Capítulo 1

154 14 3
                                    

—¡Mamá! —me quejé.

—Ay, Min déjame trabajar, ¿quieres?

—Pero es que hace mucho que no me llevas contigo —hablé.

— A ver, ¿es que no entiendes que es peligroso?

—Pero sé cuidarme sola, mamá. No soy una niña.

—¿Acaso quieres que aparezca Sweet Nightmare y te haga daño?

—Madre, un ladrón no asesina, si no roba —justifiqué.

—Bueno, pero estarás a mi lado en todo momento.

—¡De acuerdo! Gracias madre, te quiero. —dije finalizando la conversación mientras me iba a mi habitación.

Entré a ella encontrándome a Chirimoya acurrucada en mi cama, cerca de la almohada.

—Chirimoya —llamé a mi gata, pero ella no me hizo ni caso— Chirimoya —seguía sin responder— Chirimoya, ven, vamos de paseo.

Y como si fuera por arte de magia mi gata ya se encontraba a mis pies, suplicando con la mirada que fuésemos de paseo. La verdad es que no tengo ni la más mínima idea de como puede ser tan activa, es raro, pero me alegra que no se quede todo el día en casa.

—Mamá, iré de paseo con Chirimoya —notifiqué a mi madre ya en la sala de estar.

—¿Pero no ibas a venir conmigo? A ver, decídete hija.

—Agh, sólo serán cinco minutos, iremos al parque y volveremos. No tardaremos nada, te lo prometo. —dije abriendo la puerta con mi gata al lado, mientras sujetaba su correa.

—Te quiero ver en cinco minutos, ni más ni menos.

—Sí, adiós mamá. —Ignoré lo que dijo mi madre.

—Bueno Chirimoya, vamos al parque — dije con una sonrisa en mi rostro.

Fuimos al parque, pero por alguna razón la gata de colores blanco, naranja y marrón no dejaba de maullar.
De un momento a otro, Chirimoya calló.

—Buenas tardes, señorita —habló alguien a mis espaldas.

Me giré, para ver a un chico vestido con un traje de terciopelo blanco, corbata y  con un antifaz y orejas de gato. Era el ladrón Sweet Nightmare.

—Sweet... Nightmare... —murmuré algo asustada. De repente cogí a mi gata en brazos y corrí como si mi vida dependiera de ello hacia mi casa, que estaba a unas manzanas.

Noté a alguien detrás de mi, así que aceleré un poco mientras corría y finalmente entré en casa.

—Min, ¿cómo es que has llegado tan rápido? Estás pálida, ven aquí.

Miré a mi madre que estaba preocupada, y dejé a Chirimoya en el suelo, desatando su correa.

—Estoy bien mamá, solo que vi que no hacia muy buen tiempo —me excusé.

—¿Seguro? —asentí— bueno, entonces ve a cambiarte, nos vamos en media hora.

Subí por las escaleras a mi habitación aún algo confundida, me dirigí a mi armario y cogí un par de prendas bastante formales para ir con mi madre a la estación de tren, donde se supone que Sweet Nightmare había robado.
Mi madre es detective, vivo con ella desde que nací, y siempre a estado ocupada con sus casos. Pero éste caso era diferente. Éste ladrón, llamado "Sweet Nightmare" habita en Seúl, al igual que nosotras.

Se dedica a robar en estaciones de tren, museos... Pero no en casas. Mi madre siempre quiso éste caso, pero lo dejaron para la policía. Ella está empeñada en que lo resolverá, y me gustaría ayudarla, pero no quiere porque dice que "estaría en peligro".

—Minhee, no te separes de mí —anunció mi madre una vez llegamos al lugar— De acuerdo mamá —contesté.

Me alejé un poco, ya que mamá estaba hablando con uno de los trabajadores. Que aburrimiento.

Pero, ¿no sería desobedecer a mamá?

Bueno Minhee, tampoco es que tu vida sea de lo más interesante, pensé.

Decidí llamar a alguien, y por mi mente pasó Sooyoung, mi mejor amiga, junto a Jeno.

—¡Joy! —vociferé al teléfono al ver que me daba línea y escuché un "estoy bien, gracias por preguntar" sarcástico de ella. — Estoy en la estación de tren, con mamá. Al parecer no se dará por vencida en el caso de Sweet Nightmare, se pasa día y noche en su despacho. —a lo que ella respondió con un "Min, lo siento pero me llama mi hermana, nos vemos mañana". Asentí aunque no me viera y me despedí de ella.

Busqué a mamá, pero no la veía. ¿Dónde está esta mujer? Seguí buscando de un lado a otro sin encontrar resultado, así que opté por mandarle un mensaje e ir a casa. Estaba cansada.

Unos toques en la puerta me alertaron.

Y me alerté aún más cuando ví que se trataba de una furgoneta.

Me dirigí un tanto atemorizada a la puerta, y tanteé mis dedos en el pomo de la puerta, dudando si hacía lo correcto. Mi cabeza daba vueltas, ¿y si me secuestraban?  Y si, peor aún, ¿me raptaban para luego matarme? Oh, no, no, no. Entre pensamientos pasó el recuerdo de algo que dijo papá hace tiempo. "No seas tan paranoica,  es mejor lanzarse y ver que sucede en vez de que la curiosidad te coma."

Y seguí el consejo. Con mis tambaleantes dedos abrí la puerta. Solo vives una vez, aprovecha esa vida que tienes y úsala a tu placer.

Pues la verdad esperaba algo más tenebroso.

Esa furgoneta que vi en realidad estaba en la casa de en frente, aunque por más que la vea, me parece igual de lóbrega que la primera vez que mis ojos entraron en contacto con ella.

La persona que había en frente de mi casa era ni más ni menos que la vecina de al lado. Una mujer mayor de la edad de mi abuela, era una anciana con un carácter risueño y amable. Solía invitarme a su casa de vez en cuando para comer sus galletas y de paso jugar con su pequeño Akita Inu. Una preciosidad de perro que me caía de maravilla. Era muy juguetón y cariñoso. Echo de menos aquellos tiempos de calidad, donde yo era una pequeña y curiosa niña.

—¿Qué se le ofrece, Eunji? —hablé con una sonrisa.

—Pues se me acabó la harina y me preguntaba si me podrías dejar un poco, querida —sonrió risueña.

—Claro, ahora se lo traigo. Espere un momento —fui a por un empaque de harina que había en el cajón de la cocina y se lo di— aquí tiene.

—Muchas gracias Minhee, espero que algún día te pases por mi casa y merendemos como es debido —dijo sin dejar de sonreír y se marchó.

Me adentré de nuevo en casa y me recosté en el sofá. Mamá seguía sin llegar y tenía sueño.

Que le den a todo, tengo sueño y me da igual lo que pase. Voy a dormir.

𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺 𝗥𝘂𝗻 | 𝗟. 𝗝𝗲𝗻𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora