06 | El desconocido del espejo

532 30 1
                                    



06 | El desconocido del espejo



Luc


Abro los ojos de golpe en cuanto escucho el timbre de mi casa.

Tardo unos segundos en procesar dónde estoy, qué día es hoy y, básicamente, quién narices soy. Me siento algo perdido, aunque supongo que es normal teniendo en cuenta lo soñoliento que me noto. Estoy sentado en el sillón, justo delante de la tele encendida. Ayer no pude dormir, y negado a no hacer más que dar vueltas sobre la cama, me vine a ver una película. Supongo que en algún momento terminé quedándome dormido. Creo que hoy he dormido unas cuatro horas.

El timbre vuelve a sonar. Una. Dos. Tres veces. No tengo ni que abrir la puerta para saber quién ha venido a joder a estas horas de la mañana. Apago la televisión y me levanto del sofá para ir directo hacia la puerta. Nada más abrirla, Liam se escabulle y pasa por mi lado antes de que pueda bloquearle el paso. Suelto un gruñido de pura frustración.

—¿Qué estás haciendo? —No controlo el portazo que doy, ni mi mala cara cuando lo sigo hacia la cocina.

—Ser el mejor amigo del mundo. ¿Alguna objeción?

Tardo en recordar que ayer salió de fiesta con Nina y Noah. Me pregunto a qué hora habrá llegado a casa, o si al menos ha dormido algo. Lleva sus gafas de sol, así que algo me dice que no ha logrado descansar mucho. Bueno, pues ya somos dos.

—Debes tener una cara de mierda —me burlo cuando deja una bolsa sobre la encimera. Se gira para mirarme.

—Qué buen amigo eres, ¿querías ir conjuntado conmigo? Porque tú tampoco estás mucho mejor que yo. Das asco.

—Vaya. Gracias.

—Aunque no tanto asco como esta casa. Mira que yo soy un desordenado de cojones, pero es que este salón está a otro nivel. Estoy seguro de que aquí se crían cucarachas.

—Que me acabe de levantar no te salva de ganarte una patada en el trasero.

Liam analiza con una mueca el salón y la cocina. Puedo leerle la cara y saber lo que está pensando. Temo que se me vaya a ir la mano como vuelva a soltar algo. Me duele la cabeza y eso hace que tenga la mecha corta, así que a la mínima que vaya a volver a despotricar lo echaré a la fuerza. Estoy cansado, no tengo ganas de que me eche en cara lo descuidado que he estado siendo. Soy lo suficientemente consciente.

Termina soltando un suspiro, desentendiéndose del asunto. Empieza a sacar comida de la bolsa que ha traído y la va dejando en la mesa de la cocina.

—Siéntate. —Hago lo que me dice, más que nada porque no creo aguantar mucho rato en pie.

—¿A qué has venido?

—A cuidarte. Sabía que ibas a estar dormido, y no me habría gustado verte llegando tarde al trabajo. Por eso estoy aquí. Y como también sé que eres un vago de mierda y que habrías ido a trabajar sin comer nada, te he traído esto.

Veo unos cuántos donuts, dos vasos de café y un tupper lleno de trocitos de fruta. Estiro mi mano hacia lo que más me interesa, quiero llevarme algo de azúcar al estómago. Liam lo aleja de mí antes de que me haga con los donuts.

—Te dejaré probar uno si primero te comes la fruta —dice sentándose en la silla de enfrente.

—Será broma.

Cuando salga el sol ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora