Verlo apoyado en la pared era algo realmente hermoso, sabía que él no se fijaba en mi pero yo lo observaba, miraba como sus oscuros ojos perseguían la cola de las alumnas de la escuela, como su labio inferior desaparecía en su boca como disfrutando lo que hacía. Yo suspirando me arregle el pelo detrás de la oreja y me dispuse entrar a la escuela. Al llegar al ya pasar ya 20 minutos en el salón, el maestro decidió dejarnos solos a los alumnos, tome mi vieja mochila y de allí saque un cigarrillo y con el mechero lo encendí. Con el cigarrillo en la boca observe el salón lo que más me sorprendió es ver en el cuello de el una cabellera marron, una nueve de humo salió de mi boca a el cual lo siguió una sonrisa, me acerque cuidadosamente, al verme la rubia se sentó erguida saliendo de su escondite a partir de este acto el extrañado se dio vuelta y esos ojos que perseguían culos se centraron en los míos, sus negras pupilas (a mi parecer) eran la imagen de su alma...vacía y sin luz.
"¿Qué queres?" soltó fríamente, allí le ofrecí el cigarrillo diciéndole "¿queres una pitada?" y como era de esperarse de una persona como el simplemente ignoro mi comentario y siguió con la importante charla que él y la rubia estaban teniendo. Agarre el soplete y lo acerque a su nuca, el al sentir el calor dirigió su mano a aquella parte, su rostro se dio vuelta para mirarme. "¿Qué mierda haces tucán?", sonreí coquetamente, de nuevo le tendí el cigarrillo ya medio prendido y volví a preguntarle "¿queres una pitada?". Notaba como la furia que le atravesaba el cuerpo se potenciaba en sus puños y sin darme cuenta el comenzó a golpearme, mientras los alumnos alegraban aquella agresión.
Un profesor nos sentó en la sala de espera de el director, me separaba solamente una silla me separaba de él, el ojo me había quedado violeta y puedo aceptar que me seguía doliendo. Lo mire, él estaba completamente tirado en la silla con los brazos cruzados, aquello ojos oscuros que en aquel momento fueron llamas ahora están helados. Me senté a su lado y escupí un poco de sangre cerca de sus zapatos, "si me los manchas te los hago limpiar con la lengua" dijo mirándome, moví mi cabeza para mirarlo, mordí levemente mi labio. "linda ñapi me pegaste, me voy a tener que poner un bife" "mira que hay que ser boluda para querer meterse conmigo, ¿o qué? ¿Te gusta que te peguen? "dijo en un tono un tanto provocativo sonreí, me acerque más a sus labios y casi como un susurro le dije "pegas como una nena", Lo que hice a continuación me sorprendió rotundamente ya que no era de hacerme la divina, resulta que tome mis cosas abrí la puerta y a continuación antes de irme le tire un beso para luego irme caminando tranquilamente afuera de la escuela.
Lo espere apoyada en su auto, manteniendo mi mirada en la puerta de la escuela, allí lo vi salir, Pero agarrado de la mano con ella, reían, se sonreían, ¿Cómo podía estar así después de lo que paso? ¿Ella lo hacía sentir de ese modo? ¿"Normal"? Traté de apartar mi vista de aquellos dos, pero al imaginarme el calor que aquellas manos producían y lo que aquel calor provocaba en él, produjo en mi interior una ola inmensa de calor que se esparció por todo mi cuerpo. El hecho de que él se fijara en ella como su felicidad hacia que nuestra relación sea aún más ruda, que aquellos errores o confusiones que él tenía con ella luego eran piñas o puteadas a mí. No puedo decir que me gustaba que él me trátate como lo hace, que todo lo malo de él lo tenga que ver yo y no ella, pero el hecho de ser el muñeco. EL UNICO muñeco que tenía para sacarse cosas que a él no lo gustaban o aumentar su ego a mí me alegraba porque a él le hacía bien.
Cuando volví a la realidad sus labios ya estaban abrazados, mi miraba los penetraba muy fríamente y note que él me miraba al ras del ojo, sus labios (los de él) hicieron una leve mueca mientras la besaba y note la mano de él que en ese momento se encontraba en la cintura de ella iba bajando hasta apretarle el culo y ella al notar aquello se sobresaltó y lo aparto un poco, le dio un tierno golpe en el hombro para luego seguir una conversación amistosa, Pero aquellos ojos oscuros, en aquel vacío había una luz que en ese momento mientras ella hablaba se centraba en mi incendiándome sin quererlo.