SIMÓN

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Simón cerró la puerta de su casa de golpe y se fue corriendo a su habitación, el hecho de que Wilhelm acabara de aparecer en su puerta pidiéndole hablar con el y explicarle las cosas, le afectó. Su madre y su hermana habían contemplado todo lo que acaba de suceder, se sentían destrozadas por ver a Simón en ese estado, de hecho se pasó todas las vacaciones encerrado en su cuarto, no salía mucho. Simón al llegar a su habitación se recostó y comenzó a llorar hasta quedarse dormido, de verdad que todo lo que había sucedido con Wilhelm le había afectado muchísimo. Simón se despertó, se asomó por la ventana y observó que ya era de noche, salió de su habitación y se dirigió a la cocina, su madre y su hermana estaban cenando, no comentó nada y solo tomó un vaso de agua, de repente, varías luces de sirenas inundaron la casa, Simón se asomó por la ventana de la cocina y vio que eran varias patrullas y algunos carros blindados.De uno de ellos, descendió una mujer con un abrigo de piel y traía puesto consigo una tiara, tocaron a la puerta y cuando Simón abrió, vio que era la Reina.
—Tenemos que hablar Simón— replicó la reina Kristina.
—Majestad, mmm... claro, pase— contestó Simón.
Simón en seguida fijó su mirada a su madre y a su hermana para que se retiraran a sus cuartos, para así poder hablar tranquilamente y un poco más privado.
—Simón, he venido a ti, porque me preocupa lo que vaya a pasar con Wilhelm—exclamo la Reina.
—Majestad, no tiene porque preocuparse, Wilhelm habló conmigo y puede estar segura de que la reputación de él y de su familia, no correrá más peligro—Contesto Simón.
—Espero que así sea, si no tendré que cambiarte a ti y a tu hermana de instituto—.
—¿¡Disculpe!?—replicó Simón.
—Había pensado en no dejar que Wilhelm asistiera de nuevo a Hillerska, pero mi familia ha estudiado ahí por generaciones, y no dejare que un inconveniente como este, acabe con esa tradición familiar—replicó la Reina algo furiosa.
—Majestad, lo siento pero no dejaré que esto afecte también a mi hermana Sara, ella no merece esto—.
—Bueno, pues entonces no quiero que le dirijas la mirada a Wilhelm, ni siquiera una palabra, no asistas al mismo equipo de remo, puedes elegir otro deporte, le indique a los profesores que estuvieran lo más separados uno del otro en los salones de clases, así que todo debe de volver a la normalidad, cómo era antes de que ustedes dos se conocieran, ¿Quedó claro?—
—Si majestad— replicó Simón no muy convencido.
Sin más que decir, la reina se retiró de la casa y se dirigió a su carro, los elementos de seguridad comenzaron a subirse a las patrullas, y se fueron escoltando al carro de la Reina.
Simón cerró la puerta y tomó asiento en una de las sillas del comedor, tomó un poco de aire y se levantó para dirigirse a su cuarto, pero antes su madre lo detuvo.
—Simón, cariño, ¿todo bien?—
—¡No!.No está nada bien, me pidió que dejara de asistir al equipo de remo, para que no estuviera con Wilhelm, además de que le pidió a los profesores que nos alejaran en los salones, así que no le puedo dirigir ni la mirada, ni la palabra, porque sino, dijo que tendría que sacarme a mi y a Sara de la escuela—replicó Simón alterado.
—Hijo, pero ella no puede hacer todo eso, debo hablar con la Directora, el equipo de remo te ha estado gustando mucho, y además Sara no merece que le hagan pasar todo esto—
—Si, si puede, porque es la reina, así que déjalo así mamá, ya veré cómo alejarme de él, descansa y buenas noches— contestó Simón.
—Ok hijo, descansa— replicó su madre.
Terminada la conversación con su madre, Simón se dirigió a su cama todo frustrado, este tema de no acercarse a Wilhelm era mucho para el, pues le enojaba el hecho de que la reina lo acabara de amenazar con sacarlo a él y a su hermana del instituto, además de que se sentía destrozado por separarse de Wilhelm, aunque no podía negar sus sentimientos. Simón seguía gustando de Wilhelm, y verlo cada día sin poder abrazarlo o besarlo, sería algo demasiado duro para el, y sin más que pensar, se quedó dormido.
Despertó a la mañana siguiente y se alistó, no muy alegre, para dirigirse al instituto. Salió de su casa y tomó el autobús junto con Sara para llegar a la escuela, en el camino al igual que Wilhelm, Simón observó que habían incrementado la seguridad en Hillerska; al llegar a la parada, descendieron y caminaron a la entrada del instituto, pasaron el detector de metales y se dirigieron al salón de clases, donde sería su primera clase. Sara no pudo evitar las miles de miradas que todos les hacían, pero al parecer, a Simón lo único que le importaba, era no toparse con Wilhelm.
Llegaron al salón y el profesor ya estaba en el escritorio, esto era muy extraño, normalmente los profesores llegaban después de que ya todos los alumnos estén dentro, sin embargo, el profesor al observar que Simón había llegado, se levantó y se dirigió a él...
—Disculpe, pero a partir de hoy se le asignará  un lugar específico en cada clase a usted y a su hermana, en mi clase, deberán tomar los últimos asientos de la cuarta fila— indicó el profesor.
Simón no replicó nada, solo tomó a su hermana del brazo y caminaron a donde el profesor había indicado.
Ya ahí, ambos sacaron sus cosas de la mochila, y se prepararon para tomar la clase, sin embargo a Simón se le había olvidado entregarle los ejercicios extra que mando de tarea, para reforzar lo aprendido, los tomó de su mochila y se levantó para dirigirse al escritorio, se los entregó al profesor, pero al darse la vuelta para regresar a su lugar, observó que Wilhelm había entrado al aula, ambos se quedaron mirando fijamente uno al otro, perdiéndose entre sus miradas, Wilhelm se acercó a Simón...
—Hola, oye...— dijo Wilhelm
Simón rápidamente lo ignoró, y se dirigió a su lugar para tomar tranquilamente la clase.

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