1. Remus Lupin versus el chocolate

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13 de Julio del 2018

-¡Remus!- Una voz grito despertándome de mi hermoso sueño donde me encontraba en una librería oliendo los maravillosos libros y pasando mis dedos sobre sus finas hojas. Abrí los ojos de malhumor y me encontré a mi padre mirándome- ¡Levántate de una maldita vez, ya son las siete!

No quería levantarme, porque era viernes y eso significaba que tenía que ayudar a mi padre a reparar el auto. Mi padre insistía en estas pequeñas lecciones, porque en sus palabras "Tengo que enseñarle cosas de hombres al niño, Hope, ya es lo suficientemente afeminado leyendo todas esas novelas."

Mi padre salió del cuarto y me dijo que me veía en cinco minutos en la cochera, yo asentí y después cerré los ojos. Últimamente prefería estar en mi cama. Sin la escuela y sin la constante ansiedad y presión que traían consigo las interminables pilas de tarea, exámenes y proyectos, me sentía vació, como si no tuviera un propósito, ¿de qué servía levantarme de la cama si no tenía nada que hacer? Me levante y me cambie de ropa, lance mi pijama a la pila de ropa en el suelo, que cada día se hacía más grande. Baje las escaleras, sin ánimos, mi madre estaba en la cocina, en la barra estaban dos termos, uno de ellos siendo llenado con café recién preparado.

-¡Buenos días cariño!- Dijo con una voz alegre, termino de llenar el termo y me entrego ambos.- Toma, tu padre te espera en la cochera.

Hice una mueca al tomar los termos, no me gustaba el café.

-El rojo tiene chocolate caliente.- Me dijo con un guiño, yo le agradecí y me arme de valor para ir y enfrentar mi destino.

-Al fin llegas, pásame la llave inglesa- después de un par de viernes ayudando a mi padre, aprendí que si llegaba tarde, mi padre comenzaría sin mi. Puse los termos en la mesa junto a la caja de herramientas y le pase la llave a mi papá.

Hizo un par de cosas en el motor del coche con la llave inglesa y después me pidió su termo, le pase el azul y le di un sorbo al rojo, chocolate caliente, tal y como mi madre me había prometido.

-Aja- exclamó mi padre, haciéndome señas para que me acercara- ¡Ya vi el problema! ¿Puedes detectarlo?

Mire el motor, a mis ojos eran un montón de cables conectados a un montón de cajas y tubos.

-Si, ya lo veo- mentí, probablemente mi padre noto que no tenía ni idea de lo que hablaba, pero decidió fingir que estaba orgulloso.

-Muy bien, hijo, estas aprendiendo.- Pasamos las siguientes dos horas arreglando el motor, o por lo menos mi padre arreglo el motor, mientras yo intentaba no estropear el coche aún más.

Mi madre entro en la cochera justo cuando habíamos terminado, nos saludo y después pregunto:

-¿Les parece si desayunamos en un restaurante? No tengo ganas de cocinar.

Mi padre y yo asentimos, ambos entramos en la casa, subí a mi habitación y me cambie de ropa rápidamente, tome mi celular y la novela que estaba leyendo actualmente; Rojo, blanco y sangre azul de Casey McQuiston, la mire por un minuto, estaba muy agradecido de que mi padre no la hubiera notado en mi buro. Me arrodille y saque una pequeña caja de madera que estaba escondida abajo de mi cama, metí el libro ahí dentro. Había sido una compra estúpida, impulsiva, normalmente meditaba todo, cuales eran las ventajas, las desventajas y cuales serían las consecuencias de mis acciones, pero ese día había tenido una pelea con mi padre y había salido de la casa hecho una furia. Termine en una librería y el libro capto mi atención, era el libro que mi padre clasificaría como "afeminado," la cubierta era rosa y tenía a dos hombres. Lo compre solo para molestarlo, pero al final cuando llegue a casa, no se lo mostré y comencé a leerlo. Era bueno, muy bueno y el príncipe Henry me hacía sentir cosas que no sabía explicar.

-¡Vámonos, Remus!- Grito mi madre, rápidamente volví a poner la caja en su lugar y corrí escaleras abajo.

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La cafetería estaba inspirada en los 50s, los meseros usaban patines, había una barra roja con bancos del mismo color, había una rocola que tocaba a Elvis y el piso era a cuadros blancos y negros, pero lo mejor era la comida.

Mis padres habían escogido una mesa cerca de la barra, el mesero (no pude evitar notar que era bastante atractivo y como de mi edad) nos había traído unas malteadas, la mía claramente era de chocolate.

-Esto esta demasiado dulce- dijo mi padre al tomar un sorbo a su malteada de fresa, mi mamá me miró y puso los ojos en blanco mientras sorbía su malteada de vainilla, me reí ante su gesto. Lyall Lupin era un hombre que consideraba que la leche era demasiado dulce, así que me imaginaba que la malteada para el sería el equivalente de meterte cuarenta cucharadas de azúcar a la boca. La mía estaba deliciosa francamente, ni muy dulce, ni muy amarga. Perfecta.

La comida era aún más rica, pedí huevos estrellados con tocino, sinceramente fueron una delicia.

Cuando todos terminamos de comer, el atractivo mesero de cabello rubio trajo la cuenta, antes de irse un pedazo de papel cayó de su mano, me agache para recogerlo, pero cuando alce la vista el mesero ya se había ido, lo mire alejarse, sin tomarle mucha importancia.

-Vámonos, Remus- dijo mi madre y sin pensarlo metí el papel en mi bolsillo.

-Ese mesero lucía como todo un marica- dijo mi padre al entrar en el auto recién reparado.

-¡Lyall!- exclamó mi madre dándole un golpecito en el hombro.

-¿Qué? Es la verdad, tenía las uñas pintadas.

-¿Y?- Exclamó mi madre, ambos comenzaron a discutir, yo los ignore, metí las manos en mi bolsillo y me encontré el papelito que había dejado caer el mesero, cuya sexualidad estaba siendo discutida. Lo desdoble y me encontré con un mensaje.

Me pareciste muy lindo, tal vez podrías llamarme.

Había un número de teléfono debajo de estas palabras, sentí como rápidamente el color subía a mis mejillas, mis padres habían dejado de discutir y habíamos emprendido el camino a casa. Rápidamente metí la nota en mi bolsillo y trate de parecer lo más normal posible. Cada que mi padre me hablaba o que mi madre hacía un comentario sentía que me iban a preguntar de lo que decía el papel y me ponía increíblemente nervioso.

Por la noche no podía dejar de pensar en la nota del chico. ¿Qué quiso decir con lindo? ¿Quería decir... que le había parecido atractivo? ¿Por qué uso esa palabra?

Lindo

Sonaba extraña, definitivamente no la usaría para describirme. Raro, sería más apropiada.

¿Debería llamarlo? ¿Escribirle? ¿O simplemente ignorar el mensaje?

Espera... ¿Por qué estaba considerando ponerme en contacto con él?

Me levante de mi cama y urge en los bolsillos de los jeans, tome la nota y la rompí en muchos pedacitos. Inmediatamente me arrepentí de haber hecho eso, mierda.

Me deje caer en la cama, y no puede dormir porque estaba pensando en... chicos.

Chicos, no en chicas como se suponía que debía hacer.

Chicos.

Abrazo de Luna [Wolsftar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora