Olivia
Llamé a Aura para contarle todo lo que había pasado con su hermano y se emocionó tanto como yo lo estaba en ese momento. Al llegar a la habitación saltó a mis brazos para darme un abrazo.
- Madre mía, quién me lo iba a decir. Mi hermano invitando a una chica a salir. Esto sí que es raro.
- Y que chica.- Dije apoyando mi cara en las palmas de mis manos por unos segundos, y entrecerrando un poco los de ojos mientras mostraba una sonrisa.
Lo suponía, aquel chico era demasiado guapo y atractivo para querer estar con tan solo una chica. Desde el principio pude descifrar en su encantadora sonrisa que conquistaba muchos corazones pero a él no lograba conquistárselo nadie. Él iba a lo que iba.
-Que me haya invitado a una cita no significa nada. Alomejor es en plan amigos.- Dije intentando convencerme a mi misma. Siempre que me ilusionaba por un chico (que pasaba pocas veces, exactamente una) me pegaba l hostia. Así que no quería empezar a montarme la historia idílica en mi cabeza para luego, estamparme contra el muro.
-Amigos, ya. Mi hermano no habla con chicas en plan amigos.
-Aura, para. Me estás poniendo nerviosa. Y sinceramente lo que ahora mismo me preocupa más es cómo se supone que escapo sin que me pillen infraganti.- Estaba realmente asustada por eso último. Me iban a pillar seguro y como mis padres se enterasen de que había echo aquello, y por un chico, se iban a enfadar muchísimo.
-Vale, a ver, yo te acompañaré por si es necesario despistar a alguien. Pero el resto tienes que hacerlo tú. Solo corre cuando veas un pasillo vacío. Y para volver hacemos lo mismo.
-No, no, no. Acabo de tener una idea. Vale, es un poco en plan peli. Pero lo tuyo le quita emoción. Y si lo voy a hacer por lo menos que sea divertido.-Reí.
Así que seguimos mi plan. Arriesgado. Pero mucho más emocionante que el que me había propuesto A.
Cogimos todas las sábanas, mantas y edredones habidos y por haber que encontramos en los armarios de los pasillos para repuestos. Juntamos todas con nudos para finalmente conseguir terminar el que iba a ser mi camino de escape y vuelta. Por suerte estábamos en la segunda planta así que no necesitábamos que fuese muy largo.
Me armé de valor, porque aunque no lo demostraba me daba un poco de miedo, y empecé a bajar por aquella cuerda improvisada. Aquello no aguanto mucho. Uno de los nudos de deshizo y caí de golpe al suelo. Bueno, o encima de algo peor. Caí directa a unos arbustos. Aquello pinchaba mucho y supé que no había sido muy buena idea.-¡Es-estoy bien!.- Susurré a la vez que salía de ese enredo y me quitaba las plantas del pelo.
-Joder, que susto imbécil. Si esque tendrías que haberme echo caso tozuda. ¡Suerte! Lo vas a dejar con la boca abierta, vas espectacular.
-¡Gracias!.- Le dije lanzándole un beso y finalmente marchándome.
Pude escuchar como susurraba un: "Como siempre" y eso logró sacarme una sonrisa.
Llegué al los jardines del campus y no vi a nadie. Aquello era ciertamente grande pero al no haber ni un alma por allí creí que sería más sencillo verlo. Decidí sentarme en un banco a su espera. Me sentía muy inquieta en aquel lugar, de noche sola. Únicamente acompañada de mis pensamientos.
Aquel chico de veras había conseguido cautivarme y no había podido dejar de pensar en él desde que lo vi. Estaba paseando por mi mente permanentemente y eso era muy raro. Aún así, tenía mucho miedo de que me rompiera el corazón. La única vez que me enamoré de alguien me decepcionaron profundamente y no quería que esta vez fuese así.
Una lágrima estaba deslizándose por mi mejilla y yo ni siquiera me había dado cuenta. Me la sequé rápidamente al notarla. No quería que nadie me viese así.
Justamente un ese momento, una mano tocó mi hombro repentinamente y no puede evitar soltar un grito y levantarme de mi sitio. Me habia dado un buen susto.
Me tapó la boca con una mano y me acercó a su cuerpo.-Cállate rubia. Nos van a escuchar. Y no queremos eso ¿verdad? Shh.
Allí estaba él. Llegando tarde aunque hubiese puesto la hora. Con una sudadera negra y unos tejanos anchos que lo hacían el triple de atractivo. Y allí estaba yo, embobada ante su mirada y sus palabras. Me acababa de llamar rubia y días atrás yo le había llamado así. Aquello me hubiese parecido repugnante pero viniendo de él me gusto tanto...
Entonces, empezó a quitar la mano lentamente dejándome paso a hablar y lo único que salió de mi boca fue un: Qué guapo. Un comentario que quise rectificar añadiendo: El jardín. La estaba liando, ese chico no me conocía pero creo que era evidente que jamás diría eso, de esa forma.
Y de la nada. Los dos empezamos a reír.-Tú también estás muy guapa.- Contestó con una sonrisa.
-Bueno, como dice tu hermana. Eso siempre.-No pude evitar burlarme.
-Qué idiota que eres. No te creas tanto nena. Que esa melena rubia y esos ojos verdes no son para tanto.- Me respondió tratando de enfadarme.
- Perdona chaval, no soy una rubia con ojos verdes cualquiera. Soy la rubia de ojos verdes. Y al parecer a ti te gusto bastante.
-Bueno, puede ser.- Dijo acercándose cada vez más.
Mi interior no paraba de gritar. Me estaba poniendo muy nerviosa. Pero quería que me besará él, esta vez no lo iba a hacer yo.
El me cogió con una mano del mentón y posó sus labios contra los míos. Fué increíble. Para que mentir. Y más cuando empezamos a sentir frío en nuestra piel. Pequeñas gotas de agua deslizándose por ella. Los dos bajo la lluvia. De nuevo, besándonos y disfrutando del prójimo. Aquello era muy bonito. Y yo nunca sabía nada. Pero sabía que quería estar con él. De la forma en la que fuera. No sabia si nos estábamos precipitando, si aquello era demasiado de repente. Segunda vez que nos veíamos, segundo beso. Pero esque para mí desde el primero fue diferente. No era simple atracción. Sentía que éramos como dos imanes. Lo necesitaba conmigo y sabía que por el momento esa era la única forma de tenerlo. No tenía ni idea de lo que él sentía hacia mi. Simplemente disfruté el momento y ese beso me hizo volar, olvidarme de mis preocupaciones y ser feliz. Después de mucho tiempo.
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El sabor de la lluvia
RomanceOlivia sonreía. Pero no de verdad. Olivia ya no escribía. Olivia no sabía del amor verdadero hasta que lo conoció. Bailar bajo la lluvia se volvió su salvación. La de los dos. Y encontrarse bajo la tormenta les cambió su vida. A los dos.