Capitulo VIII

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En este momento, siento como si un puñal me atravesara el corazón.

Anónimo.

~×~

Se sentía raro después de su pequeña confesión. Tenerla de espaldas a él le facilitó muchísimo el poder hablar con sinceridad. Siempre se consideró un hombre directo y metódico para hablar, pero esa mujer sacaba lo bueno y lo malo; en muchas mayores cantidades lo malo de su ser.

Su rostro se perdió en su cabello y sus brazos se aferraron a su cuerpo. Era lo único que quería hacer: sentirla cerca y traspasar un poco de su calor, demostrarle cuánto era lo que él la quería. Porque sí, él sabía cuanto quería a esa mujer, era pronto para decir “te amo”. Aún así, deseaba más que nada vivir ese enamoramiento a su lado.

Mikasa movió su cuerpo hasta separarse de su amarre y después de un largo suspiro, volteó para mirarlo fijamente. Su mano suave acarició su mejilla, él no soportaba ese tipo de gestos porque sentía que querría más y debía controlarse así que cerró sus ojos para no tener que ver a esa linda mujer que le propiciaba aquellas maravillosas sensaciones. Pero tan pronto como cerró sus ojos se percató del grato cosquilleo y calidez que sus dedos le otorgaban tras cada caricia, sus labios fueron tomados de sorpresa y Levi no pudo evitar corresponder, dejó que ella guiara ese sutil vaivén que tarde o temprano sería su ruina.

—Mikasa, no tienes que hacer esto —dijo él cubriendo su rostro para no mostrar el desastre que era cada vez que estaba a su lado.

—Yo lo quiero —respondió ella, recostando su cuerpo a su lado —tengo miedo, pero no de tí, quizás no cumpla con...
—Mikasa, no debes obligarte a avanzar. Dije que te esperaría y así lo haré.

Él estaba completamente firme en su posición, esta vez no se rendiría, ni caería porque simplemente no era correcto.

—Pero, ¿y si encuentras a alguien que sí pueda estar contigo? Tengo más miedo de perderte...

—Eso no sucederá. Nunca he necesitado una mujer a mi lado. Estuve mucho tiempo solo y tengo suficiente trabajo como para morir.

—¿Y si nunca vuelvo a sentirme lista?

Prontamente comprendió el porque de esa insistencia y sintió alivio. No quería que ella lo haga por él, no era momento de ser egoísta y verla en ese estado de fragilidad le causó cierta tristeza que camufló ágilmente en una sonrisa que buscaba otorgarle esa confianza que ella tanto necesitaba en ese momento.

—Sabes tan bien como yo que eso no es cierto, además...— término de recostar su cuerpo sobre el suyo para darle un beso lento y profundo que la hizo suspirar. —No sabes cuánto te deseo, pero esperaré paciente. Además, no hay nada más que desee que volver a estar contigo y disfrutar una vez más, juntos.

𝙰𝚍𝚒𝚌𝚌𝚒ó𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora