~ Cap. No.6 ~

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- Aquí es donde vivo, Zee  señalo el edificio y tomo la mano de Saint para guiarlo hacía la entrada.

- Buenas tardes, señor Pruk

- Le saludó el portero con extrañeza al ver al hombre que le tomaba la mano y que sólo tenía una camiseta encima.

A Zee no se le ocurrió nada que decir, excepto corresponder al saludo y dirigirse hacía los elevadores.

Apretó el botón y miró Saint, quien se miraban sexy con su camiseta

- Espero que no te moleste mi apartamento... no es muy grande, pero es cómodo...

- Saint sólo le sonrió y dio un paso hacía Zee para besarlo, el beso era intenso.

Zee no queria terminar el beso, pero se separaron cuando el elevador llegó y salieron de él un par de personas, quienes se le quedaron viendo a Saint igual de raro que el portero.

- Zee respiró profundo y tiró de la mano del castaño para que entrara al ascensor.

- Saint lo siguió sin problemas.

- Cuando las puertas se cerraron, el beso cobró otra dimensión. Zee no podía parar de besar a Saint, le gustaban esos labios que lo besan con ansias y deseo a Zee, lo estremecía y lo hacía infinitamente feliz.

- Al mismo tiempo, sintió un grado de excitación tal, que no dudó en oprimir el botón y paro el elevador.

- Éste hizo un pequeño traqueteó al detenerse.

Zee sujetó el rostro de Saint  y detuvo el beso, podía sentir contra su muslo la evidencia de que no era el único con deseos.

Saint lo miró con los labios entreabiertos, húmedos y ligeramente hinchados.

- Dios…. murmuró Zee antes de atraparle los labios una vez más y de deslizar sus manos por la camiseta  y pegarlo a su cuerpo.

Sus manos arrugaron la tela, hasta que encontró la hermosa piel suave y tibia de Saint. Con sus manos redondeó unas hermosas nalgas que eran voluptuosas y perfectas. Las apretó y escuchó gemir al castaño contra su boca. Zee perdió el control. Giró, cambió de posición a Saint, y lo empotró contra la pared del elevador. El castaño cerró los ojos cuando el aire escapó de sus pulmones y respiró profundo de vuelta, sólo para volver a caer en la boca contraria. Los dedos de Zee separaron las nalgas de Saint y se deslizaron entre ellas buscando acceso. Saint separó las piernas dándole acceso al pelinegro,  Zee deslizó un dedo en la entrada del castaño y él se apoyó en uno de sus brazos, moviendo la cadera suavemente, para permitirle el acceso al segundo dedo, así dilatarlo y estimularlo. Con el tercer dedo Zee buscó el contacto exacto, Saint gemía y se estremecía en sus brazos. Zee lo incorporó y le apoyó la espalada en la pared del elevador. Saint jadeaba y miraba a Zee con tal suplica y deseo, que el pelinegro no pudo ignorarlo. Lo besó de nuevo, mientras se quitaba el cinturón y abría su pantalón. Compartieron una mirada cargada de lujuria, Zee tomo a Saint de la cintura y lo elevo, lentamente empezó a penetrar ese hermoso culo, sujetándole las nalgas, lo subió y bajó, en cortos y rápidos movimientos. Saint apoyó sus manos en los hombros de Zee y echó la cabeza ligeramente hacía atrás. Poco a poco, se fueron resbalando, hasta que prácticamente Zee estaba de rodillas con Saint  sentado en él. El orgasmo los alcanzó su voz hizo eco en el pequeño elevador. Zee abrazó a Saint con fuerza, hundiendo su rostro en su cuello. Los dos aun jadeaban Zee sonrió y Saint le acunó el rostro con ambas manos y lo besó en los labios tiernamente. Nunca, ni en un millón de años, Zee pensó que aquello pudiera pasarle, jamás. Creyó que eso de hacer el amor en el elevador no era más que un mito urbano. Pero había pasado y había sido más que increíble. también, era su primera vez con un hombre.

- Tenemos que... dijo agitado ...

- Tragó saliva, tenía la garganta seca, tenemos que levantarnos, Zee arregló su ropa y la camiseta de Saint. Finalmente, apretó el botón de reinició del elevador. Habían pocos apartamentos y como no hubo una alerta (nadie, aparentemente, había querido usar el elevador) no tuvieron problemas al llegar a su piso.

- ¿ Estás bien ?

- Le preguntó a Saint cuando dieron los pasos necesarios hacía la puerta de su apartamento. Saint le acunó el rostro de nuevo y lo atrajo en otro beso, murmuro su... supongo que sí.

SACRIFICIO DE AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora