Capitulo III

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Olivia

Desperté por culpa de un sonido molesto. No tenia ni idea de dónde provenía pero al abrir los ojos puede averiguarlo. Aura estaba secándose el pelo con su escandaloso secador y no había tenido compasión con su pobre compañera de habitación, ahora sí, sin resaca. Miré mi teléfono móvil y puede ver que eran la siete de la mañana. En punto. Aura había sido mi despertador y le estaba agradecida porque no había recordado poner la alarma para despertarme hoy, Lunes, mi primera día de clase.

- Buenos días bella durmiente.- Dijo esbozándome una sonrisa.

- Buenos días madrugadora.- Dije soltando un suspiro de cansancio.- ¿Cómo has podido levantarte de la cama? Porque ahora mismo estoy agotada.- Pregunté.

- Bueno, una aprende a madrugar cuando convive con un padre que la obliga a salir a correr cada mañana.-Gruñó.

- Pues creo que voy a dormir un rato más.- Respondí estirándome en la cama.

Aura simplemente no me dejó. Me soltó un: "Quién madruga Dios le ayuda" y me estiró de las manos hasta conseguir que levantará el culo de la cama.

- Tienes que ponerte guapa para ver a ese chico por el cuál dejaste abandonada a tu amiga.- Puso pucheritos.

- ¿Perdona? Pero si esa fuiste tú.- Reí.

- Vale, vale. Pero oye, que tan mal tampoco te fue que me marchará. Admítelo.

- Nunca te voy a dar la razón y menos si me lo pides.- La vacilé mientras me pasaba las manos por la cara una y otra vez intentando que eso lograse despertarme.

Las dos reímos ante aquella conversación y fui directa al armario para escoger lo que iba a ponerme ese día. Sinceramente, me preparé un buen look pero no con intención de impresionar al rubio, siempre
me gustaba ir bien vestida.

Me puse unos pantalones vaqueros de un azul clarito que llegaban hasta la mitad del muslo. Un top blanco que se apegaba a mi cuerpo y una pequeña mochila para llevar el estuche y poco más.

Allí nos daban de todo: Un ordenador portátil, libretas, libros de estudio, las comidas...Y sí, entonces pensé en el precio y supe que era lo mínimo que debían hacer. Yo tuve suerte, gané una beca completa gracias a que fui la alumna con mejores notas. Sino no hubiese podido pagar todo aquello. Me sentía muy afortunada.

Después de preparar todo Aura y yo nos dirigimos a la zona de desayuno. Eran las 7:34 y teníamos el tiempo justo para desayunar. Fué un desayuno un tanto fugaz. 10 minutos después nos estábamos dirigiendo a la clase.

- Vale Aura, estoy nerviosa dios.

- Liv no te pongas histérica que te conozco. Todo va a ir bien. Te van a ir genial las clases. ¿Recuerdas que eres una becada?.- Me comentó en un intento de animarme.

- Claro que lo recuerdo. Eso es lo que me agobia. Me siento presionada. Tengo que tener muy buenas notas para dar la talla y demostrarles que no se equivocaron conmigo.- Respondí cada vez más nerviosa.

Me estaba dando un ataque de ansiedad. Llevaba meses sin tener uno. Tenía la sensación de que me faltaba el aire, noté presión en el pecho y comencé a marearme. Apoyé una mano en el hombro de mi amiga y mientras ella me decía algo que no lograba entender. Decidí concentrarme en mi respiración para que aquello pasará de una vez y unos minutos después estaba muchísimo mejor. Ahora sí logré escuchar lo que me decía Aura.

- Ey, Liv. Dime algo. ¿Te encuentras bien?.- Me preguntó en tono de preocupación mientras que con sus dos manos me obligaba a mirarle a los ojos.

- Si, tranquila.- Mentí.

No quería contarle nada. Meses atrás lo había pasado muy mal por la ansiedad pero era la primera vez que me pasaba en público y no pensaba contárselo. Nadie lo sabia y no pensaba hacerlo, era una persona muy reservada en ese sentido y no me gustaba meter a mis seres querido en mis propios problemas.

Después de aquello entramos a el aula. Y allí estaba. Allí estaba él. El chico rubio de ojos color miel. Y no supe cómo reaccionar. Simplemente noté como una sensación de frío que me recorría el cuerpo. El chico, como decirlo...Era muy atractivo y encima estudiaba psicología. No lo conocía apenas pero, me estaba empezando a gustar y estaba muy asustada. Apenas habían pasado 48 horas desde que lo había conocido y no había hablado con él de nada que no fuese qué bebía o lo mucho que me gustaba bailar bajo la lluvia.

- Aura, Aura. Allí está. Es él.- Dije nerviosa y emocionada.

- ¿Quién?

- El chico de rojo. El de pelo rubio.- Respondí señalándolo disimuladamente.

Me asusté al ver su reacción. No me la esperaba. Se quedo flipando.

-¿Qué pasa? Dime algo. ¿Conoces a su novia no?.- Me estaba estresando que no respondiera.

- No, no.- Dió una pausa.- Lo que pasa es que lo conozco. Es mi hermano.

Abrí los ojos a más no poder. Joder, eso si que no me lo esperaba.

- Mierda, me gusta tu hermano.- Dije tapándome la boca con una mano y sin poder evitar soltar una sonrisa, las dos soltamos una carcajada y allí fue cuando terminó nuestra conversación.

Fuimos directas a los únicos sitios libres. Justo delante suyo. Y no puede evitar ponerme nerviosa al notar sus ojos en mi nuca. ¿Qué iba a hacer?. Aquello era muy raro. No lo sé pero justo me había tocado sentarme delante suyo el destino nos estaba juntando o, quizá me lo estaba imaginando todo.

La clase procedió de forma normal, yo girándome de vez en cuando inevitablemente para mirarlo y él devolviéndome la mirada. Al terminar la clase Aura y yo nos levantamos y anduvimos hacia las taquillas para guardar los libros que nos habían repartido en esa clase, dos en total.
Yo me encontraba girada charlando con ella mientras guardaba las cosas y vi su cara de exclamación.

- Hola hermanita. ¿Me dejas hablar un momento con Olivia?.- Dijo una voz ronca en mi espalda.

- Por supuesto.- Repondió ella esbozándome una grande sonrisa.

Me giré rápidamente y noté como mis facciones se paralizaban y mi cuerpo se tensaba al instante. Ese chico realmente conseguía ponerme muy nerviosa. Lo miré esperando que dijera cualquier cosa.

- Hoy quiero verte a las 22:00. Te espero en el jardín del campus. No llegues tarde. Y que no te pillen.

No dijo nada más simplemente se marchó del lugar y me dejó allí sola. No sabía si ir. Si nos pillaban nos iba a caer una gorda. ¡Pero, me había invitado a salir!

El sabor de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora