Capítulo 5: Enmendando

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Annie se encontraba en la sala de la casa con el computador en su regazo. Vio como Ymir iba con el peluche que había ensuciado, en manos, dirigiéndose al parecer, hacia la lavadora. Al ver las intenciones de la morena, Annie dejó el computador en la mesita de té y salió corriendo en dirección a la lavadora. Logró llegar antes que Ymir y se paró al frente de la lavadora, impidiendo un poco de esa manera que la pecosa lograra su cometido.

—¿No estarás pensando lavar eso en la lavadora, ¿verdad? —preguntó Annie, mientras Ymir simplemente asentía he intentaba abrir la puerta de la máquina, con la rubia de frente.

Leonhardt, al ver que la otra no dimitía ante su idea, inmediatamente se subió a la lavadora. De esa manera impedía por completo a Ymir el abrir la puerta de la lavadora.

—No pienso dejarte que laves eso aquí. Te recuerdo que eso cayó en un charco putrefacto y en la lavadora se echa, hasta la ropa interior.

La morena suspiró resignada y se alejó con el peluche. Annie se impresionó, pues podría decir que era la primera vez que Ymir no le discutía para atrás. Simplemente se había alejado sin intentar, si quiera, luchar un poco más. Definitivamente lo acontecido le había afectado bastante. Al punto de estar actuando de manera muy poco característica de ella. Ymir se llevó el peluche para el baño. Por su lado, Annie se volvió a sentar en la sala y continuó leyendo el reporte, en su computador. El ruido del grifo completamente abierto, que seguía botando agua, o más bien desperdiciando agua; según la perspectiva de Annie, no la dejaba concentrarse. Se levantó por segunda vez y fue en dirección del ruido. Annie vio que la pecosa ya había comenzado su tarea de intentar limpiar el dichoso peluche, pero seguía con el grifo abierto sin necesidad. La chica estaba bastante molesta, ellas se dividían los gastos y allí estaba Ymir, gastando agua innecesariamente. Ya estaba preparada para la discusión que se formaría, pero le daba igual. Así que, sin más, Leonhardt entró, le cerró la llave del agua a la otra chica y la miró retando. Para sorpresa de ella la otra chica ni si quiera miró, estaba muy concentrada en su tarea. Annie no entendía porque la morena intentaba limpiarlo, la probabilidad de que le saliera el sucio era casi nula. Más aún cuando había estado ajetreada con los estudios y el trabajo. Por ello había tardado dos días en lavarlo provocando que la suciedad se secara y pegara más. Annie se quedó un poco más allí, solo para ver como la frustración se iba apoderando cada vez más de su amiga. Ymir dio un suspiró que denotaba hastío.

—Intenta con un cepillo de lavar bañera—sugirió Annie con media sonrisa.

Luego se fue a seguir leyendo el reporte. Vio como Ymir salió del baño buscó algo y volvió a entrar. Después de un rato la morena salió del baño con el oso goteando en manos y se lo enseñó a Annie. Ella en lo que se fijó primero fue en el charco que se estaba formando en el suelo. Luego fijó su vista en el peluche.

—¿Pero que le pasó? Ahora tiene sarna—dijo Annie mientras observaba el oso que tenía poco o ningún pelo en varias áreas.

—Lo restregué con el cepillo como me dijiste—contestó la morena.

—¿En serio lo intentaste? No jodas, era broma—dijo Annie sin poder evitar sonreír. Eso explicaba porque el oso se encontraba en la condición de ahora. Debido a la fuerza con la cual Ymir lo restregó ahora carecía de pelaje en varias partes. Y como si no fuera suficiente, para empeorar, ahora el oso también estaba tuerto. Parecía más bien que el oso se lo había llevado un tren, es más, de hecho, Annie podía asegurar que estaría en mejor condición si ese hubiera sido el caso. Ymir tiró el oso al suelo y se fue a la cocina—. Al menos está casi limpio—dijo Annie cómo intento de buscar el lado positivo de la situación. La morena regresó de la cocina con una caja de helado y se sentó frustrada a comérselo.

En plan conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora