Capítulo 7

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Sol miró fijamente el cuerpo del Ala Nocturna, sus alas yacían torcidas a cada lado de él, su hocico contorsionado en un giro final de desesperación.
   <<Era un dragón malo>>, se dijo a sí misma. <<El mundo está mejor de esta manera. Mis amigos están más seguros ahora que está muerto>>.
   <<Pero él tuvo una vida horrible>>, argumentó la otra mitad de ella. <<Quizás podría haber cambiado. Tal vez hubiera un dragón mejor dentro de él en alguna parte, si alguien se hubiera molestado en intentar sacarlo>>.
   Púa se apartó del cuerpo y respiró hondo. Seis Garras puso una garra en su hombro, y ella lo miró con pesar, como si no hubiera querido matar a Cazador después de todo.
   <<Ella podría no haberlo hecho, si no la hubiera atacado. O tal vez tenía que hacerlo, de cualquier manera, para asegurarse de que los otros Alas Nocturnas sepan lo seria y peligrosa que es>>.
   -Está bien, Qibli, gracias-, le dijo Púa al dragonet que había corrido hacia ella para ayudarla.Se paró al otro lado del cuerpo, como si quisiera apuñalarlo de nuevo, solo para estar seguro.
   -Intentemos esto de nuevo-, dijo Púa, volviéndose hacia Feroz y Robusto. Los dos dragones negros tenían la cabeza gacha y las alas pegadas al cuerpo. Púa se detuvo, cara a cara con Feroz. -Dime cómo encontrar a Oráculo-.
   Feroz vaciló, sólo por un momento, luego dijo:
   -Es una isla-.
   -¡Feroz!- siseo Robusto.
   -¿Qué?- ella le espetó. -¿Ya qué importa? De todos modos, todo está destruido-. Ella volvió su mirada ceñuda a Púa. -Vivíamos en una isla, al norte del continente, pero todo el lugar fue arrasado por un volcán. Oráculo fue asesinado por eso. Esa es la verdad, así que lo siento si no te gusta-. Ella levantó la barbilla desafiante.
   Las garras de Púa se crisparon y sus ojos se entrecerraron.
   <<No puedo dejar morir a la hermana de Nocturno>>, pensó Sol. <<No importa lo terrible que sea. No si puedo detenerlo>>.
   Sabía que era una tontería exponerse aquí, pero sentía claramente que era lo correcto. De eso se trataba estar en la profecía, y si quería seguir creyendo en ella, tenía que seguir actuando de manera digna.
   -¡Es cierto!- gritó. Se abrió paso a través de los Alas Arenosas, que parpadearon
confundidos. -Es cierto, no la lastimes-. Tropezó con la arena frente a Púa, a media
envergadura de los Alas Nocturnas que habían intentado matarla.
   -¡Tú!- chillo Feroz.
   -Yo estaba allí, en la isla Ala Nocturna-, dijo Sol, ignorándola. Los ojos negros de Púa la
estaban clavando en la arena como un insecto exótico, estudiando cada escama
extrañamente dorada. -Había un volcán que acabó con la casa de los Alas Nocturnas y
mató a Oráculo. Lo siento-, agregó, y lo estaba, aunque no estaba muy segura de por qué.
   -¿Quién diablos eres tú?- Preguntó Púa.
   -Esta es la que los estaba siguiendo-, dijo Seis Garras, señalando a los dragones negros con la cabeza. Feroz frunció el ceño; Robusto solo parecía sorprendido.
   -Ah-, dijo Púa, inclinando la cabeza. -En serio. Entonces... ¿no estás aquí para verme
acerca de la recompensa?-
   -¿Qué recompensa?- Sol negó con la cabeza. -Solo estoy tratando de detenerlos antes de que lastimen a mis amigos-, dijo, y luego agregó, con una oleada de esperanza:  
   -Por favor,  no dejes que envíen un mensajero a Brasas. Pondrá en peligro a muchos dragones-.
   -De verdad-, dijo Púa. Se giró para mirar a los Alas Nocturnas. -¿Qué teneis que decir al respecto?-
   -Tenemos información que sabemos que Brasas pagará generosamente-, dijo Robusto, mirando a Sol. -No solo a nosotros, estoy seguro de que recompensará a cualquiera que nos ayude a llegar a ella. Y pagará aún más si le echas esta diminuta dragonet-.
   Púa miró a Sol con escepticismo.
   -¿Por qué?-
   Sol negó con la cabeza, pero, por supuesto, eso no iba a detenerlo.
   -Ella es una de los dragonets de la profecía- dijo triunfalmente.
   Todos los dragones de la tienda parecieron incorporarse a la vez. Algunos se pusieron de pie de un salto y salieron por la entrada principal, Sol notó inquieta. La mayoría de los demás comenzaron a susurrar entre ellos. Ella captó fragmentos como, -¿por qué tan pequeña?- y -es por eso ese soldado- y -pero su cola...- y -no es de extrañar que Brasas...-. Un dragón al que le faltaba un ojo se acercó para mirarla y Sol acercó la cola alrededor de sus garras, temblando.
   -Y sabemos dónde están los demás-, prosiguió Robusto.
   Feroz lo golpeó en el hocico con la cola. 
   -¡Cállate!- ella gruñó.
   Toda la energía ardiente de Púa ahora estaba fijada en Sol. Dio un paso más cerca, luego rodeó a Sol, inspeccionándola. Sol trató de parecer valiente y tranquila, incluso cuando Púa recogió su inofensiva cola y la movió con curiosidad entre sus garras.
   -Mmm,- dijo la líder de los Forajidos. -Eres un poco inusual-.
   -Lo sé-, dijo Sol. -Está bien, sin embargo; No me importa. Es simplemente la forma en que salí del cascarón-.
   -En la noche más brillante-, dijo Púa. -Hace seis años.- No era exactamente una pregunta, pero Sol la respondió de todos modos.
   -Sí.-
   Púa caminó alrededor de Sol una vez más, sus garras levantaron pequeñas nubes de arenaentre los huecos de las alfombras, y luego se detuvo a su lado, frunciendo el ceño ante los Alas Nocturnas.
   -Una pregunta más para vosotros, lagartos cobardes. ¿Podéis decirme algo sobre un Ala Nocturna llamado Pedrusco?-
   Robusto bufó.
   -Se fue hace seis o siete años y no se ha sabido nada de él desde entonces. La reina estaba furiosa-.
   Esta respuesta no pareció hacer a Púa más feliz que cualquier otra cosa que le hubieran
dicho. Ella siseó en voz baja, luego se volvió hacia Seis Garras.
   -Ponlos en algún lugar desagradable-, ordenó. -Decidiré qué hacer con ellos más tarde. -Tú- le dijo a Sol, -ven conmigo-.
   Partieron en una marea de dragones murmuradores. Sol se sintió de la misma manera que cuando estaba en esa jaula en el Palacio Celeste, colgada para que todos la miraran. Se quedó cerca de la cola de Púa.
   La pared trasera resultó para dividir la tienda en dos, y cuando se agacharon por una solapa, Sol se encontró en un área más pequeña con menos alfombras, donde había un par de mesas negras bajas, un baúl lleno de pergaminos y dos sobresalientes cuadros clavados en las paredes.
   Sol jadeó cuando los vio.
   Uno era Oráculo, dibujado con tinta oscura, con el ceño fruncido como siempre lo hacía. El papel era grande y estaba lleno de pequeños agujeros. Como si alguien le hubiera estado lanzando cosas bastante afiladas, pensó Sol.
   La otra imagen era un poco más pequeña pero había recibido el mismo tratamiento.
   Mirándola, luciendo mucho más joven de lo que lo recordaba, estaba Desierto.
   Sol tocó el papel ligeramente con una garra.
   -Wow-, dijo. <<Todavía tiene las cicatrices,
pero se ve mucho más saludable. Esto debe de ser cuando todavía estaba recibiendo el sol y el calor que un Ala Arenosa necesita, antes de que se escondiera debajo de la montaña para cuidarnos>>.
   -¿Lo conoces?- Púa preguntó desde detrás de una de las mesas bajas. Sonaba casual, pero había algo ferozmente intenso en sus ojos.
   Sol se preguntó cuánto admitir, pero antes de que tuviera que responder, las aletas crujieron y el mismo dragonet de antes se abrió paso. Era más grande que Sol, pero ahora que podía verlo con más claridad, supuso que tal vez era un año más joven. Un pendiente de color ámbar oscuro brillaba en una oreja y una pequeña cicatriz libertina zigzagueaba a lo largo de su nariz.
   -Qibli,- aviso Púa. -Esta es una discusión privada.-
   -No te voy a dejar sola con una extraña-, dijo Qibli, lanzando una mirada llena de dagas a Sol. -Todo parecido a una profecía o no-.
   Púa parecía divertida.
   -Tu lealtad es encantadora, pero creo que puedo manejar esta dragonet tan bien como tú-.
   -Es mejor tener refuerzos-, insistió. Movió la cola hacia adelante para descansar en la arena frente a él. -Te prometo que estaré callado-.
   -Bueno, eso lo tengo que ver-, dijo, poniendo los ojos en blanco. -Está bien. Tú... ¿Cómo te llamas?-
   -Sol-.
   Púa se acercó al baúl de pergaminos, que estaba sobre otra alfombra celeste. Púa se secó las garras delanteras en la tela para sacudirse la arena, se inclinó y recogió un fajo de páginas sueltas.
   -Sol-, repitió. -Antes de que digas algo más, ¿realmente no estás aquí por la recompensa?-
   -No sé nada sobre una recompensa-, prometió Sol.
   Qibli hizo un ruido desdeñoso. Sin hacer comentarios, Púa le entregó una de las páginas. El papel grueso y amarillento se arrugó rígidamente entre sus garras.

RECOMPENSA RECOMPENSA RECOMPENSA

   Dibujos más pequeños de Oráculo y Desierto acompañaron las palabras, junto con otro dibujo de un Ala Nocturna de aspecto tenue que supuso que era Pedrusco. Miró los otros papeles que Púa tenía en la mano y vio pronunciamientos similares con palabras ligeramente diferentes, por ejemplo, -hace cinco años- o -en los últimos tres años-. Esta no era una nueva búsqueda ni una nueva recompensa. Esta era la última actualización de una búsqueda en curso.
   Sol dejó el periódico lentamente. Las piezas estaban comenzando a juntarse en su mente, burbujeando de una manera divertida, esperanzada y confusa.
   -¿No sabías nada sobre esto?- pregunto Púa.
   Sol negó con la cabeza.
   -No he estado en el Reino de Arena en los últimos seis años-.
   Respiró hondo, luego dejó que todo se derramara fuera de ella.
   -Mi huevo fue descubierto en el desierto, solo, por un dragón llamado Desierto. Ese dragón-. Señaló la imagen en la pared mientras Púa inhalaba bruscamente. -Me llevó a ser criada por los Garras de la Paz,
junto con los otros dragonets del destino. Después de todo, cumplo con la profecía…-
   Ella vaciló, luego agregó:
   -Y mis padres claramente no me querían-.
   Ella levantó la cabeza y miró a Púa a los ojos. La líder de los Forajidos soltó el resto de los papeles, dio un paso adelante y agarró las garras delanteras de Sol entre las suyas.
   -No te encontró-, gruñó. -Te robó. Sabía dónde te había escondido por tu propia seguridad y me traicionó-.
   Sol sintió como si no pudiera respirar. Las garras se envolvieron alrededor de las de ella, los ojos oscuros fijos en ella. Éstas eran las únicas cosas reales en la tienda; todo lo demás se estaba difuminando y desapareciendo.
   <<Eso es>>, pensó con asombro. <<Este es el momento con el que todos soñamos, todos esos años bajo la montaña>>.
   -Te quería-, dijo Púa con fiereza. -Eras lo único que quería. Hice todo lo que pude para encontrarte-.
   <<No cumpliendo la profecía… sino encontrando a nuestros padres>>.
   Púa apretó sus garras con más fuerza.
   -Sol. Eres mi hija-.

Capítulo traducido por: HojaAscendente12

Alas de Fuego: La Noche más Brillante (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora