LO HAREMOS JUNTOS

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Simón pedaleo lo más rápido hacia la cancha de fútbol, pues estaba seguro de que Wilhelm se encontraría ahí.
Al llegar vio a Wilhelm recostado debajo de una de las porterías y empezó a gritar
—¿¡Wilhelm eres tú!?—
Al acercarse más, vio que si era el, así que solo fue a abrazarlo y dijo
—Wilhelm perdóname por comportarme así, pero yo también quiero estar contigo,,sin importar lo que dirán, porque yo también te amo—
Wilhelm alzó su mirada, para ver a Simón, sabía que lo que había dicho era en serio, así que sin pensarlo más, ambos se dieron un beso, al fin se volvían a reencontrar.
Después del beso, se abrazaron y los dos tomaron asiento, y Wilhelm preguntó
—¿Como sabrías que estaría aquí?—
—Tu mamá, me dijo que le habías dicho que irías a un lugar falso, y pues supuse que era aquí, empiezo a creer que este es nuestro lugar especial— replicó Simón.
—Creo lo mismo— replicó Wilhelm
Ambos se miraron y se tomaron de las manos, así que Simón preguntó
—¿Y ahora que haremos?—
Wilhelm pensó en que decir y sin dudarlo dijo
—Está vez quiero hacer las cosas bien, no dejaré que decidan a quien debo o quien no  amar o cosas por el estilo, esta vez quiero que lo único real que pase en mi vida, seas tu y nada más, y quiero que lo hagamos juntos—.
—está bien, lo haremos juntos— replicó Simón con una sonrisa.
Ambos se levantaron y Wilhelm se apoyó en Simón, pues aún seguía un poco borracho, y así ambos se fueron a la parada a esperar el autobús. Se subieron y tomaron asiento, mientras iban abrazados. Llegaron a Hillerska y bajaron del autobús, y juntos caminaron hacia la entrada de los dormitorios de los varones, donde afuera los estaban esperando varios guardaespaldas, Simón le dio a uno de los guardaespaldas el brazo de Wilhelm para que lo sostuviera y después se iría, pero de repente la reina salió y dijo
—Simón, quédate, debemos hablar los tres—
Simón caminó junto con la reina y el guardaespaldas que llevaba a Wilhelm, dentro de la casa de los varones,  para dirigirse a la habitación del príncipe. Ya en la habitación el guardaespaldas dejó a Wilhelm sentado en la cama y prosiguió a retirarse del lugar, y después la Reina dijo
—Los tres debemos aclarar las cosas, para que esto no vuelva a suceder—
Wilhelm y Simón se miraron y asintieron con la cabeza
—Mira Wilhelm, eres el príncipe heredero, mi sucesor, se que tu no pediste esto, pero necesitas saber que eres el único que podrá tomar mi trono, porque si desertas, el nuevo rey, podría ser August, y creo que ninguno de los tres queremos que eso suceda—.
—Lo se mamá, pero no quiero ser rey, si me niegan a estar con la persona que amo— replicó Wilhelm.
La reina lo interrumpió, antes de que dijera otra cosa...
—Lo se, me queda claro, y haremos esto, por el momento podrán continuar cómo estaban,podrán tener contacto en la escuela y fuera de, pero sin actos amorosos—
—Mamá, es que no entiendes, ya no quiero ocultar más a Simón, quiero poder decir que es mi novio— dijo Wilhelm en un tono alto.
—No me dejaste terminar, así que después de que tú tengas la corona en tus manos, podrás anunciar a Simón cómo tu novio, pero por lo tanto, para no tener problemas con la corona, haremos eso—replicó la Reina
—Yo estoy de acuerdo, Wilhelm yo solo quiero estar contigo— dijo Simón.
—Está bien mamá, haremos eso—replicó Wilhelm
—Y podrás llevar a Simón contigo a las vacaciones, y si vuelven los rumores, solo dirían que gracias a eso fue  que se hicieron grandes amigos— dijo la reina
La reina no dijo más y se despidió de ambos muchachos y se retiró de la habitación.
Wilhelm y Simón se abrazaron y se acostaron. Sin dudarlo Wilhelm se empezó a quitar la camisa, y prosiguió a quitársela a Simón, mientras se besaban, continuaron y ambos se quitaron la ropa y empezaron a hacer de las suyas.
Despertaron y vio que ya había amanecido, mientras tanto Simón dijo en un tono cariñoso
—Buenos días alteza, ya es tarde—
Wilhelm le sonrió y se dieron un beso.
Ambos se levantaron de la cama y comenzaron a vestirse, Simón abrió la ventana y ya se iba a ir, pero Wilhelm lo detuvo...
—Simón, la puerta esta por aquí—.
—Lo se, pero para que no nos vean— replicó Simón.
—Eso fue antes, vamos a desayunar juntos— dijo Wilhelm
Simón se acercó a Wilhelm y se dieron otro beso y salieron de la habitación, para dirigirse al comedor, pues ya casi terminaba la hora del desayuno.

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