III

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Desde que se encontró el libro de su madre Yamaguchi no lo dejaba, en ese libro había algunas notas que escribió su madre.
Era extraña la sensación, sabía que no debía aferrarse a un libro pero a la vez sentía que no era tan malo, era lo único que le quedaba de ella.

— Iré a traer leña. —Dijo sin pensarlo, quería salir un rato a caminar y esa era la excusa perfecta, además hace mucho no salía a caminar por el bosque solo.

— Llévate la navaja por cualquier cosa. —Tsukishima pensó en acompañarlo pero por su aspecto probablemente quería estar solo, aun así le dijo que tomara la navaja, a pesar de que Yamaguchi no cazaba lo sabía usar.

Tomó la navaja, no acostumbraba a salir de casa armado pero entendía que probablemente se lo dijo para que se protegiera, el bosque a veces podía ser peligroso, por eso Tsukishima era el único que salía de caza o a conseguir leña. Él también salía por la leña de vez en cuando pero cazar, era algo que definitivamente no podía hacer.

Ya tenían un recorrido por el cual caminaban pero era evidente que al pasar los años la leña de esos lugares se fuera agotando. Tenían que explorar más y la verdad siempre le asustaba, era un bosque y no cualquier bosque, había hechiceros, cambiaformas y entre demás seres "sobre-humanos", no conocían a ninguno ya que nunca salían más allá del área de donde estaba la cabaña.
Cuando eran niños Akiteru siempre les decía que no debían ir más allá de donde tenían su recorrido, él nunca lo hizo pero estaba seguro que Kei lo hizo un par de veces, él era más valiente.

Entre más se adentraba más leña encontraba y más percibía un olor a vainilla, ese olor siempre le recordaba a su hogar en el pueblo.




Vio un pequeño camino de piedras, se acercó discretamente recogiendo leña, sentía como si hubiera algo o mejor dicho alguien, decidió apurarse pues aunque estuviera armado no sabía que se encontraría.
Al momento de dar vuelta dispuesto a salir, iba con la vista gacha así que no se dio cuenta de que había alguien.

 — ¡¿Humano...?! ¡UN HUMANO!  —Al principio ladeó la cabeza algo confundido, luego pareció sorprenderse mucho y finalmente sus ojos se abrieron totalmente. — ¡AKAASHI, HAY UN HUMANO! ¡UN HUMANO NOS INVADE! —Dijo mientras salía corriendo entre unos arbustos.

Yamaguchi ni loco se acercaría, de por sí ya estaba sorprendido. Ese chico lo asustó pero a lo que podía notar no era humano, lo supo al ver sus ojos, eran tan afilados y penetrantes como los de un búho, tenía que apurarse y salir de ahí.

— ¿Un humano? Pero no huele a humano, ¿estás seguro? —Escuchó otra voz que a diferencia de la primera, era más tranquila.

Empezó a correr, sabía que no debió entrar en ese camino, volteó hacia atrás para ver si lo seguían pero de nuevo chocó con alguien, esta vez fue más brusco así que no sólo se cayó la leña, también se cayó él.

Había chocado con un chico de ojos negros profundos e igual de mirada penetrante, ¿sería el tal Akaashi? Vio que detrás de él estaba el chico que vio primero, el de cabellera rebelde y de color grisáceo, ¿los dos serían cambiaformas o hechiceros?

El pelinegro no dejaba de verlo, parecía examinarlo completamente con la vista. Después de un pequeño rato le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.
— Soy Akaashi.

Dudó en aceptar su ayuda, ¿acaso no le haría nada? Aceptó su mano por pura educación.
— Yamaguchi... —Respondió algo inseguro.

— ¡Y yo soy Bokuto! —Dijo muy sonriente y alegre el chico con ojos de búho.

— ¿Qué haces aquí? —Akaashi parecía muy serio pero a la vez algo interesado.

— Recojo leña... —Yamaguchi en cambio parecía ya más tranquilo y señaló toda la leña tiraba en el pasto.
— Ustedes... ¿Son cambiaformas? —Se atrevió a preguntar, la verdad no daban miedo aunque si le intimidaban un poco.

— ¡Somos hechiceros! ¿Tú eres...? —Bokuto dejó de sonreír para olfatear mejor, el aroma de Yamaguchi no parecía mezclarse. — Vaya, creí que eras humano, ¡pero eres un hechicero!

— ¿Cómo sabes que soy un hechicero? —Preguntó demasiado curioso y sorprendido.

— Mediante el olor podemos reconocer quien es humano, hechicero o cambiaformas. —Respondió con una sonrisa.

— ¿Olor? ¿A qué se supone que huelen los hechiceros? —No entendía nada, ¿olores? Vivió bastante tiempo con Akiteru y Kei y nunca había notado un olor raro o peculiar. 

— Cuando nos viste, ¿no oliste nada? ¿O sentiste un olor? —Preguntó intrigado Akaashi

Yamaguchi se quedó pensando, no sintió un olor peculiar...
— Ah, olía a vainilla. —Ese olor le recordaba a su hogar, pero como no era un olor desconocido no le tomó importancia.

— Los hechiceros tienen ese aroma, así que sí, estás en lo correcto. 

— ¿Y a qué se supone que huelen los humanos? ¿O los cambiaformas? —Preguntó alzando las cejas.

— ¿Conoces cambiaformas? —Le respondió con otra pregunta. 

— Sí, mi amigo. 

—¡¿Tienes un amigo cambiaformas?! —Dijeron al unísono aquellos dos, aunque uno con más emoción que el otro, ambos estaban sorprendidos, Yamaguchi asintió no muy seguro de hacerlo. 

— Eso es tan raro, ¿es posible? Por lo general los cambiaformas son muy quisquillosos. —Le preguntó Bokuto a Akaashi, el cual también parecía estar igual de confuso, ambos miraron a Yamaguchi con la esperanza de que les diera una explicación.
— No te amenaza o algo, ¿verdad? —Preguntó preocupado.

— ¿Qué? ¡Claro que no! —Yamaguchi respondió incrédulo, no entendía porque sacaban esas conclusiones. — Somos amigos desde niños.

Akaashi a pesar de siempre tener una cara monótona parecía muy sorprendido y qué decir de Bokuto que tenía la boca bien abierta debido a la sorpresa.
— Bueno, tiene sentido... —Respondió el pelinegro, no era como si los hechiceros y cambiaformas no pudieran ser amigos, solo que tenían fama de no llevarse bien. — En cualquier caso, las cambiaformas tienen un aroma a petricor, por eso suelen vivir en los bosques o cerca de ahí para disimular su olor. 

Yamaguchi ahora recordaba que la casa de los Tsukishima estaba a la orilla de varios árboles, ahora que lo escuchaba tenía sentido. Y su familia olía a vainilla pero como era un olor muy común nunca pensó en eso. 

— ¿Qué te trae al "bosque prohibido"? —Preguntó Bokuto fingiendo voz tenebrosa mientras jugaba con sus manos.

El castaño sonrió un poco con eso, el mayor era divertido. — Vivo aquí. 

— ¡¿Qué?! —De nuevo Akaashi y Bokuto estaban sorprendidos. — Pero nunca te había visto por aquí, debes ser un hechicero novato para no notar su presencia. —El peligris estaba muy confundido.

— Bueno... Por lo general siempre recorro los mismos lugares, es la primera vez que caminé tanto. —Respondió algo tímido. — Y respecto a lo de novato... Se podría decir que sí.

— ¡¿Eres un novato?! ¿Quieres que te guiemos en tu vida como hechicero? ¡Serás como nuestro aprendiz! ¡Siempre quise tener un aprendiz! —Bokuto habló eufórico, parecía muy feliz de eso. 

Akaashi por su parte solo codeó al más alto, aunque a él también le gustaba la idea tampoco quería obligarlo.
— Disculpa, Yamaguchi. Es solo que no convivimos mucho con otros hechiceros, no te sientas presionado, si no quieres está bien.

— De hecho... Me parece bien, yo tampoco tengo contacto con otros hechizos o magia a excepción de un libro. —Respondió tímido.

Akaashi sonrió.
— En ese caso podemos aprender juntos, tampoco creas que somos los hechiceros más experimentados pero podemos enseñarte lo que sabemos. —Habló tranquilo y seguro.

Yamaguchi por su parte se sentía más tranquilo y asintió a lo que Bokuto celebró con un peculiar grito.


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