Prólogo

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    En estos momentos, siento la urgencia de golpear mi cara contra el suelo. Sin embargo, como sería una falta de educación hacerlo frente al rey y la reina, me mantengo quieta y analizo sus palabras una vez más.

   Una parte de mí, en algún lugar profundo, me dice que debo declinar la oferta con cortesía e incluso hacer una de esas anticuadas reverencias en señal de respeto.

   Es que... ¡Por todos los linces! Yo no me preparé en la escuela militar para esto.

—Majestad, discúlpeme. ¿Puedo preguntar por qué pensaron en mi para este trabajo?

   Por un momento hay un gesto de ofensa en la cara de Kya. Después de que me haya criado por años, no le ha gustado que use su título. Pero después de ser regañada por tantas personas y recibido malas miradas de la gente por llamar a sus majestades por sus nombres de pila, siendo yo una plebeya, bueno una se acostumbra a respetar ciertas cortesías.

—Gaia, eres una de las pocas personas que mi hija ya conoce. No será tan dramático para ella que tú seas su guardaespaldas.

—Y actualmente no nos conviene confiar en extraños —agrega el rey.

   Miro a Allan. El rey siempre me ha generado cierto respeto temeroso. Dicen que sabe tus pensamientos.

   Es sorprendente que a pesar de los años ambos siguen teniendo rostros jóvenes. Como si la corona o la sangre de estirpe real de nuestro planeta no los dejara perder la perfección.

—Hazel tiene cuatro años. Cuando nació dijeron que le darían una infancia normal. No creo que yo siguiendo sus pequeños pasos a donde sea que vaya sea algo que le pase a todos los niños.

   Kya niega con la cabeza con cierto remordimiento en la mirada.

—Lamentablemente, en guerra o paz, los herederos al trono no son niños normales —comparte una mirada con el rey—. Lo cierto, Gaia, es que la princesa ha recibido en el último año más de tres atentados y un intento de secuestro. No podemos arriesgarnos a perderla.

   Asiento con la cabeza.

   No tengo hijos pero entiendo mejor ahora la preocupación que tienen.

   Esto confirma las sospechas que se empiezan a tener en algunos pueblos del sur. La gente susurra por ahí de una organización criminal en contra de los gobiernos monárquicos. Pero hasta el momento no han ocurrido disturbios y yo creía que eran simples rumores pasados de boca en boca.

—¿Por qué yo? —cuestiono sin entender aún.

   La respuesta de Kya es simple y rápida.

—Porque eres la única persona capacitada en la que confío.

   Estoy a punto de replicar, pero me detiene.

—Sé lo que vas a decir. Y sí, por supuesto que confío en mis guardias. No hay una persona que trabaje en este palacio que no sea fiel a la familia real. Sin embargo, los soldados solo mantendrán a Hazel a salvo a toda costa, no la dejarán ser una niña. Ten en cuenta que la mayoría de ellos participaron en la guerra, sus prioridades no van de acuerdo a lo que busco para mi hija.

—Hazel es nuestra única hija y la heredera inmediata a dos reinos —explica el rey—. Para el pueblo ella significa la promesa de su futuro. Por eso queremos que tú la protejas, Gaia.

   Me quedo pensando en sus palabras.

   Hazel Winter Autumn, princesa del norte, heredera de Otoño, heredera de Invierno, la reencarnación del hada de la nieve, la princesa de cabello de nieve y ojos de flor de otoño. Sí, a los cuatro años la opinión pública le ha puesto más títulos de los que es capaz de pronunciar.

   Esa niña puede fácilmente ser considerada una de las personas más importantes de Staciony. Y yo soy una chica de orígenes desconocidos en la que sus padres están confiando para protegerla.

   Miro mis manos temblorosas por un momento antes de levantar la mirada hacia el trono. Ambos reyes me miran aguardando mi decisión final.

   Carraspeo antes de hablar.

—Mi reina. Mi rey. Sus Majestades —inclino respetuosamente la cabeza—. Aceptaré con honor la tarea que me están dando hoy de proteger con mi vida a su alteza real, la princesa Hazel, hasta que la corona así lo requiera.

 Aceptaré con honor la tarea que me están dando hoy de proteger con mi vida a su alteza real, la princesa Hazel, hasta que la corona así lo requiera

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