Nascondilo [Raúl Salinas x Toni Gambino]

Capitolo 11: Lazos Alfa-Omega

Toni estaba atrapado en los brazos de Salinas, que lo había abrazado por la cintura y tenía el rostro oculto en su abdomen. Era una posición extraña, pero muy cómoda.

Abriendo sus oscuros ojos azules, Toni se removió para tomar un despertador del buró aledaño a la cama. Marcaba las 5:00 a.m., que correspondía a una hora antes que fuese la llegada de Jose.

—Salinas despiértate y vete al sofá —lo zarandeó de forma un poco ruda, bostezando con pereza. El mencionado sólo gruñó y bajó sus manos para apretarle el culo—. ¡No me toques ahí y salte de la cama!

—No llevamos ni un día intentando ser algo y ya me estás mandando al sofá. ¿Qué hice mal?

—Eres un llorón. Anda, tira.

Resignado, el Alfa arrastró los pies, quejándose de "Omegas mandones que no tienen consideración por su espalda." Diez minutos después, cuando ya estaba incómodamente acostado en el reducido espacio, sintió como una mano lo movía de nuevo.

—Quítate la camisa —el rubio ordenó, con una expresión adorable y frustrada.

—¿Ahora quién es el guarro?

—No seas bobo, abogado lechoso —le dio un zape algo suave, cruzándose de brazos—. Estoy ansioso y mi Omega se siente tranquilo si hay algo de mi Alfa conmigo. Y como Carlo no está y tú ahora eres mi "algo", te corresponde a ti darme ropa para hacer mi nido.

Se hizo un silencio prolongado.

Toni tenía la mala costumbre de abordar temas importantes con más indiferencia del que requería. Hacer un nido era algo natural pero importante para los Omegas y para los Alfas también. Desde cachorros, la casta más apegada a su manada formaba un ritual en el que recolectaba prendas y objetos suaves para llevarlos a un espacio seguro y resguardarse en él. Podía surgir en momentos de estrés, malestar por enfermedades, inseguridad, embarazos y antes de un celo.

Las prendas eran casi exclusivamente de los Alfas que rodearan al Omega. A parte de ello, era una zona territorial y entrar a uno sin permiso costaría rasguños, golpes y una actitud defensiva.

—Me estoy poniendo nervioso, pero también estoy, bueno, feliz de que quieras hacer un nido con mi ropa —Salinas, el Alfa más abierto sexualmente, que ha estado con incontables mujeres en su cama, se sonrojó. Era una emoción producto de una extraña inexperiencia más romántica e íntima que la copulación.

Su madre era una Alfa. A su padre nunca lo conoció y con las pocas Omegas que había interactuado tenían el mismo resultado siempre. ¿Y ahora? ¿Era esto lo que se sentía que lo quisieran para algo más?

—¿Te estás poniendo rojo? Aww, quién diría que el aboguarro es tan tierno —El Omega se burló, mientras por dentro chillaba encantado.

Las cosas para el Gambino también eran nuevas a su manera. Quizás iba demasiado rápido en una serie de pasos que debían darse poco a poco, pero él no quería esperar más. Sentía que, como todo lo bueno que le pasaba, el sueño acabaría en un dos por tres. Que una mañana, abriría sus ojos y todo se esfumaría.