𝟎𝟎𝟖- 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧

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Pero cuando sales del trabajo, todo lo que tenemos que hacer es...

Esto es lo que quiero que todos ustedes hagan por mí,

En el sillón de cuero al rededor de miles de rostros aburridos que lo miraban expectante mientras esperaban su declaración

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En el sillón de cuero al rededor de miles de rostros aburridos que lo miraban expectante mientras esperaban su declaración.
Tan abrumador y estresante para él.

Los detestaba, a cada ser en aquella sala los odiaba, y si tuviese la posibilidad de asesinar a cada uno lo haría... si no fuese por la estúpida reglamentación de lealtad obligatoria.

Suspirando con pereza, volvió a pasarse la mano por el rostro mientras veía los cadáveres en aquellas cuatro fotografías.

— ¿Y bien?— Habló impaciente un arrugado viejo que parecía apestar a sudor y alcohol. Shōto odiaba eso, su olfato era sensible y los olores tan repugnantes como esos lograban que su estomago se revolviera.

— El sacrificio y lealtad de los hermanos Sasaki será recompensado a sus aliados y familiares.— Sentenció sin escrúpulos ni incomodidades, de manera sencilla y elegante a la vez que se llevaba aquel dulce de preferencia rojiza.

— ¡¿Ah?!— Gritó incrédulo más de uno.

— Señor, con todo respeto, no creo que sea momento de ignorar este tipo de... mensajes.— Se quejo con repulsión en sus palabras aquella única mujer de vestido rojo fuerte con un bajo escote que dejaba su pálida piel brillante a la vista de todos, y su cabello azabache cayendo como el agua, lacio por la espalda y hombros, acentuando el toque sensual sin ser burdo.
Shōto analizó sus rasgos una vez más, aquellos dulces pero que ahora se encontraban con el entrecejo fruncido. Le pareció ridículo que ni siquiera la severa mirada que recibía de esta logro intimidarle un poco.

Soltó una pequeña risa sin gracia y se acomodo el cabello sin interés en su entorno o los veinte ceños fruncidos que con miradas de reproche le gritaban que era solo un niñato mimado.

— Claro que no vamos a ignorar el "mensaje", señorita Yaoyorozu.— Habló llevándose un poco de aquella bebida roja como la sangre.— De por seguro que recibirán un regalo, después de todo fueron unos buenos niños que merecen un paquete por navidad ¿No es así?— Terminó encontrándose con sonrisas a gusto y otras que aun le reprochaban, pero poco le importaba complacer a ancianos amargos con pocas posibilidades de vivir más de un año más.
Suficiente tenía con su viejo doble cara.

Se levantó de su asiento sin mucho preámbulo dando por terminada la sesión. Y caminando por los lúgubres pasillos una mano en su hombro lo detuvo redirigiéndolo hacia la habitación en donde se encontraba a quien menos quería ver en ese momento, o mejor dicho, en ningún momento parecía ser de su agrado.

Prontamente dos golpes en la pomposa puerta y un "Que pase" se escucharon con profundidad en sus tímpanos.
El amargo sabor subió por su garganta al ver aquellos ojos turquesas que con cortas pestañas rojizas lo miraba en reproche.

𝐅 𝐢𝐭 𝐔𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora