1 | el destino de lo inevitable.

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-Lee Felix, es tu turno de volver a la tierra.

El pequeño astronauta había pasado cinco años en la Estación Espacial Internacional, cinco años viendo la tierra desde lejos, entre las estrellas, extrañando la gravedad de la tierra, el aire fresco, el viento, el cielo azul, tantas cosas de la vida terrenal que había abandonado por su sueño de vivir en el espacio infinito que ahora ya le parecía aburrido.

Se despidió de sus compañeros con una sonrisa, prometió saludos y llevó con él cartas de ellos a sus amores y no pudo evitar pensar que eran unos afortunados, y se imaginó en un universo alterno donde él tenía a alguien a demás de su madre esperándolo en la tierra, le importaba muy poco que si era una atractiva jovencita o un lindo chico.

Se subió a la pequeña nave, él no la manejaría, sólo sería despedida hacia la tierra y tenía los recursos que utilizaría en esos días hasta su llegada al suelo terrestre, con sus equipos de comunicación estaría al tanto de todo lo que pasaba fuera de esa cápsula, y se encerró allí intentando no pensar en la claustrofobia, y sonrió por última vez, mirando el planeta verde frente a él.

Su casa, su hogar.

Comenzó su viaje, días le faltaban para poder hacer tantas cosas de humanos que extrañaba con su alma.

Y fue la primera noche, en el momento en que cerró sus ojos para dormir, cuando un impacto sacudió la cápsula, lo despertó con gran susto, golpeó su cabeza contra algo que lo hizo cerrar los ojos con dolor mientras sentía todo girar y vio el universo girar frente a sus ojos al volver a abrirlos, confirmando que no era una pesadilla. Lejos, lejos, lejos de su trayecto, lejos de su planeta, vio el asteroide pasar frente a él y simplemente se ahogó con el aire, sintió algo caer de su frente y gotear sobre el teclado.

No le habían avisado que se acercaba, no le habían dicho que venía hacia él, había aparecido de la nada, sus ojos se abrieron y se llenaron de lágrimas.

-No...

-Lee Felix -escuchó la voz a través del comunicador-. Te has desviado de la órbita, lo siento, no hay nada para hacer.

Felix miró con impotencia a todos los sistemas, buscando una solución que efectivamente no había.

Estaba varado, en mitad del espacio, y nunca podría volver, estaba destinado a ser otro astronauta perdido, y morir en esa cabina en soledad.

Lo dejarían sólo, lo sabía, tal como habían escondido e ignorado a todos los astronautas antes que él que murieron por la circunstancia que sea, pero abandonados lejos de órbita.

Un sollozo escapó de sus labios.

-Hizo un gran trabajo, señor Lee. Descanse en paz.

-No, ¡No!, ¡NO ME DEJEN AQUÍ!

La radio se apagó, y por más que la golpeó o presionó todo lo que pudo, no volvió a surgir ningún sonido de esta, y sollozó, cansado.

Cruzó sus brazos sobre sus piernas, llorando con desconsuelo, sintiendo frío y soledad.

Estaba perdido.

Lloró por varios minutos, lloró en vano porque sabía que eso no haría nada para revertir su situación, hasta que una brillante luz lo distrajo. Sintió la cápsula temblar, y miró a la eternidad esperando algo raro.

Y vaya que pasó lo raro.

Una extraña y fuerte luz lo cegó, cerró los ojos con fuerza y cuando lo volvió a abrir se encontró acostado en el suelo.

-Hey, hey, humano... ¿Estás bien?

Soltó un quejido y abrió los ojos con lentitud, todo parecía muy brillante detrás de sus párpados.

Se sobresaltó al ver a un muchacho algo agachado frente a él, retrocedió sobre sus codos, y aquel chico lo miró sin entender.

Sus ojos eran pequeños, rasgados y adorables, tenía brillos cual estrellas dentro, su cabello era de color plata y pequeños brillos parecían purpurina esparcida en sus mechones, su piel era pálida y hermosa, contextura delicada y delgada y se veía simplemente hermoso y extraño.

Respiró agitado desde unos metros más atrás.

-Lo siento, lo siento, lo siento, fue mí culpa lo del asteroide... Estaba golpeándolos por diversión y uno se fue muy lejos y no pensé que te iba a dar, lo siento...

El chico hablaba y parecía aún más hermoso, sus ojos iban del suelo hacia él y se veían adorables al moverse.

-¿Me estás entendiendo, verdad? ¿Estoy hablando bien su idioma humano o sólo se escuchan un montón de sonidos raros? Porque en serio sería ridículo -y sus mejillas se tiñeron de rojo y Felix suspiró por aquella imagen.

Asintió con torpeza, sorprendido.

-Oh, es bueno saberlo- sonrió, sus ojos desaparecieron y sus dientes aparecieron en una sonrisa nunca antes vista y completamente encantadora que hizo su interior cosquillear.

-¿Qué... Eres? -murmuró Felix-. En verdad eres muy hermoso.

El chico de pelo plateado alzó sus cejas, sus orejas estaban rojas cual grana, y sonrió mínimamente.

-Soy Changbin -se presentó-. Soy un Hijo de las Estrellas, somos parientes estelares de los humanos, pero distintos.... Pero creo que ustedes nos conocen como alienígenas.

El chico se le acercó y extendió su mano hacia él, Felix la tomó y aquel hermoso peli-plateado lo ayudó a levantarse.

Los ojitos de Changbin lo miraron de arriba a abajo, Felix sintió como si lo estuviera analizado, en su mente, una ridícula idea de que estaba escaneándolo con rayos X y estaba viendo todos sus órganos, quizás leyendo su mente al mirarlo a los ojos, descubriendo su pasado y revisando sus memorias, pero la expresión inocente y curiosa de aquel ser lo hizo dudar.

-Y brillas... Qué bien -y sonrió de nuevo y Felix sintió sus piernas temblar de tan hermosa imagen, nunca lo había afectado tanto una vista-. Pero bueno, quería ayudarte porque casi hago que mueras aquí... Eso sería triste, puedo llevarte a la tierra de nuevo, aunque tarde unos días, esta es mí nave, es algo pequeña y lenta, pero aguantará ¿Qué dices?

Felix asintió, notó los rosados labios de Changbin y relamió los suyos sin querer, a lo que el chico respondió con un sonrojo y guiñó uno de sus lindos ojitos, poniéndolo demasiado nervioso, de una manera que nunca había sentido.

Aunque también podría ser por el shock y el miedo de que un alien tan lindo la haya salvado.


❝ Y podrías decir que en ese momento fue cuando ambos caímos, dos mundos colisionado entre ellos, dos mundos diferentes, que terminarían destruyendo se el uno al otro por su amor de forma inevitable, porque así era nuestro destino.
El destino de lo inevitable.❞


[ 💫 ]


Hijos de las Estrellas: Es la raza alienígena de Changbin, como también de Chan y otros mencionados, son similares a los humanos pero mucho más cercanos a las estrellas, tanto que poseen pequeñas estrellas en sus cuerpos, en sus ojos es su principal característica, pero también como lunares o pecas, y es menos frecuentes tener el cabello plateado (como tiene este changbin único y detergente), pero también es posible

Estrella Binaria: es la forma que tienen para llamar a su "Alma gemela", tienen el poder de reconocerla ya que ven a su pareja brillar (como un halo de luz alrededor de este), son compañeros de la eternidad y desde la creación del universo (profundo, viejo).

ola, aquí yo de nuevo.
Voten y reciben un escupitajo por parte de Changbin.🤠

bitter star [changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora