Capítulo 2

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Hoy no es que tuviera un gran día. Joy vino con ojeras por culpa de problemas amorosos, y como buena amiga que soy estuve ahí para ella. Se encontró a Jaehyun, su novio, con una desconocida, besándose en medio del parque. Ah, Joy... ¿Pero qué le vamos a hacer? Estamos la una para la otra, para las buenas y las no tan buenas.

— ¿Sabes lo peor, Min? — dice Joy triste— que yo me lo creí. Me lo creí como niña ingenua que soy. Nunca tengas novio, no quiero verte sufrir. O por lo menos hasta los cuarenta.

—Lo siento Joy, pero eso no será posible. Soy libre de sentir lo que quiera por quien quiera. No me gustaría sonar muy dura, pero es la triste realidad.

Odio sonar muy descortés, pero aunque me lo prohíban yo no elijo tener sentimientos hacia alguien.

—Ah... Pues al menos elige bien. No quiero verte llorar como yo. Soy un mal ejemplo.

Cuando las clases acabaron, llegué a casa, me quité los zapatos, y fui a mi habitación.

Estaba cansada, así que sin pensar me estiré en mi cama sin importarme nada mi alrededor.

—Buenas noches, bonita —escuché del balcón

—¿Quién eres? —me asusté

—Sólo soy el encantador Sweet Nightmare.

—¿¡Qué!?

—Ay, ¿cómo puede una chica tan bonita estar tan sorda?

—Para tu información, no estoy sorda, idiota —negué.

—No me llames así, preciosa.

–Te llamaré como me de la gana, descerebrado.

—Cuida esa pequeña boquita que tienes, no la quiero lavar con jabón —¿de qué va este?

—Sal de mi habitación —este estúpido me está empezando a hartar.

—¿Y si no quiero? —bromeó.

—Llamaré a la policía —dije buscando mi móvil.

—¿Buscas esto, cielo? —enseñó el objeto.

—Agh, dámelo —pedí.

—¿Cómo se pide?

—¡Qué me lo des de una vez! ¡No estoy para jueguecitos!

—Ah, ah —negó con la cabeza.

—Sweet Nightmare, ¿me lo puedes dar, por favor? —susurré lo último.

—Aquí tienes, hermosa —me devolvió el teléfono.

—Ahora vete antes de que llame a la policía —amenacé.

—Oh, debo irme, se hace tarde —miró su fino y caro reloj de oro blanco —nos vemos, dulzura.

Y se fue sin más, dejándome ahí, algo perpleja mirando a la nada. De un momento a otro llegó mamá y empezamos a cenar.

—Hija, mañana no te puedo llevar al instituto, tendrás que ir andando.

—Pero mamá, no quiero ir caminando, está muy lejos —me excusé

—Pregúntale a Joy, o a Jeno... A lo mejor ellos te pueden llevar.

Joy no podía llevarme, ella vive cerca del instituto, y tiene que acompañar a su hermana al colegio. Jeno... Al parecer Jeno no tiene hermanos, y vive a unas cuadras de aquí, así que no descarté la opción.

Miré alrededor para ver si estaba mi teléfono, y lo encontré, justo en el sofá. Marqué el número de mi mejor amigo y esperé a que me contestara.

"Aló?" —escuché de un Jeno algo somnoliento.

"Hey Jeno, quería preguntarte si podías llevarme al instituto, mamá no puede..."

"Claro" —me cortó el chico

"En serio? Woah, muchas gracias"

"No es nada, es lo que menos puedo hacer por ti, nubecita"

"Bueno, pues ¿quedamos en mi casa a las 7:45?" —pregunté

"Claro, allí iré. Nos vemos, nubecita" —No entiendo por qué siempre me llama con algún apodo, no es que me incomode, sólo me resulta extraño.

Para finalizar el día, fui a mi cuarto y me puse el pijama. Llamé a mi gata para que viniese a acurrucarse junto a mí, y abrí alguna que otra red social. Nada interesante. Noté que mi pequeño animal ya estaba dormido, así que decidí abrazarla para entrar un poco en calor. Hacía frío.

Meow... Meow... Meow...

¿Chirimoya? ¿Qué haces a estas horas despierta? Duérmete. En serio, apenas son las cuatro de la mañana. Tengo sueño, duérmete.

Busqué perezosa al peludo felino con la mirada, hasta que me lo encuentro en el suelo. Le levanté y le dejé a mi lado, tapándole con la manta que me cubría. Decido dormir, pero una pequeña luz que veo en la calle me lo impide.

Me levanto quejándome, ¿quién se atreve a no dejarme dormir? Como me entere le daré un par de puñetazos, para que le quede claro. Debo admitir que no estoy segura de si lo haría o no, pues aprendí taekwondo unos años atrás. Papá me enseñó. Papá...
Despejé mi mente y abrí las cortinas, dejándome ver un oscuro paisaje, hasta que una luz aparece de nuevo. ¿Estoy viendo alucinaciones? Me acerco un poco más y logro ver a un hombre algo... ¿Borracho? Seguro.

Ignoro lo que he visto, cierro las cortinas y vuelvo a mi cama para caer sobre los brazos de Morfeo.

Al día siguiente me desperté sin energía, la verdad no había razón, pero pasó igualmente. Aunque esta vez me sorprendió el hecho de que fue Chirimoya quien me despertó, ya que se sentó encima mío y no es que pese poco la verdad.

No hice más que ignorar lo ocurrido segundos atrás e irme al baño, hice mis necesidades, me peiné y me vestí. ¿Por qué rayos tenemos que llevar un uniforme tan corto? En serio, me voy a desesperar. En el instituto nos obligan a usar un uniforme con falda, que por mí no hay problema. El problema es que la falda es un poco (demasiado diría yo) corta. Ah, y también la corbata. ¿Por qué debemos llevar corbata? ¿Qué no saben lo que me cuesta a mí hacer un mísero nudo en la corbata?

Voy al salón y desayuno sola, como siempre. Ésto ya se ha hecho una rutina. Mamá siempre duerme hasta las 8:00am, ya que suele acabar durmiendo sobre las 24:00pm. Ella insiste en que debe dormir ocho horas cada día para estar sana y no contraer ninguna enfermedad. Cuando acabé, fui a darles la comida a las pequeñas bolitas de pelo y ternura, quienes aceptaron sin protestar. Como ya se hacía tarde, esperé fuera de casa a Jeno, quien debería aparecer por aquí para recogerme y llevarme al instituto.

𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺 𝗥𝘂𝗻 | 𝗟. 𝗝𝗲𝗻𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora