Capitolo 5: Intento de secuestro

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La tensión entre los cuatro Alfas que discutían quién tenía la culpa de la falta de información en la entrega del paquete había escalado un poco hasta llegar a gritos y leves insultos

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La tensión entre los cuatro Alfas que discutían quién tenía la culpa de la falta de información en la entrega del paquete había escalado un poco hasta llegar a gritos y leves insultos.

—Está bien que tengas algo en contra mía, no sé qué, pero está bien. Eso no hace que yo tenga la culpa de todo, Hai —gruñó Salinas, un poco harto de esa situación con el mafioso. ¿Por qué lo odiaba tanto?

—¿Quieles molil?

—No, sólo quiero que dejes de responsabilizarme por cosas que obviamente no son culpa mía.

—El asunto es que...

Carlo no pudo acabar de hablar.

Como Alfa de su hermano (específicamente, de su manada) llevaba toda su vida protegiéndolo. El lastímero chillido que el Omega hacía salir de sus labios era triste, inquietante, necesitado y asustado; el ruido calaba en su cerebro, ocasionando una reacción natural de cortizol y adrenalina para ponerlo alerta e ir a socorrerlo.

El Gambino corrió a donde su niño lo llamaba a toda prisa, sin darse cuenta que Salinas presentaba la misma cara abrumada que la suya.

Porque sí, el abogado sintió una sombra del llamado, un piquete de incomodidad y angustia.

¿Cómo podía ser posible que hiciese el intento de llamarlo a él también? ¿El Omega confiaba tanto en él como para tener ese tipo de conexión?

Quizás no era el momento para pensarlo, pero la duda se quedó ahí, instalada en su mente para más tarde.

—¿Jefe? ¿Qué le pasa al jefe? —preguntó Jose, nervioso. Ayudaba a Carlo a sostenerlo, pues este estaba ocupado intentando hacer que saliera del sock momentáneo en el que estaba.

—¡Toni por Dios, qué tienes! —el abogado se colocó a la izquierda del pequeño, tomándole una mano temblorosa.

El olor a cerezas era asfixiante y pesado. Las mejillas del rubio estaban rojas pero su piel estaba más blanca que la nieve, sus pupilas dilatadas y la boca jadeando por aire. De un momento a otro, el chico llevó una mano a sus labios y tosió, dejando tras de sí una mancha de sangre fresca.

—Pony... Ostia puta, eles un Omega —Hai dió pasos aturdidos, acercándose al círculo improvisado donde Jose, Carlo y Salinas socorrían al rubio. Era una situación bastante bizarra. Si bien las expresiones faciales de Toni eran la representación obvia de un Omega necesitado por el celo, lo que estaban presenciando no tenía nada de erótico.

Era grotesco, desesperanzador. Bajo esta premisa, mantener la compostura a pesar del fuerte olor a cerezas fue pan comido.

¿Qué clase de monstruo sentiría placer con una muñeca tan rota?

—¡Ostia, ostia! ¡Está convulsionando!

—¡No está convulsionando, animal! ¡Tiene espasmos!

Nascondilo [Raúl Salinas x Toni Gambino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora