For your love- 🌹 Damiano David 🌹

Capítulo 2: Las calles de la eterna ciudad.

-Si te vienes conmigo, te lo digo-dijo ofreciendo su mano para que ella la tomara.

De verdad este hombre me está ofreciendo saltarme clases en mi primer día de instituto, que locura, pensó la chica. Pero no contemplaba volver a esa clase, así que le dijo que sí.

-Ven, sígueme, no hagas ruido-susurro mientras caminaban a hurtadillas por los pasillos del lugar.

-Damiano, nos van a pillar-gritó la chica.

-Todos los españoles sois tan escandalosos- bromeó-Te he dicho que no hagas ruido.

-Perdón-susurró agarrando su mano con más fuerza.

Consiguieron salir del edificio sin ser vistos.

-Súbete-dijo Damiano mientras señalaba una Vespa de color rojo.

-Vale-gritó emocionada mientras corría a subirse en ella.

El viento en su rostro, ellos recorriendo las calles de la ciudad eterna. Sus cabellos volaban y su adrenalina subía. Fio pensaba en lo bien que la estaba tratando ese chico. En lo amable que era, aunque al principio no fue muy caballeroso.

-¿Uuhh, esto mola mucho!-gritó la chica por la adrenalina acumulada.

-Mi teoría de que los españoles sois unos escandalosos es cierta-dijo el chico al oír nuevamente sus gritos.

-Lo llevamos en el ADN, como los italianos el ser tan guapos-dijo sin ser muy consciente de sus palabras.

Damiano no dijo nada, pero se sintió halagado por el comentario de la chica.

Llegaron a un callejón precioso. Estaba todo decorado con flores y muchos colores. Fio pensó que eso no era mucho del estilo de Damiano, pero siguió caminando agarrando su mano más fuerte.

-Bienvenida a la mejor heladería de toda Roma- dijo un señor mayor con bigote cuando entramos en un pequeño local.

-Hola- dije mientras miraba los diferentes sabores que había.

-Yo quiero lo de siempre-dijo Damiano.

-Vale,¿y la señorita que va a querer?- preguntó el heladero.

-Una tarrina pequeña de Stracciatella, por favor-respondió la chica.

-Debes ser especial, porque Damiano no trae a cualquier chica aquí- dijo mientras servía las bolas de helado.

Fio miró al chico de manera incómoda por lo que acababa de decir ese hombre. Cómo que especial si se acaban de conocer. Damiano la miraba a los ojos, la devoraba con la mirada. Ella apartó la mirada.

-La verdad es que nos acabamos de conocer, pero si usted dice que soy es especial le creeré-respondió- Sí que son los mejores helados de la ciudad-dijo al probar una cucharada de ese manjar de los dioses.

Damiano pagó y salieron del local para empezar a caminar por la ciudad eterna.

-¿Verdad o reto?-dijo Damiano con intenciones de descubrir más sobre la chica.

-Verdad-respondió.

-¿Eres virgen?-preguntó sin miedo.

-¿Qué pasa si no quieres contestar?-respondió bastante incómoda.

-Que tendrás que cumplir el reto que yo te diga-respondió pensando en el reto perfecto, que ella lo besara.

Llevaba rato pensando en esos labios. La nueva era muy guapa. Lo tenía todo, belleza, seguridad, rebeldía. Esos jodidos labios..., los quería probar.

-Bésame-dijo tan cerca de ella que sus respiraciones podían mezclarse.

-No, no quiero jugar a esto-respondió apartándose de él.

-No eres tan valiente como creía-le recriminó cuando ella le rechazó.

-No es una cuestión de valentía, es que no me apetece besarte-contraatacó- Me caes bien, podemos ser amigos y si luego surge algo ya te besaré si me apetece- aclaró.

-Vale, pero con una condición, que entonces me cantes una canción- respondió.

-¿Cómo sabes que me gusta cantar?-preguntó

-No lo sabía, pero ahora lo sé.-dijo tomándola del brazo- Vamos a volver a clase, si no nos va a caer una buena bronca.

-Antes quiero saber como piensas que soy-dijo mirándolo fijamente.

-Pienso que eres divertida, escandalosa, guapa, que te gusta mucho el helado, que tienes una voz maravillosa...

-¡Pero si no me has escuchado cantar!-le interrumpió dándole un codazo.

-Es un presentimiento-respondió- ¡Cántame algo!-ordenó el chico.

-Mejor lo hago esta tarde acompañada por tus amigos, tengo el presentimiento de que sois geniales-dijo dirigiéndose a la vespa de Damiano.

-Cuando nos escuches te pondrás tan cachonda que no tendrás más remedio que besarme-dijo el chico con claras intenciones sexuales.

-Eso ya lo veremos- respondió desafiante- Ahora ven, porque yo no sé conducir este trasto.

-Todo lo que yo presiento se acaba cumpliendo-susurró al oído de la chica antes de subir a la moto.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica. Porque ese chico era tan jodidamente sexy, no podía dejar de pensar en él.

Damiano la acompañó hasta su clase. Por suerte el profesor no había llegado.

-Eh, Fiorella, ¿está todo bien?. Has estado mucho rato fuera-preguntó Thomas.

-Si todo bien- no iba a explicar que había estado con Damiano y menos lo que él había dicho.

-¿Estás segura?-inquirió Victoria.

-Buenos días, alumnos. Soy Antonella y voy a ser vuestra profesora de lengua y literatura italiana -se presentó la mujer de unos 30 años.-Además seré vuestra tutora, así que si tenéis algún problema no dudéis en decírmelo.

-Al menos esta profe parece maja-susurró la chica para que solo la escucharan sus nuevos amigos.

La clase pasó en un abrir y cerrar de ojos, al igual que el resto del día. Fio volvió a casa, comió con su abuela y luego fue a descansar un rato a su habitación. Cogió su guitarra y empezó a tocar una dulce melodía que se transformó en una melodía algo más animada.

-Lo mal que estoy y lo poco que me quejo

Lo mal que estoy y lo poco que me quejo

Tengo el alma en cuarentena y roto el cuerpo

Qué dolor, qué pena y qué tormento -comenzó a cantar Fiorella que estaba sentada en su cama con la guitarra que le regaló su madre a los 10 años.

-Salgo a las aceras, el andar desafinado

La maleta llena de cantos rodados

La sonrisa boca abajo de subir tanta escalera

Sin llegar a ningún lado- siguió cantando agradecida de que su abuela no entendiera el español.

Quería seguir cantando, pero un mensaje la interrumpió.

"Ciao, bella, Vic ha dicho que vienes a ver nuestro pequeño concierto. Dame tu direccion que paso a buscarte."

Damiano David.