sonidos de carpetas removiéndose, y cuando todos hubimos cumplido con su pedido, ella cogió un montón de brillantes papeles amarillos de su escritorio, abanicándolos con una sonrisa malvada.
—¡Es tiempo de votar por los chicos cesta!
Una ola de alivio barrió la habitación.
—¿Chicos cesta? ¿Quiere decir que no es un exámen?
Ella marcó a través del montón, contando las papeletas mientras hablaba.
—Es como un examen en el que no los quiero confiriendo unos con otros. También es como un examen en el que tienen un tiempo determinado —golpeó un conjunto de papeletas en el primer escritorio de la primera fila, luego fue a la segunda fila—. Recogeré las papeletas de ustedes individualmente cuando la campana suene, y voy a inspeccionar que hayan cumplido con las instrucciones —se escabulló a la tercera fila—. Escojan cinco, y sólo cinco, chicos de la lista. No coloquen sus nombres, y no discutan sus votos con el compañero de al lado —estaba en la cuarta fila ahora, hablando rápido y más rápido—. Cuando hayan hecho sus elecciones, simplemente volteen su hoja —golpeó lo que quedaba en el último escritorio—. No, repito, ¡no doblen sus papeletas!
Kang Daesung levantó su mano y espetó:
—¿Por qué los chicos tienen que votar? Es ridículo tener el voto de los chicos.
—Daesung... —le advirtió la Srta.Yoon.
—¡Sinceramente! ¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Votar por nuestros amigos o enemigos?
Un montón de gente se rio por lo bajo y la Srta. Yoon frunció el entrecejo amenazadoramente, pero él tenía un punto. Veinte de los chicos de octavo grado tendrán que empacar un picnic de almuerzo para dos y ser adjudicado a la mejor postora.
—Ser un chico cesta es un honor... —la Srta. Yoon empezó, pero fue interrumpida por Daesung.
—¡Es una broma! —dijo—. ¡Es embarazoso! ¿Quién querría ser un chico cesta?
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Delirando
RomanceEsta es una historia narrada en dos voces. La primera vez que Donghae vio a Lee Hyukjae, perdió la cabeza. La primera vez que Hyukjae vio a Hae, corrió. Así ha sido más o menos el patrón para estos dos vecinos hasta el octavo grado, cuando, mient...