3🌠Luz

154 36 11
                                        


—Pero entonces. ¿Están enfadados? —pregunta Hazel.

   Alterno mi mirada entre el rey y la reina. Tomaré nota sobre como escapar de este tipo de preguntas incómodas.

—Sí, Hazel, un poco —le responde su madre sin darle demasiada importancia.

—No coincidimos en opinión sobre un asunto. Lo solucionaremos en algún momento futuro —asegura el rey Allan.

    Hazel asiente con la cabeza, entendiendo.

—Creo que deberíamos dejarlos solos, son asuntos familiares privados —le susurro a Qeemi.

—No chicos, todavía pueden acompañarnos —asegura la reina de Otoño.

   La miro enseguida. ¿Hablé tan alto o tiene poderes de audición? Ladeó la cabeza como un animal bebé y ella simplemente sonríe.

—A veces se les olvida que prácticamente también son parte de la familia ¿no? —nos señala el rey sin sonreír, pero con expresión divertida.

   Suelto una risita, estando al mismo tiempo un poco incómoda. Pero mi corazón se siente reconfortado al escuchar la palabra "familia" retumbar en mi cabeza como un eco. ¿Puedo realmente formar parte de esto? Algo no se siente del todo bien, pero al mismo tiempo no quiero que lo esté.

   De repente Qeemi arrastra su silla hacia atrás y se levanta. Lo miro confundida.

—Gracias, pero yo estoy bastante cansado. Ha sido un día largo para mí. Iré a dormir. Con permiso, me retiraré primero.

   Lo observo marcharse con una ceja alzada. Eso fue raro.

   Seguimos conversando un rato más hasta que la princesa casi se cae del sueño, sus ojos se cierran solos, pero vuelve a levantar la cabeza de pronto. Cuando su padre la lleva a su habitación me parece escucharla gritar que es muy temprano.

   Kya se acerca a mi lado mientras una sirvienta de cabello rubio limpia la mesa.

—¿Cómo va el trabajo? —me pregunta.

   Me alzo de hombros.

—Cuidar de Hazel es como tener una hermana menor. Me estoy manteniendo atenta pero no ocurre nada. Creo que los que intentaban atacarla se han rendido.

   La reina de Otoño niega con la cabeza.

—No tenemos tanta suerte. No sé por qué no ha habido intentos en estos días —su entrecejo se frunce un poco—. Pero sigan alertas, sobre todo fuera del palacio.

—Sí —acepto.

   Más tarde esa noche, cuando paso por el pasillo para ir a mi habitación veo una franja de luz salir desde la ranura de la puerta de la habitación de Qeemi. Me quedo mirando.

   Qeemi no puede dormir con luces encendidas.

   Lo sé porque hace muchos años yo misma le cosí a mano un antifaz de tela negra para los ojos, cuando estábamos en la aldea refugio y debíamos compartir una pequeña habitación por la falta de espacio. Yo le tenía miedo a la oscuridad y él no quería privarme de mi pequeña lámpara.

   Que sus luces aún estén encendidas significa que aún no se acuesta. Lo cual me dice que no estaba tan cansado como aseguró estar.

   Entonces como para confirmar mis sospechas lo escucho caminar cerca de la puerta y tropezar con algo soltando un suspiro de exasperación.

   Este chico está en algo extraño. ¿Por qué mentir? ¿Qué está haciendo?

   Me alzo de hombros y sigo mi camino hacia mi habitación. Por mi parte sí que tengo mucho sueño.

   No logro dejar de preguntarme qué estaba haciendo mi compañero ayer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   No logro dejar de preguntarme qué estaba haciendo mi compañero ayer. Lo miro con curiosidad, Qeemi está leyendo un libro infantil para la princesa.

   Contengo las ganas de vomitar y mi cabeza se marea como en un torbellino. Odio viajar en naves.

   El rey de Invierno me observa un momento levantando la vista de su informe sobre la economía.

—Te ves pálida. ¿No te encuentras bien?

   Vaya que debo tener muy mala cara para que el rey más frío se preocupe así. Niego con la cabeza en su dirección.

—Es por volar, majestad. Se me pasará a mitad del viaje —le explico—. De momento le aconsejo mantener las distancias o podría vomitarle encima.

   La reina también frunce el entrecejo y se levanta para sentarse a mi lado.

—Ven, recuéstate en mi hombro. Me tendré que cambiar de vestido de todas formas por el calor que hace en Verano —argumenta.

—Majestad...

—¡Oh vamos! Llámame por mi nombre. No te di alojamiento en el palacio gratis para nada —bromea.

—Kya, el protocolo no...

—El protocolo es una mierda — susurra para que Hazel no escuche.

   Sonrío suavemente recostándome contra su hombro.

—¿Lo dice la reina? —inquiero con diversión.

—No, te lo dice una "hermana mayor" —dice haciendo comillas.

   Me relajo mientras me peina el cabello con las manos.

   Descubro que Qeemi me está mirando de vez en cuando. Tiene una sonrisa llena de calidez que por un minuto entero me aturde. Cuando se da cuenta de que también lo estoy mirando se pone a hablar con la princesa del reciente cuento leído.

   Eres cada vez más raro, Qeemi. Ya tenías tus detalles poco comunes cuando eras niño pero de mayor creo que empeoraron.

   Aun así, todavía me sigo preocupando por ti.

N\A:El capítulo salió más corto de lo planeado, pero no juzgo al destino

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

N\A:
El capítulo salió más corto de lo planeado, pero no juzgo al destino. ¿Qué opiniones hay sobre este capítulo? Cuéntenme, que me interesa.

Pregunta de hoy: ¿De niño tenían alguna especificidad a la hora dormir? Por ejemplo, yo no podía dormir sin un vaso de agua para tomar en mi mesita de noche.

ProtectoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora