II

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Después de la muerte de Akiteru fue algo difícil seguir, ahora solo eran Yamaguchi y Tsukishima solos. Los primeros días se sentía tan triste el ambiente que no podían ni hablar; pasando los días empezaron a interactuar nuevamente para tratar de que todo volviera a la normalidad.

Actualmente tenían dieciocho y seguían en la cabaña, habían intentando salir del bosque pero les resultaba difícil, eso que decían de que el bosque era un laberinto era real. Tampoco era como si les urgiera salir, ya habían vivido varios años y se habían acostumbrado pero a veces sentían esa necesidad de regresar al pueblo y ver que sucedía.



Yamaguchi se encontraba limpiando la habitación que era de Aiteru, para ser honesto a ninguno de los dos le gustaba entrar a la habitación pues los ponía nostálgicos pero el castaño lo hacía cada cierto tiempo.

Sacudió la cama, limpió los muebles con un viejo trapo y abrió la ventana para que todo el polvo saliera -tosiendo un poco debido a eso-.
Ya había terminado, solo tenía que acomodar unos cuantos libros en un pequeño estante de madera, al caminar se tropezó tirando los libros, no eran muchos libros así que podía recogerlos mientras se reincorporaba sentándose en el piso, al hacerlo vio que un pedazo de la madera del piso que parecía sobresalir, la madera ya estaba algo vieja así que no le sorprendió; se acercó para ver mejor, podía ser que tuviera algo de moho y eso no era nada bueno.

Quitó la tabla de madera que parecía floja, se asomó ligeramente al pequeño hueco para ver si no había rastro de moho, parecía que había algo más grande, se asustó y salió de la habitación bajando las escalera para ir a donde estaba su amigo.

— ¡Tsukki, Tsukki! —Dijo mientras corría hasta la sala donde se encontró al otro acostado en el sofá.

— ¿Qué...? —Se enderezó notablemente soñoliento y con la voz algo ronca.

— ¡Creo que hay una rata gigante en la habitación de Akiteru! —Dijo muy rápido y claramente agitado.

Tsukishima solo lo miró incrédulo. Bien sabía que a Tadashi no le gustaba entrar a la habitación de su hermano, a ninguno de los dos le gustaba pero cuando al pecoso le llegaba la nostalgia entraba a la habitación con la excusa de "limpiarla". Kei soltó un suspiro resignado mientras se levantaba y tomaba una navaja.

Subió a la habitación y atrás de él iba Tadashi; inhaló profundamente al entrar a la habitación.
Desde la muerte de su hermano no entraba a ese lugar, se sacudió mentalmente no podía ponerse melancólico, iba a matar una rata gigante.

Intuyó que debía estar en el agujero que estaba en el suelo, se acercó hincándose pero no miraba absolutamente nada, ¿dónde se suponía que estaba la rata? No tenía opción, tenía que meter la mano, vio que su amigo parecía desmayarse cuando lo vio hacer eso.
Al meter la mano no sentía nada peludo, al contrario, estaba liso. Dudaba completamente de que fuera una rata, era liso, rectangular, parecía ser un libro; dejó a un lado la navaja para poder meter ambas manos para sacar lo que sea que fuera que estuviera dentro, al sacarlo confirmó que sí era un libro.

El rubio lo miró confundido, ¿por qué había un libro ahí? Volteó con su amigo esperando encontrar una reacción parecida a la suya, pero más que confusión parecía sorpresa.
— ¿Conoces este libro?

El castaño estaba totalmente sorprendido, ¿que hacía ese libro aquí?
— Sí... Es el libro que usaba mi mamá para enseñarme hechizos. —Se acercó hasta donde estaba su amigo, el cual se levantó y le extendió el libro para que lo tomara, Yamaguchi dudó un poco pero finalmente lo hizo.
— No entiendo qué hace aquí...

— ¿Por qué Akiteru no nos dijo nada? —En su voz no había enojo, solo sorpresa y confusión.

Una vez teniendo el libro entre sus manos le trajo recuerdos de cómo su mamá le enseñaba o le decía cómo leer correctamente los hechizos. Suspiró un poco y finalmente lo abrió haciendo que una hoja suelta saliera.
El rubio la tomó y estaba por dársela a su amigo cuando sin querer empezó a leerla junto con el pecoso.


 
" Hola, Tadashi. Te escribe Mamá.

Hay muchas cosas por las que quiero disculparme contigo, hijo. Primero que nada, perdón, no pude despedirme pero las cosas se complicaron más de lo que vi.

Verás, hay un hechizo que permite ver el futuro, puede que no suene como el hechizo más poderoso pero trae muchas consecuencias. Si lo llegas a usar, asegúrate que sea para algo realmente importante.
Yo lo utilicé porque en el pueblo habían dado órdenes de aniquilar a cualquier criatura y quería saber qué nos depararía el futuro. Pero en la visión... Akiteru, Kei y tu padre morían.

Otra cosa que tienes que saber, Tadashi. Es que el futuro a veces no se puede cambiar por mucho que lo intentes. Alguien iba a morir, eso era seguro pero mi prioridad era que tú, Kei y Akiteru estuvieran a salvo, solo eran niños.
No sabía si iba a vivir o no, así que con anterioridad puse este libro aquí, si no sobrevivía no quería dejarte solo.

Lo siento mucho, realmente quería enseñarte porque sé que te encantaba y me gustaba ver el brillo de tus ojos cuando un hechizo te salía... Pero supongo que no podré hacerlo.

Lo siento, lo siento mucho, realmente lo siento. Pero estarás bien, estarás con Akiteru y Kei y estoy segura que ellos te cuidaran.

Te amo mucho, hijo".

Terminado de leer la carta Tsukishima volteó con su amigo, el cual tenía los ojos llorosos y mordía su labio aguantándose las ganas de llorar. Ambos ya tenían en mente que sus padres debían haber muerto pero el hecho de confirmarlo los hacía sentir un vacío.

Tsukishima no sabía qué decir o hacer, nunca fue bueno con las palabras; en cambio Yamaguchi sí, cuando su hermano murió él estuvo con él diciéndole que todo estaría bien y dándole palabras de consuelo. Pero no podía hacer lo mismo, no le salía.

Así que pasó un brazo por su hombro como si quisiera abrazarlo porque ni de eso estaba seguro si sería prudente hacerlo, en cuanto Yamaguchi sintió algo de tacto se aferró a él, llorando en el hombro de su amigo.


AftermathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora