Hubo un instante en que Antón pudo ver la sorpresa en los ojos de Elvira, pero en cuanto se dio cuenta de quién era la persona que acompañaba a su hijo, el iris de sus ojos cambió dando lugar a una mirada glacial, como de odio que no le pasó desapercibida a Antón.
—Gabriel, ¿qué hacéis en compañía de este hombre? —preguntó Elvira mirando de malos modos a Antón.
—¡Madre! Veréis...
—Si hubiese sabido que era hijo vuestro, ni me hubiese molestado en traerlo —cortó Antón la conversación entre la madre y el hijo.
—¡Mal rayo os parta! —maldijo Elvira mirándolo con odio.
A Antón no le sorprendió el exabrupto, dada la naturaleza falsa de aquella mujer.
—Ahora comprendo a quién se parece la dulce criatura: de tal palo, tal astilla... —escupió Antón las palabras con un desprecio que a Elvira no le pasó desapercibido y ante el insulto, la mujer se envaró y le contestó:
—¡Marchaos por donde habéis venido! Nada se os ha perdido aquí —dijo furiosa.
—En efecto, nada se me perdió aquí... Sin embargo, una cosa os advierto: si encuentro merodeando por los alrededores de mi casa a ese ladronzuelo que tenéis por hijo, la próxima vez no me limitaré a traerlo de una oreja... —dijo Antón señalando al muchacho.
—¡Gabriel, venid aquí! —dijo Elvira profundamente afectada por las palabras de Antón, sin querer mostrar la impresión que le había causado descubrir que era él quien acompañaba a su hijo.
El muchacho ofendido, presentaba el mismo gesto hosco que la madre y obedeciéndola, se colocó a su lado. Cuando la mujer se aseguró que su hijo estaba junto a ella y que podía protegerlo llegado el caso, fue el momento en que se enfrentó a Antón.
—Juro por lo más sagrado, que si os atrevéis a levantar sucias calumnias sobre mi hijo, será lo último que hagáis en esta vida... —le advirtió Elvira desafiándolo.
A Antón le hirvió la sangre al escuchar la clara amenaza de Elvira.
—Nuestros caminos se separaron hace mucho tiempo y no volverán a cruzarse jamás. Os lo juro por lo más sagrado. Y guardaros vuestra amenaza porque si vuelve a intentar robarme, nadie lo salvará.
Durante unos segundos, Antón le sostuvo la mirada y girando el caballo, tomó de nuevo el camino que conducía hacia el pueblo. No había cabalgado apenas cinco minutos, cuando pensó en el lugar donde vivía Elvira, sin poder dar crédito que viviese en un sitio tan alejado de la ciudad y con la simple compañía de su hijo. Vivían en la más absoluta pobreza.
De un rápido vistazo, se había dado cuenta del aspecto descuidado de la choza, porque eso no podía llamarse ni casa. Y por si fuera poco revelador, sus ropas mostraban la precaria situación económica, sumado al hecho de que el chiquillo se dedicaba a robar pan para poder comer. Ensimismado en sus pensamientos, Antón se preguntó qué extrañas circunstancias habrían dado lugar a que una joven de su posición llegase a vivir en semejantes condiciones. ¿Dónde estaría su esposo? Y sobre todo, ¿dónde estaría su orgulloso padre que permitía que su hija viviese en ese sitio dejado de la mano de Dios? Ya no parecía la dama de alto linaje que lo rechazó por ser hijo de un tintero.
—Pasad dentro ahora mismo —le ordenó Elvira a su hijo después de asegurarse que Antón se había marchado.
El niño cabizbajo, sabiendo que no había obrado bien, obedeció a su madre.
—Decidme qué habéis estado haciendo para que ese hombre os acuse de ladrón... —le exigió Elvira a su madre.
ESTÁS LEYENDO
FALSO JURAMENTO DE AMOR # 3 SAGA MEDIEVAL (completa)
Historical FictionElvira García de Llerena sobrevive a duras a penas tras la caída en desgracia de su familia. Descendiente de una judía conversa hereje, vive apartada de la vida con la única compañía de su hijo Gabriel. Sin embargo, los últimos acontecimientos surgi...