Capítulo VII: Código Azul

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si la moral fuese un ideal colectivo todos estaríamos privados de libertad...la moral, la ética y la libertad son conceptos que nos otorgan las diferentes perspectivas y acciones del diario vivir.

La noche anterior luego de que Hades abandonara el cuarto, le pedí a Leiel que me dejara a solas, este me otorgo el placer no sin antes aconsejarme que intentara pedirle perdón por lo que había escuchado.

Claro que pensaba excusarme con Hades, había sido una completa idiota y malagradecida...las cosas que dije lo hice sin pensar y llena de rabia acumulada. No iba a hacer como si nada, y es así como a la mañana siguiente a la hora del desayuno decido bajar al comedor dispuesta a pedirle perdón a Hades.

—Buenos...buenos días, Hades.

Obviamente no me contesto, ni paro de comer.

Sabia que si no era yo la que empezaba la conversación nunca llegaría a lo que venía a hacer, así que suelto las cosas directamente.

—Hades yo quiero pedirte pedirte...am...per...

—No —Ni siquiera alcanzo a terminar cuando me interrumpe.

—¿Que? —no entendía a que venía ese no.

—No lo sientas Antoinette —el tono amargo en su voz resalta—, no me vengas con tu hipocresía, porque lo que dijiste lo hiciste con tus cinco sentidos puestos.

—Lo sé y de ... hecho —vuelvo a intentar, pero nuevamente me detiene.

—No me interrumpas. Tienes toda la razón en lo que dijiste anoche y no tienes por qué disculparte... me conoces bastante bien Antoinette Stuart, tanto así que puedes describirme a la perfección... ególatra, egocéntrico, gruñón, frio, me queda perfecto el apodo del dios del infierno, ¡ah! y cómo he de olvidar controlador impulsivo o alias chispita gran apodo, por cierto.

Esta vez no lo detengo. Claro que tenia todo el derecho a enojarse conmigo, es decir yo no era ninguna víctima, yo era el victimario.

Como sigo en silencio continua el con su tono sarcástico.

—Si, es curioso como puedes llegar a reconocer tantas cosas de mi en tan solo dos semanas, pero no eres la única aquí que puede adivinar cómo es cada uno. Veamos... niña caprichosa que no puede terminar ni una sola frase sin un <<ammmm>> <<emmm>> ¿a qué edad aprendiste a hablar?

—Hades yo realmente lo siento, pero no me gusta la forma en la que te diriges sobre mí.

—¡Que no me interrumpas dije! —su puño golpea la mesa y yo callo al instante—¿cuál es la diferencia entre lo que yo te digo y lo que tú mencionaste de mí? ... ¡ah sí! que no fuiste capaz de mencionármelo en la cara. Sigamos: curiosa excesiva, hasta diría que chismosa, un mal gusto en la literatura, llorona, prejuiciosa.

Hasta ese punto ya me sentía demasiado vulnerable y no iba a dejar que me tratase de tal forma, así que intento salir rápidamente del lugar.

—No te he dado el permiso de retirarte.

—No voy a quedarme a escuchar cómo me denigras, realmente lo siento y sé que me equivoque, pero dime ¿qué ganas con restregarme en la cara las cosas? ... no creí que fueras un hombre vengativo.

—Tú no sabes nada de mí.

—Y tú tampoco de mí.

Digo esto último y salgo apresuradamente del salón sin mirar atrás.

Mierda este día ya había empezado mal...y apenas era lunes.

—¿Qué piensas te gusta o no?

—¿perdón?

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