Desde el comienzo el ser humano solo podía pensar en sobrevivir y satisfacer sus necesidades básicas. Ahora que tenemos más en que pensar, que tenemos lugares y momentos donde nos sentimos seguros y con tiempo libre nos damos cuenta con más claridad la fragilidad de nuestra vida.

Estamos vivos ahora y no importa cuánto conocimiento tengamos, cuántos libros hayamos leído o cuantas veces fuimos reconocidos al final del día no entendemos para que estamos en este mundo por un insignificante lapso de tiempo. Acaso nuestra existencia es igual de indiferente que el tiempo eterno.

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