𝟎𝟏𝟏-𝐔𝐧 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐢𝐫𝐨

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Todo parecía parte de un sueño, el disfrute del aire fresco con los cálidos rayos del sol colándose por entremedio de las ramas de los árboles en un afán de teñir su piel.

Tan suave y dulce, eran las voces que como cantos de sirenas lo atraían hacia el peligro, pero realmente no le importaba mucho chocar en la orilla si eso significaba poder repetir momentos tan lindos como el que estaba viviendo en esos momentos.

La niña recostada sobre su pierna y el bicolor a su lado sonriendo y hablando de la manera más hermosa. Lo miraba, solo a él, con una intensidad sacada de las películas, pues, todo parecía ser ficción, desde aquellos deliciosos panqueques hasta el tenue sonido del viento.

Simplemente mágico, esos momentos en los que no sabes realmente si despertaste o no, y en el caso de no ser así, simplemente deseas que ese cálido sueño se quede por siempre.

Las charlas eran casuales, simplemente triviales, nada era realmente atrayente si se veía a simple vista, pero Katsuki se sentía en una especie de paraíso. Con un ambiente familiar tan relajado y fresco que solo lograba ensordecer sus sentidos, poco a poco bajaba la guardia sin ninguna intención de estar alerta. Le encantaba, simplemente, era un momento que jamás había vivido, pero sí había soñado.

En su imaginación se vio a sí mismo repitiendo este tipo de momentos a lo largo de toda su vida. Porque simplemente era majestuoso, tan lindo.

Shōto se veía como un personaje bien portado de una clase de película romántica, alguna historia sobre un chico realmente guapo y bueno, probablemente lo menos dañino que existía. Y sabía que era la mera apariencia, pero aun así se dejaba embriagar por el momento, pues la niña recostada en su muslo solo le sonreía y miraba, de vez en cuanto le hacía un pregunta, típica de su edad infantil, pero él disfrutaba tanto contestar aquellas tontas interrogantes.

Su corazón latía despacio pero fuerte, como si no quisiera causar intromisión pero aun así se sentía ansioso. Sus manos eventualmente trenzaron el cabello de la niña y sus labios no pudieron evitar sonreír un poco al sentir las sedosas hebras blancas.

Las horas pasaban con rapidez y la amena charla se vio interrumpida por el helado viento que comenzaba a soplar. Las nubes se oscurecieron y una muy leve llovizna les mojaba la punta de la nariz.

La niña se sorprendió. Se pasó a un lado y comenzó a correr hacia dentro gritando que era noche de juegos.

En un inicio Katsuki no comprendió el comportamiento de la infante, al menos hasta que su autodenominado tío, le explico con un simple "es como una tradición, si llueve jugamos algo hasta la cena".

– ¿Juegan cada vez que llueve? —Pregunto interesado, mientras le ayudaba a levantar las cosas de su pequeño picnic.

– Cada vez. —Dijo sin dudas en su voz –Antes...– Se pauso a sí mismo, como recapacitando. Esto solo genero más intriga en el espectador. – Le solían dar miedo los truenos. Así que preparaba juegos de mesa para que no piense en ellos. – Sonrió levemente y le miró. – Luego se volvió costumbre.

Bakugō tardo unos segundos pero aun así le sonrió levemente de vuelta. Apartó la mirada y recogió el mantel que habían puesto sobre el pasto, ya bastante humedecido.

Para cuando terminaron de entrar todo a la casa, la pequeña albina ya había ordenado el "jenga" a la perfección, asegurándose de que cada pieza estuviera cuidadosamente colocada para generar una impresión de estabilidad.

– Príncipe. – Le llamó el bicolor. Bakugō le miró en respuesta, y este le sonrió de vuelta. – Jueguen una partida sin mí, iré preparando la cena.

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