Capitulo II

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Olivia

Después de 2 horas de chapa y pintura (obligada un poco por Aura), terminamos. Y la verdad, estábamos preciosas, para que mentir. Aura llevaba un conjunto precioso negro, de top y falda y unos taconazos que la estilizaban un montón. Me encantaba que el negro dejase resaltar sus bonitos ojos verdes y su pelo naranja. Tenía una belleza muy particular. Yo me puse unos pantalones acampanados negros y un top con un estampado precioso. A pesar de que no me gustaba mucho arreglarme ni maquillarme amaba muchísimo la moda. Peiné mi larga cabellera dorada y me delineé el ojo para resaltar mis pupilas verdes. Tenía la sensación de que aquella noche lo íbamos a pasar bien. Aura aún no me había visto, así que salí para mostrarle mi modelito toda orgullosa.

-¡Lista!.-Le sonreí.

-¡AHHHHH!-gritó muy fuerte.-¡¡Estás absolutamente preciosa!!

Yo tan solo me sonrojé y le devolví el cumplido, nunca me había gustado que me alagasen. Me hacía sentir un tanto incómoda porque pocas veces yo me veía así.

Aura, emocionada, me agarró de la mano y empezó a correr por los pasillos. Me dijo que no dirigíamos al pabellón dónde se celebraba la fiesta de bienvenida. Para ello teníamos que cruzar todo el campus y recorrer los jardines. Yo, no pude evitar gruñir,  estaba lloviendo, y al momento me arrepentí de haberme calzado con mis zapatos favoritos, iban a terminar llenos de barro.

-¡Aura!.-Le grité mientras corríamos, aún dentro del colegio.- Fuera está lloviendo, vamos a llenarnos de barro.

Al parecer, eso no le importó ya que no obtuve respuesta alguna. Ella siguió corriendo conmigo de la mano y en menos de 30 segundos habíamos llegado al pabellón dónde podríamos refugiarnos de la tormenta que estaba cayendo. Evidentemente mis zapatos y los suyos habían terminados hechos un asco, pero decidí restarle importancia, esa noche lo importante era pasarlo bien.

Madre mía, al entrar vi aquello y además de ser enorme estaba repleto de estudiantes, ya borrachos, a esas horas de la noche. Parecía que llegábamos un poco tarde. Ante la situación, no pude evitar reírme al recordar las palabras de mi madre.

-Tia, tía, acabo de ver a una chica guapísima. ¿Te importa que te deje un ratito?

Yo tan solo le asentí. Ella me besó en la mejilla y me respondió con un: "Nos vemos en la habitación." En ese momento supe que iba a tener que pasar sola el resto de la noche. Y no la culpaba. Yo habría hecho lo mismo. Odiaba relacionarme y crear amistades, pero cuando se trataba de chicos era diferente. Rápidamente me volvieron a la mente las advertencias de mi madre, culpa de un baboso borracho que se me arrimó a la espalda.

-¿Pero que coño haces?.-Le grité exaltada empujándolo lejos de mi.

El chaval no cesó y se volvió a acercar a mi, esta vez manoseándome. Y en una milésima de segundo, vi como un puñetazo aterrizaba en el rostro del chico. En menos de 20 segundos, al levantarse, volvió a recibir otro. Me giré nerviosa y vi a un chico rubio, de pelo alborotado y ojos color miel mirando al chaval con cara de asco.

-Eh, gracias.-Respondí.

Madre mía, era muy guapo. "No te pongas nerviosa", me repetí.

-De nada.- Me sonrió y procedió a marcharse.

No puede dejarle marchar. No sé, tuve un instinto.

-¿Cómo te llamas?.-Pregunte ansiosa.

- Alex.-Me respondió un poco serio.

- Encantada soy Olivia. No hacía falta que le pegases, con un "déjala" hubiese sido suficiente. Igualmente, no soy una damisela en apuros que necesite el rescate de un principe azul.

- Bueno Olivia, pues lo siento. La próxima vez dejaré que haga contigo lo que quiera.- Me respondió con una sonrisa que no le llegó a los ojos.- Conozco a este tipo de chicos.

- Venga, déjame que te invite a una copa como agradecimiento.-Le propuse instintivamente.

Tenía ganas de conocerlo.

Lo vi teniendo una lucha interior por no saber si decir si o no, pero finalmente aceptó. Nos acercamos al lugar de las bebidas.

- ¿Qué bebes?.-Pregunté.

-Ron con cola. Y tú... Déjame que adivine ¿Malibú con piña? -Rió

Mi cara me delató y él no pudo evitar burlarse.

-¡Madre mía! ¿Qué tienes, 15 años?. -

Achiné los ojos, en forma de respuesta y finalmente cogimos nuestras bebidas y nos dirigimos a la pista central. Nos dejamos llevar por la música, bailando pegados, sudando, cantando a pleno pulmón y el tiempo paso volando, de hecho, no sé cuánto tiempo había pasado, ni cuántos cubatas habíamos tomado, pero madre mía, iba muy pedo. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue pedirle que saliésemos a bailar fuera.

-¿Fuera? Tía si está lloviendo.-Me respondió soltando una carcajada.

- Por eso, bailemos bajo la lluvia. -Le sonreí animándolo.-Vamos rubio, aquí hace mucha calor.

Al pobre chico no le dió tiempo a reaccionar, lo arrastre fuera de el pabellón hasta llegar a la zona de los jardines. Al notar la lluvia sobre mi piel tuve una sensación de placer absoluta. Amaba la lluvia. Baila bajo ella. Notar el agua recorriendo mi piel y sentirme libre.
Abrí la boca intentando cazar alguna de las gotitas que caían del cielo sacando la lengua.

-¿Qué estás intentando?.-Preguntó el rubio riendo.

- ¿No lo ves? Intento captar el sabor de la lluvia.- Al instante de decir eso supe que no tenía sentido y me reí de mi propio comentario.

El chico se acercó a mi cogiéndome la cara entre las manos. Yo ni siquiera lo veía con claridad.

- ¿Qué te ha pasado? En los ojos digo.-Me pregunto sin poder evitar la risa.

-¿No lo sé, porque lo dices?.-Estaba totalmente fuera de mi.

-Tienes negro en los ojos.-Respondió convencido.

- Idiota eso maquillaje.-Reí.

Debía admitir que me había parecido muy tierno.

Nos undimos en un sin fin de risas. Aquello estaba siendo divertido. Le miré a los ojos y no lo pude evitar. Le besé. Sentí su aliento alcoholizadlo mezclándose con el mío y el beso se intensificó. Aquello fue mágico.

El resto de la noche, después de aquello pasó con total tranquilidad, seguimos bailando, besándonos y mojándonos bajo la lluvia. Fue una noche rara. Rara pero bonita.

Al día siguiente...

Sonó el despertador y no pude evitar taparme los odiados al escuchar el ruidoso y molesto pitido de la alarma. Buf, tenía suerte de que fuera sábado, porque llevaba una resaca encima que no podía con ella. Me levanté a apagarla y vi que Aura ya estaba despierta. Ella tenía la misma resaca que yo.

-Veo que lo pasaste bien ayer noche reina.-Rió mientras se cepillaba el pelo y me miraba a través del espejo.

-Lo mismo digo.-Reí.- ¿Conseguiste aquella chica taaaan guapa como para dejar abandonada a tu amiga? -Le dije en forma de broma.

-Sí, y además era más guapa de cerca. Era un poco capulla pero tampoco pretendía salir con ella, así que, nos liamos y ya está.- Respondió con la voz un tanto afónica.

- Bueno, pues me alegro entonces.- Le sonreí volviendo a acostarme con intención de dormir.

- ¿Y, tú qué tal? Cuéntame, ayer ibas guapísima seguro que alguno cayó.-Me dijo sentándose en mi cama con una enorme sonrisa.

Yo solo le sonreí y ella supo la respuesta.

- Ayy! Sí, sí, sí. ¡Hemos triunfado! Esto hay que celebrarlo.- Gritó demasiado alto para mi resaca.

- Aura. Shhh, hoy solo dormimos porfavor. Estoy agotada.-

Ella asintió con cierto resquemor en el rostro.

Y yo cumplí con mi palabra, dormí el sábado. Pero el domingo también.

El sabor de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora