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    [Sebastien en multimedia]








“Capitulo 7: Señales confusas”

 
 




 
—Megan solo, ves, eres idiota. Déjame hacerlo a mi.—exclamó Larray con algo de cansancio.
 
Hace dos horas —literalmente— estaba tratando de entender la maldita balanza para poder darle los kilo de fruta que había pedido una señora que se encontraba delante de mi esperando con ansias. Larray llegó para salvarme el día, y la señora levantó los brazos en altos cuando el chico le tendió la bolsa con el contenido. Rodeé los ojos, para luego mirar a Larray y sonreírle.
 
—Gracias Larray, siempre estás salvándome.
 
—Ni te creas que lo hice porque quería, la pobre señora te iba a golpear si no le dabas su pedido de una vez por todas.—bromeó.
 
—Solo me faltaba un paso y ya le iba a entregar su compra.
 
Era una gran mentira, no entendía para nada esa maldita balanza y estaba acabando con mi poca paciencia.
 
—Si, como digas, sigue con tu trabajo que llegará el jefe y si no ve todo en su lugar nos despedirá a todos juntos.
 
Lo miré con algo de confusión.
 
—Pero si el señor Crum está en su oficina.
 
—No Crum, idiota.—exclamó.
 
—¿Acaso hay algún otro dueño o qué carajos? Estoy perdida.
 
—Por lo que veo no lo sabes, este supermercado tiene dos dueños—explicó—. La familia Crum y Hub Ricci, ambos tienen mitad y mitad de las ganancias de este lugar. Además Hub es la primera vez que invierte en un negocio tan pequeño y alejado de su ciudad natal.
 
—Uhm, no lo sabía, pensaba que esto era solo de la familia Crum.
 
—Estaban en quiebra, y Ricci se ofreció a invertir de nuevo y solo viene una vez al mes para ver como va todo en el lugar. Pero siempre se pone de mal humor cuando se entera que el señor Crum contrató a otra persona.
 
—¿Cuántas personas ha contratado?
 
—Este mes, han sido tres y cuando Ricci lo vea querrá matarlo, pero creo que contigo no tendrá problemas el señor Crum seguramente le avisó que te contrató.
 
—Eso espero, venir aquí es una buena distracción si me despiden la pasaré encerrada en casa de mis abuelos. ¿Es amigable?
 
Larray levantó su rostro para mirarme con confusión y luego preguntar.
 
—¿Quién?
 
—El señor Ricci.
 
—¿Cuál señor Megan? Tiene veintitrés años y está muy bueno. —exclamó mientras parecía  babear por él.
 
—¿Veintitrés? ¿Y ya tiene un negocio?
 
—Su familia tiene dinero y él se quedó con las empresas de sus abuelos. Además es el soltero más codiciado del momento, con tan solo veintitrés años tiene uno de los negocios más grandes de todo el país.
 
Me dediqué a escuchar con atención lo que decía Larray mientras apoyaba mis codos en la mesada que se encontraba enfrente de mi. Si había algo que me sorprendía más que yo haciendo ejercicio, eran las personas que con tan poca edad tenían la vida resuelta, les tenía envidia pero luego recordaba todo lo que debían de hacer para mantener sus empresas y se me pasaba.
 
—Uhm, eso suena—realice una pausa para pensar la palabra correcta.—, interesante.
 
—Su vida es muy interesante, créeme. Tiene una hermana menor de veinte y estuvo detenida varias veces por posesión de drogas, y sin contar los problemas que causa y luego aparecen en las revistas o televisión y Hub tiene que hablar sobre ello para mantener la  reputación de su negocio.
 
¿Cómo sabía todo eso?
 
—Larray, acosas al pobre chico.
 
—Su vida es pública, ¿quieres que siga contándote?
 
—Sí.
 
Estaba interesante la vida de aquel chico.
 
—De su madre no se sabe nada, pero su padre vive en Alemania haciéndose cargo  de otra empresa.
 
Abrí los ojos sorprendida.
 
—Joder¿cuántas empresas tienen?
 
—Creo que son como cinco en total.
 
—Eso es muchísimo —exclamé.—. Deben ser muy millonarios.
 
—Demasiado, pero es un problema para él ser tan millonario, su ex novia le está haciendo un juicio.
 
—¿Un juicio?
 
Larray era como una vieja chismosa de cuarenta que sabía todo, pero no me quejaba, al contrario agradecía que ya casi nadie viniera a comprar a estas hora para poder seguir hablando con el moreno.
 
—Dice que no le pagó por mostrar su imagen en revistas, entrevistas y todo eso. Asegura que ella nunca quiso salir en televisión o algún otro medio público, así que está pidiendo dinero a cambio de eso.
 
—Pues, es demasiado absurdo pero puede servirle para sacarle dinero.
 
—Claro que puede servirle.—exclamó con clara  indignación.
 
—¿Por eso no tiene novia?
 
—Creo, ahora solo tiene aventuras de una noche con todas y las que se acuestan con él al otro día postean en redes que estuvieron con el gran Hub Ricci.
 
—Vaya que están desocupadas para hacer aquello.
 
La próxima subiré una foto con Vinnie en historias de Instagram.
 
—Bueno, a Hub le importa poco, basta con que no le hagan otro juicio.
 
—Pobre chico.
 
—Viejas chismosas, pónganse a hacer algo que ya estamos por cerrar. —gritó Damen acercándose hacia nosotros.
 
—Damen cierra el pico, estamos haciendo cosas importantes.—habló Larray.
 
—Si chismosear es hacer algo importante quiero unirme, ¿Qué dices Megan? ¿Salimos esta noche?—preguntó mientras pasaba un brazo encima de mi hombro.
 
—En tus sueños, Damen.
 
Saqué su brazo y me dispuse a caminar hacia donde estaban las demás cosas y poder acomodarlas.
 
—Ya, déjala idiota, no tienes oportunidad con mi Mukis.
 
—¿Mukis?–pregunté confusa.
 
—Te he bautizado como Mukis, y nada va a cambiar eso.
 
—Solo la conoces hace una semana y ya le haz puesto apodo.—exclamó Damen.
 
—¿No te cansas de molestar? Vete.
 
—Cállate Larray.
 
Saqué mi móvil del bolsillo de mi pantalón para poder ver la hora. Las doce marcaban en la pantalla por lo que me dispuse a dejar de acomodar aquellas cosas para buscar mi bolso en el pequeño casillero que teníamos en el cuarto de empleados.
 
—Ya es hora Larry.—avisé.
 
—Nos vemos Mukis, ten cuidado.
 
Me dirigí hacia la puerta de salida, el aire fresco golpeo mi rostro y atravesaba por las roturas de mi pantalón. Busqué entre mis cosas aquel gorro negro con un logo en el medio y me lo puse en mi cabeza, seguía teniendo esa prenda de Vinnie ya que no había podido verlo durante esta semana para intentar devolvérselo, aunque era demasiado calentito.
 
Saqué mi móvil para poder enviarle un mensaje a mi abuela, quien en pocos segundos contestó con un “estoy en camino”. Apagué el aparato y me dispuse a mirar hacia el estacionamiento del frente.
 
—Siempre es un placer encontrarte.
 
Esa voz. La irritante voz del chico de la otra vez se hizo presente mientras me daba vuelta para enfrentarlo, llevaba puesto unos pantalones negros con una camisa negra desabotonada un poco, y un saco arriba de sus hombros sin poner sus brazos en él. Además, no me podría olvidar el detalle de las gafas de sol que adornaban su rostro, parecía un modelo.
 
—Otra vez tú.—resoplé.
 
—Se que te alegras de verme.—pronunció con una sonrisa egocéntrica.
 
—No, no lo es.
 
—¿Ya te vas?
 
—Si, mi hora ya terminó.
 
—Creo que tendré que venir más veces aquí para poder verte.
 
Se sacó sus gafas dejando a la vista sus ojos color castaños.
 
—No, no te molestes, yo no quiero verte Humberto.—rodeé los ojos.
 
—¿Quieres que te lleve a tu casa?—propuso de repente.
 
Vaya, cambiaba de tema cada dos por tres.
 
—No, gracias, estoy esperando que vengan por mi.
 
—Avisa que te llevo.
 
—No, ya están viniendo en camino, pero gracias por ofrecerte.—repetí con algo de frustración, odiaba a la gente insistente.
 
—No me rindo tan fácil.—pronunció acercándose hacia mi.
 
—Aléjate.
 
Su perfume llegó a mis fosas nasales, mientras él levantaba una mano para llevarla a mi mejilla.
 
—¿Y si no lo hago? —acarició mi mejilla.
 
—Lo haré yo.
 
Me aleje de él mientras de lejos podía ver el auto rojo de mi abuela llegando hacia mi. Me dirigí hacia el mismo mientras podía notar la mirada pesada del chico sobre mi. Esto no me pasaba en mi pueblo, ni siquiera se me acercaba una mosca, ahora de la nada se me acercan todos los hombres. Pero, solo uno estaba comenzando a llamar mi atención, mis pensamientos se fueron a aquel beso con Vinnie en el parque, esta semana sin verlo había sido rara. Nos mandábamos mensajes por la noche cuando tenía tiempo y no estaba entrenando, mientras él me contaba de su día y yo del mío.

El Chico De Al Lado                                        [Vinnie Hacker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora