Episodio 08.

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De vuelta a casa Elizabeth muy intrigada comenzó a cuestionarme.
— ¿ Francis ? Con que ese ha sido tu verdadero nombre, creí que lo sabía todo de ti.
Yo un poco apenada hacia a un lado los cabellos que cubrían mi cara mientras le respondía.
-—  y lo sabes todo, aquel día en el burdel iba a contarte, despues pasaron muchas cosas y al final no logré hacerlo con el tiempo lo olvide, hasta el día de hoy.
Te ofrezco una disculpa a partir de ahora prometo no volver a ocultarte nada.
— está bien, hablaremos después no te preocupes a pesar de todo para mí siempre serás victoria.
Agradecida abracé a Elizabeth por entenderme, le desee las buenas noches y después camine hacia mi habitación.
Ella mi mejor amiga entendio muy bien lo que me estaba sucediendo, no me aturdio con más preguntas y mucho menos hizo algún intento por detenerme .
Ya del otro lado cerré mi puerta, y corrí hasta quedar de rodillas frente a mi cama, comenzé a buscar debajo de esta mi viejo baúl, cuando lo tuve entre mis manos lo abrí tan rápido como pude, del fondo de este saque un empolvado collar y un viejo abanico, ambos objetos pertenecían a mi madre y sumado a mis vagos recuerdos eran lo único que tenía de ella.
La aparición tan repentina de Daniel me había causado un completo desorden en mi vida, el poco control que había conseguido sobre mis emociones perdía fuerzas de a poco comenzaba a sentir que  desaparecia en ese momento seguía estando muy feliz ya que por caprichos o azares del destino me volví a encontrar con mi viejo amigo, pero también muy triste por qué con su llegada también removió recuerdos que habían permanecido guardados por mucho tiempo, recuerdos que me hieren, mismos que materializan y me recuerdan lo miserable que ha sido mi vida.
Que halla vuelvo a aparecer en mi camino es como una daga clavada muy dentro de mis entrañas misma que me provoca deseo  retirar ya que el dolor o daño que me causa es algo que disfruto mucho.
Tratando de distraerme me puse de pie y comencé a caminar por toda la fría habitación, mientras lo hacía  tararee la cancion de cuna de Maggie quería  evitar a como de lugar llorar y gritar, desde hace un rato mi voz habia desaparecido  quise  gritar para pedir ayuda pero no pude la  gran presión que se había formado sobre mi pecho me estába doblegando y me  orillaba a ser presa de mis sentimientos.
Hubo un momento donde desee tener a mi merced la pradera más grande del mundo y correr sobre ella huyendo de todo lo que alimente mi sufrimiento, huir a donde pueda dejar de fingir y a dónde pueda ser yo misma.
El collar se me escurrió de las manos y el  ruido que ocasiono al chocar contra el suelo provoco que me detuviera y volviera a la realidad, cayó y rodó muy cerca de la mesa de noche y en medio de la oscuridad me puse de rodillas buscándolo, después de una breve búsqueda lo cogí y lo colgué sobre mi cuello, de repente un ligera paz envolvió mi cuerpo ahuyentando todas mis fuerzas necesarias para  levantarme, me quedé ahí en un rincón llorando pero de cierto modo en tranquila conmigo misma.
En ese instante perdi la batalla contra mi sentir, mi fragmentado corazón, una vez más hizo hasta lo imposible por no romperse más de lo que ya estaba, al final me decidí por liberar un poco de toda mi frustración acumulada y gozar de la paz que me causaba llorar, liberaba  de algún modo mi alma.
Aquella noche no fue más que lámentos provocados por vagos recuerdos, hasta que Elizabeth entro a salvarme, me abrazo y sin decir una sola palabra se quedó ahí el resto de la fría y larga noche.
A la mañana siguiente, sin dormir absolutamente nada, cansada y con ojos pesados buscaba el coraje para abandonar la cama y empezar el día.
Me retire el collar, levanté el abanico y después los devolví al fondo del baúl
Cuando logré hacerlo me percate de que Elizabeth seguía aún dormida, me hizo sentir bien el saber que por lo menos ella si logro descansar un poco, decidí salir sigilosamente de la habitación cuidando el sueño de mi amiga  e ir a la cocina a preparar algo de té, cogi mi abrigo y después camine apresurada buscando un pocillo y unos trozos de leña para alimentar el fuego, con suerte el té estaría listo antes de que Elizabeth despertase.
A fuego lento puse el agua a hervir, yo decidí salir y esperar en el jardín, intente distraerme disfrutando de la brisa gélida sobre mi rostro y por supuesto del canto de las aves.
De pronto a lo lejos el ruido de una carreta y el bufido de un caballo llamaron mi atención, voltee al camino de tierra y entre los árboles de su alrededor logré ver una una acercarse,
Cuando está estuvo lo suficientemente cerca pude darme  cuenta que en esta venía Daniel y lo confirme caudno levanto uno de sus brazos y comenzó a agitarlo mientras me llamaba por mi nombre.
— Victoriaaaaaa, Victoria.
Casi me voy de espaldas, no recordaba que Daniel regresaba hoy, me levanté y volví a dentro, corriendo y gritando entre a casa intentando  despertar a Elizabeth.
Para mí sorpresa ya lo estaba y la encontré en la cocina terminando de preparar el té.
— Elizabeth creí que seguías dormida.
— me levanté hace un momento y  vine a la cocina buscándote, me pareció extraño no verte, hasta que salí afuera y te vi en el jardín.
— horita hablamos Daniel está llegando, distraelo, ahora vuelvo.
— ¿ Lo olvidaste ?
Pregunto Elizabeth con una sonrisa.
— si, porfavor habla con él y dile que espere un momento, trataré de vestirme lo más rápido que pueda.
Respondí mientras corría hacia la habitación.
— está bien, tranquila.
Elizabeth retiro el pocillo del fuego, atuso su castaño y largo cabello y después se dirigió al patio.
Daniel hacia su entrada acercandose al jardín con su ruidosa carreta,
— hola Elizabeth perdón por llegar tan temprano ayer olvide decirles que venía  para llevarlas a la finca.
— Buenos días sr Daniel está bien, ignoraba ese detalle, ahora estoy emocionada pero no sé preocupe Víctoria y yo empezamos el día muy temprano, por favor pase adelante está muy fresco aquí afuera, una taza de té seguramente nos pondrá más cómodos.
— que amable muchas gracias, por favor después de ti.
— muchas gracias.
Pásale estás en tu casa.
— Vaya, había olvidado como se veía por dentro, está igual, no ha cambiado nada, ayer por el susto no me di cuenta de nada, es la misma que construimos hace 28 años, justo el día que nació  victoria.
Exclamo Daniel impresionado.
Mientras servía el té Elizabeth menciono.
— interesante después tendrá que contarme esa historia.
Ahora porfavor siéntese, vamos a esperar a victoria, seguramente está por venir.

Victoria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora