Capítulo tres : Entre historias

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Sus manos se balanceaban juntas, rozando sus dorsos cuando sus hombros chocaban. Caminaban por Notting Hill. Louis había insistido en ir allí. Aunque, a decir verdad, no tuvo que insistir tanto, Edward aceptó la invitación casi de inmediato.

Notting Hill, quien no ha oído de este lugar, la verdad era que Edward había querido ir muchas veces, sin embargo la oportunidad nunca se daba, pero con Louis siempre se daba.

Así que caminaban, les gustaba caminar, ya lo había dicho antes ¿verdad? pero realmente les encantaba, se sentían libres, se sentían completos, se sentían vivos, sólo con caminar.

- Tus ojos son lindos -murmuró Edward.

Las calles estaban claras gracias a la luz del día. Los colores en su arquitectura a lo largo de las calles era algo precioso de admirar, salían del cine, decidieron ver una película en el 'Electric Cinema' había sido demasiado cliché, incluso para ellos dos, pero para su favor no era una película de terror o una comedia romántica, por supuesto que vieron una de acción.

- Hm. ¿lo son?

- Lo son. ¿Qué hay de los míos?

- No es espontáneo si me lo pides.

- Entonces olvida la pregunta.

- Olvidada.

- ¿Que tienes planeado ahora?

Louis encogió sus hombros y su paso se hizo lento, aún miraba hacia el frente cuando con su propia mano buscó la del rizado y al encontrarla entrelazó sus dedos. Edward sonrió, de tal manera que el brillo en sus ojos opacaba a la luz del sol.

- Vamos a sentarnos un momento en la plaza y observar el lindo lugar en el que estamos.

- Bien.

Edward se sentía feliz bajo el cálido tacto de los dedos de Louis sobre el dorso de su mano, se sentía ligero, se sentía seguro y se sentía bien, muy bien.

No tardaron demasiado en llegar, puesto que la plaza se encontraba tan sólo cruzando dos calles desde el cine. Así que se acomodaron en una banca observando el lugar.

- ¿Qué? -preguntó el rizado sonriendo.

El castaño, quien estaba observándolo con una pequeña sonrisa en sus labios negó.

- Tus ojos, Harry.

- Mis ojos -repite confundido.

- Son hermosos.

Harry sonrió. Desvió su vista hacia el frente, pero Louis continuaba admirándolo, así que un color carmesí adornó sus mejillas, y podría culpar al sol pegando en sus rostros, pero en realidad sabía que era gracia de su acelerado corazón bombeando ante las acciones de Louis.

- Me gusta que me digas Harry.

- ¿En serio? -preguntó el de ojos azules, el rizado asintió- ¿por qué no te presentas como Harry entonces?

- Me gusta que tú me llames Harry. Edward es para todos, para quienes conocen al escritor, para quienes creen conocerme. Harry es más personal, para un círculo más reducido, alguien más especial.

Louis sonrió, con sus ojos brillando, aplicó algo de fuerza reconfortante en el agarre de la mano del rizado.

- Gracias, Harry.

Entre melodías y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora