<<Así dice Yavé: Practicad el derecho y la justicia y librad al oprimido de las manos del opresor; no maltratéis al extranjero, al huérfano y a la viuda; no les hagáis violencia, ni derraméis sangre inocente en este lugar>>. Jeremías 22:3.
Si de algo le sirvió aquellos meses de encierro en el monasterio de Uclés fue para adquirir las mismas costumbres que los monjes de la Orden de Santiago: madrugar, ayuno, oración, junto al trabajo eran máximas que no había abandonado... Así que acostumbrado a levantarse antes de que el gallo cantara, Rodrigo llevaba varias horas esperando con resignación a que el Concejo abriese el ayuntamiento. Había que atar los cabos sueltos antes de la llegada de los inquisidores.
—¡Don Rodrigo! ¡Ya están aquí! —informó el soldado a Rodrigo, que esperaba con paciencia al lado de su señor.
—¡Ya lo veo, soldado! —susurró.
—¡Habéis madrugado mucho, señor! —se mostró sorprendido el alcalde al comprobar la presencia del comendador en el ayuntamiento.
—¡No soy hombre de andar pegado a las sabanas, alcalde! Y sí, tengo por costumbre levantar antes de que raye el alba.
—¿Y qué puedo hacer por vos tan temprano? —preguntó el alcalde mirando de soslayo a los soldados que acompañaban a su señor.
—Los inquisidores llegarán esta mañana... —aseguró Rodrigo mirando de frente al hombre.
—Pues sí... Por eso he llegado tan pronto. Tenemos que tener todo dispuesto para la llegada.
—Me lo imaginé. Sin embargo, lo primero que hay que preparar, es el oficio contra Pedro de Bustos. Debe de salir del concejo.
El alcalde se mostró de acuerdo con don Rodrigo.
—Lleváis razón. No preocuparos. El secretario redactará la orden ahora mismo.
—Prefiero redactarla yo, si no os importa.
—¿Vos, don Rodrigo?
—En efecto... y no os sorprendáis, alcalde. Don Pedro de Bustos no se atreverá a rebatir su destitución como miembro del concejo, si la orden viene escrita de mi mismo puño y letra. Y en caso de presentar resistencia, yo mismo le aclararé los motivos de su deposición: por incumplimiento y dejadez en su labor.
—¿No os fiais de Pedro de Busto? —preguntó el alcalde con una ligera sonrisa.
—Ni me fio de don Pedro ni de los inquisidores, que harán todo lo posible por apoyar a su hombre de confianza en Alcaraz.
—Es raro que el Gran Maestre de la Orden de Santiago no se fie del Santo Oficio —declaró el alcalde.
—No guardo un grato recuerdo de ellos —declaró Rodrigo no queriendo hacer memoria del juicio al que había sido sometido junto a su esposa. Llevaría grabado para siempre, el sufrimiento que Sarah y él habían padecido aquellos días y los siguientes meses por culpa de los miembros de la Inquisición.
—¡Pues pasad, don Rodrigo! Ahora mismo os traeré los útiles que necesitáis. Sentaos que no tardo en venir... —dijo el hombre pasando a la sala que servía de despacho al alcalde.
—Gracias... —respondió don Rodrigo—. ¡Ah, alcalde...!
El hombre se volvió en el mismo instante, al escuchar las palabras del comendador.
—Acudiré junto a vos a recibir a sus señorías...
El alcalde sonrió con picardía y asintió.
—Estaré encantado, señor —contestó el hombre saliendo de la sala.
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FALSO JURAMENTO DE AMOR # 3 SAGA MEDIEVAL (completa)
Historical FictionElvira García de Llerena sobrevive a duras a penas tras la caída en desgracia de su familia. Descendiente de una judía conversa hereje, vive apartada de la vida con la única compañía de su hijo Gabriel. Sin embargo, los últimos acontecimientos surgi...