IV

188 37 5
                                    


— ¿Me llamó, majestad?  —Dijo un chico pelinaranja mientras hacía una leve reverencia al hombre que se encontraba en el gran trono frente a él.

 — Así es, Hinata. —Respondió a secas y sin expresión alguna, ni siquiera lo miraba.
— ¿No tienes alguna idea del porqué de tu llamado? —Le dio una mirada llena de odio y amargura. 

El pelinaranja lo sabía, sabía perfectamente porque el rey Tooru lo había llamado.
— No, majestad... —En cambio lo negó.

— ¿Recuerdas cuál fue tu condición para que no te hiciera nada a ti ni a tu hermana? —Respondió de nuevo con otra pregunta. 

— Sí... —Ya sabía en qué dirección iba la conversación, lo humillaría de nuevo, por suerte ahora estaban solos, era más humillante cuando lo hacía frente a los guardias. 

— Pues el tiempo se acabó. —Dijo con una mirada y con una voz llena de odio. Hinata abrió sus ojos con sorpresa, no quería entrar en pánico pero la mirada que le daba lo hacía sentir que no bromeaba. 
— He sido muy paciente todos estos años que has estado aquí, pero el tiempo se acabó. —Su voz era áspera y tosca. — Cuando fuiste capturado, tu única condición para que no te asesinara era que nos ayudarías a capturar a todos los engendros que hay en el pueblo... Tal parece que no pudiste. 

— No he tenido oportuni-... 

— ¡Cállate! Como no pudiste capturar a ninguno, ahora te trataremos a ti y a tu hermana como a ellos. —Las puertas del palacio se abrieron completamente dejando ver que entraban varios caballeros. 

Hinata al ver que entraban todos los guardias sintió pánico.

— Apuesto a que fingiste ser un demonio para que no te hiciera nada... —Le dijo con tanto asco en la voz.
— Eres un simple humano jugando a ser demonio. —Dejó de ver al pelinaranja para ver a los guardias. — Que muera bajo la lluvia de flechas... No merece ni la hoguera este cretino. 

Hinata estaba completamente aturdido. No, no podían echarlo, no podían matarlo, aterrado vio como los caballeros se empezaban a acercar a él.

Empezó a correr escapando de ellos y del castillo, por suerte no había muchos pero al escapar del castillo más caballeros lo empezaron a seguir. Tenía que huir, tenía que ir al pueblo por su hermana pero con todos los guardias detrás de él sería difícil. 

— ¡Deja de correr, idiota! —Reconoció esa voz, era de Kageyama, el guardia más leal que había. Muchos incluso decían que podía ser el sucesor de Oikawa. 

Tobio iba detrás de él con su arco y flechas intentando apuntarle. Hinata corría con toda sus fuerzas pero no era suficiente, ocupaba esconderse, no resistiría mucho tiempo corriendo.


"Un lugar donde los caballeros no busquen...".


Entonces recordó el bosque, nadie se acercaba al bosque debido a los rumores de que estaba maldito, podía fingir meterse al bosque y una vez que lograra despistarlos saldría e iría por su hermana.

Así lo hizo, corrió hasta el bosque pero aún lo seguían y empezó maldecir, no quería adentrarse, no sabía si los rumores eran ciertos o no y francamente no quería descubrirlo. Pero al ver que los caballeros no lo dejarían en paz, entró.
Trató de no ir muy profundo para cuando escuchara que los caballeros se fueran, salir. 

—¡Entró al bosque! —Gritó uno de los caballeros. 

— ¡Déjenlo! ¡Está prohibido entrar! —El rubio conocía esa voz, era el líder de los caballeros. — ¡Morirá ahí dentro!

AftermathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora