Capítulo ocho : Entre rumores y mentiras

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Harry estaba de buen humor aquel día. Se había levantado temprano y había salido de su apartamento directo al café de la calle siguiente, sí, aquel café donde conoció a Louis.

Ordenó para llevar y con dos cafés en una mano y la bolsa con aperitivos en la misma, se dirigió al apartamento de Louis.

Llegó sin aviso y llamó al castaño cuando estuvo en la puerta.

- ¿Aló? -preguntó lo que sonaba como un adormilado Louis.

- ¿No te has levantado aún?

- ¿Qué hora es?

- Las ocho y media.

- No, aún no.

- ¿No hay trabajo hoy?

- Mm, dijeron algo como día, libre, asociaciones y jueves.

- Abre la puerta, amor.

- ¿Qué?

Harry apoyó el celular contra su hombro y estiró su mano hasta la perilla de la puerta, la puerta se abrió.

- ¿No cierras con seguro en la noche?

- No estoy seguro de si lo hice.

- Voy a colgar ahora, adios.

El castaño frunció el ceño aún con los ojos cerrados, soltó su celular y este cayó al lado de su mano en el colchón. Se quedó quieto unos segundos cuando escuchó ruidos en la cocina. Los ruidos cesaron rápido así que solo se quedó allí.

Pasaron unos segundos antes de que la puerta de su habitación se abriese, se incorporó sobre sus codos con el ceño fruncido y su vista en la puerta.

- ¿Ni siquiera te has levantado?

El castaño suspiró aliviado y estiró sus brazos, dejando caer su torso sobre el colchón otra vez, tardó un segundo en volver a incorporarse con el ceño fruncido.

Harry continuaba parado en la puerta sonriendo.

El castaño sonrió también, se levantó yendo a abrazar a Harry, lo levantó sosteniéndolo en sus brazos y los dirigió de vuelta a la cama.

Luego de algunos besos y sonrisas el castaño habló.

- ¿Qué hacías?

- Me levanté con muchas ganas de verte, así que traje desayuno.

- Eres un romántico sin remedio.

- Solo contigo.

- Claro que sí.

Louis volvió a los labios del rizado y acarició los rizos de su nuca suavemente.

- ¿Sabes? Tú también eres romántico.

- Claro que no -respondió Louis frunciendo el ceño pero sonriendo.

- ¿Si escuchas tus canciones?

- Solo contigo -repitió el castaño.

Harry sintió un cosquilleo en su estómago.

Louis rió.

Pasaron unos minutos más abrazados en la cama, hasta que el rizado obligó a Louis a levantarse antes de que el café se enfriase más.

- Creo que, en mis cuatro años en Londres, jamás había desayunado café.

- Eres muy yorkie.

- ¿Yorkie? -preguntó el castaño.

- Sí, como, muy de Yorkshire.

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