Capítulo 8

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La luz de la mañana se colaba por mi ventana así que no tuve otro remedio que despertarme y levantarme. Pero algo me lo impidió.
Mejor dicho, alguien me lo impidió.

Aunque no me puedo quejar.

Seamos sinceros, este chico aunque sea un ladrón trae locas a muchas chicas (y algunos chicos también) de Seúl.

—Vamos, bello durmiente, levántate.

—No soy una planta, no necesito hacer la fotosíntesis.

—Sal de mi cama.

—No quiero.

—No lo voy a repetir de nuevo. Sal de mi cama. Ya.

—No y deja de refunfuñar. Te saldrán arrugas.

—¿Me llamas vieja? Seguro que eres mayor que yo.

—Es lo más posible, pero ahora que lo pienso, tienes la cara de una niña de seis años.

—¿Cómo? ¿Me estás llamando infantil?

—Pero mírala que mona —habla para pellizcar mi moflete.

—Todos los hombres son iguales -pongo los ojos en blanco.

—No, no todos lo son. Y yo te lo demostraré.

—Vale, ahora sal de mi cama.

—No.

Intenté pegarle un par de patadas, pero el chico enmascarado seguía aún resistiéndose. Busqué un punto débil, pero no encontré nada.

Empecé a hacerle cosquillas, pero no daba resultado.

Esto se ha vuelto una guerra de cosquillas.

Él se encuentra encima mío haciéndome cosquillas, y yo intento no llorar de la risa

—Ya, ya ¡para!

—Entonces duerme aquí conmigo.

—No.

No puedo negar algo, este chico me tiene loca. No sé cómo lo encuentro, cómo podemos ser "un poco cercanos" y encima como puede ser tan atrevido.

¡Es un maldito ladrón!

De un momento a otro nos encontrábamos en una posición muy diferente. Estaba sentada en el suelo casi muriendo de la risa y él se encontraba a mi lado, estirado dejando ver un poco su abdomen marcado.

—¡Ah! —Pegué un chillido que se escuchó por todo el vecindario, de eso estoy segura. Ya empezaba a parecer Irene en Really Bad Boy, de Red Velvet.

Mierda. Una mariposa.

Tengo fobia a las mariposas, no hay razón, pero les tengo miedo.

Corrí y me metí de nuevo en la cama, tapándome con la fina sábana con dibujos de Hello Kitty en blanco y negro.

El muchacho se quedó sorprendido y se me quedó mirando, como un niño que va al zoo por primera vez.

—¡Saca eso! —ordené.

—¿El qué? ¿La mariposa?

—¡Sí! ¡Date prisa!

—Vamos, no es para tanto —dijo ahuyentando al insecto hasta que salió por la ventana.

🌷

Estaba perpleja. No sabía como describir aquello. Por la tarde, Jeno me invitó a su casa (más bien diría mansión) a pasar la tarde y merendar. Pero no contaba con eso. En serio, él jamás mencionó la palabra "piscina" en sus oraciones en el mensaje de esta mañana. ¿Cómo iba a saber yo que nos íbamos a bañar en aquella bonita y cuidada piscina? Si lo supiera, lo más seguro es que hubiera traído un bikini.

𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺 𝗥𝘂𝗻 | 𝗟. 𝗝𝗲𝗻𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora