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Las tiendas llenas de carteles ordenando el uso de mascarillas era algo común, pero en las galerías mucha gente desobedecía esta regla, Alex vagaba sin rumbo por la ciudad, desconocía gran parte de la ciudad luego de pasar una gran parte de su vida en Francia, solo llego a la galería guiado por el inconfundible sonido de un violín, habían pasado años desde que el solo podía escuchar sin preocuparse de tener que tocar.

El estilo musical de un violinista callejero es muy distinto a un violinista de concierto, el violinista callejero puede tocar lo que quiera y como quiera sin regirse por ninguna norma de tiempo o de ritmo de la partitura, para Alex ver a una hermosa chica de pelo corto y ojos cafés tocando en esa galería fue algo totalmente deslumbrante, la música en violín que él había dejado de lado hace ya cuatro años sonaba de una manera totalmente desconocida para el.
en su momento fue un violinista reconocido en Francia como un prodigio musical, un tesoro de la música clásica. Pero ahora el estaba en una ciudad a miles de kilómetros de Paris escuchando a una joven violinista tocar de una manera totalmente incorrecta a sus oídos, pero pese a saber que la música que ella presentaba era algo totalmente inaceptable para el, el no pudo dejar de escucharla, embobado por el ritmo alegre que presentaba un violín que a sus ojos era libre.

La joven violinista parecía no notarlo, estaba totalmente absorta en su música sin importarle el publico que tenia o quien la escuchaba ella solo se limitaba a tocar de una forma en la que ella se sintiera libre.

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