Después de que hemos terminado de cenar. Es hora de los juegos, algo que se hace en los pueblos del sur después de cada comida importante del día, si se puede claro. Se supone que un poco de juego relajado antes de irse a dormir o cualquier otra actividad hace que se aprovechen mejor los alimentos.
El juego que estaremos jugando todos en esta ocasión fue uno que la reina Kya sugirió cuando ni siquiera habían nacido los niños y que se mantuvo como una tradición especial para los reyes.
—¿No estamos muy viejos para esto? —pregunta el rey Allan mientras su hermana menor se sienta a su lado y se pone a una de sus hijas en el regazo.
—Si tú te consideras viejo yo no te lo voy a discutir —le dice dándole un codazo divertido a su esposo, el rey de Verano.
—Bien, como siempre hagan sus preguntas. Acá nuestro querido Copito estará pendiente para cazar mentiras.
Sonrío un poco cuando Kya lo llama así, el rey de Invierno rueda los ojos por un segundo pero finalmente asiente.
—Yo quiero preguntar primero esta vez —anuncia Tadeo alzando la mano.
Sus mayores le conceden la oportunidad y él apunta a su hermana mayor Chiara con el rostro arrugado.
—Chiara ¿me rompiste mi juguete favorito de mi último cumpleaños? ¿El que papi me trajo de La Tierra? —le pregunta.
Su hermana mayor niega con la cabeza. Tadeo abre la boca sorprendido.
—No fui yo. De verdad.
El niño rubio mira al rey de Invierno buscando confirmación, algo que todos hemos hecho alguna vez en este juego. Su tío suspira y le dice:
—No fue ella, fue uno de tus hermanos varones.
Tadeo ahoga un grito, luce decepcionado, como si le hubieran atacado por la espalda en medio de un duelo y encima el puñal tuviera el sello de su propio equipo.
¿Quién? Pudo ser cualquiera de ellos, viles tretores —señalo a sus hermanos.
—Traidores, se dice traidores —le corrige Chiara.
—Aunque no sé si a los trillizos deba incluirlos en la lista de sospechosos. ¿Mamá, si ya gatean también pueden romper cosas? —le pregunta Tadeo a la reina de Primavera.
—Ocupémonos de una pregunta a la vez, bebé —le responde, está recostada de forma relajada, apoyada en su esposo.
Su pancita no se nota mucho aún, pero me doy cuenta de que lleva un protector de bebés en desarrollo, una prenda diseñadas con un tipo de tela impenetrable e inmune a magias, hechizos o pociones. Se usa anudándolo alrededor del vientre de la mujer.
Son comúnmente usados en embarazos difíciles o por madres que están sometidas a constantes trabajos físicos o peligros para proteger a sus bebés en esos primeros meses tan difíciles.
Con esa tela se le nota una pequeña redondez bajo el vestido que hace evidente su embarazo. Por eso la protección al bebé está directamente peleada con ocultar su existencia. He conocido mujeres que por su situación familiar se ven obligadas a no usarlos y las consecuencias no son lindas de recordar.
Las preguntas continúan de un lado a otro algunas tontas o vergonzosas. Hazel ya decidió que era muy tarde para tonterías y se quedó dormida en el brazo de su primo Tadeo.
Los reyes se están divirtiendo, parecen jóvenes y eso me saca una sonrisa. Este ambiente de familiaridad, es como si se sintieran a salvo.
—Tío tío —Feray se dirige a Ryan, el rey de Verano—. ¿Quién es más fácil de vencer, un tiburón o una ballena asesina? —le pregunta.
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Protectores
FantasiGaia y Qeemi, dos huérfanos criados por la reina hasta alcanzar la mayoría de edad, se reencuentran para asumir una crucial responsabilidad: proteger a la joven princesa, quien se encuentra en peligro constante de secuestro. Sin embargo, su relación...